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Una interesante montaña cerca de Colima

A disfrutar de la naturaleza y su clima, en el cálido Estado de Colima

GUADALAJARA, JALISCO (13/ENE/2013).- Dos dos enormes volcanes: el de Colima, que está en plena actividad y de vez en cuando luce esplendorosas fumarolas, derrames de lava y tremores que a veces asustan y a veces destruyen; y el Nevado Colima, viejo cono volcánico que pese a que ya ha pasado sus mejores días, luce altivo y bello con su picacho Norte escarpado, y con el Sur y sus interesantes rutas de ascenso, son verdaderas joyas imbricadas entre la Sierra Madre Occidental, y el Eje Volcánico Transversal que cruza, seccionándolo de Oriente a Poniente, no a México, sino a los “Estados Unidos Mexicanos”. Tonteras políticas que ya mucho desgaste político costaron hace tiempo  para que fuera llamado así… ¡México es México… y punto!

Sin embargo, en esta ocasión lo que nos llamó la atención fue el Cerro Grande de Colima, que entre las demás montañas se lanza a las alturas un poco al norte de la colimota capital.

En Colima hay varios tipos de rocas: “las ígneas”, que salieron del volcán a altas temperaturas y formaron estructuras espectaculares; unas de ellas en forma de “bombas” lanzadas con gran fuerza a las alturas; y otras espesas, que “tranquilamente” derramaron como “lava”. Las “sedimentarias”, que se formaron con capas y más capas de polvo y tierra, y fueron cayendo durante millones de años en el periodo Cretácico y se compactaron hasta formar sólidas rocas. Y las “metamórficas”, un poco más extrañas, que hace unos 200 millones de años sufrieron severas alteraciones durante el Jurásico debido a la presión y las altas temperaturas.

Habrá que recordar que ahí en Colima es donde la “Placa del Pacífico” y la “Placa de Cocos” están presionando contra la enorme y pesada “Placa Continental”, lo que provoca los importantes movimientos geológicos que suceden en esa parte de la costa mexicana.

Pero no se me aburran de tanta ciencia y tecnología; y espérenme tantito, porque les platicaré de una excursión bien padre que pueden hacer hasta el famoso cerro. Nomás acuérdense que entre más cosas sabe uno, más interesantes resultan las excursiones; y por qué no… ¡Hasta la vida misma! Porque así tendrán más cosas en que poner atención y divertirse al interesarse en ellas ¿Sale?

Saliendo de Colima rumbo a Villa de Álvarez; a unos 40 kilómetros. hay que agarrar una desviación hacia el Saúz y al Terrero (15 kilómetros, una hora y media); y más delante, por una brecha llegarán a las cabañas y al restaurante de “Doña Cánde”, en donde prometo que les van a preparar unos hongos, con unos espárragos nativos que no tienen abuelita.

Las cabañas, aunque están serranitas, puede uno pasar la noche ahí. Los manzanos, en estos tiempos ya podrán estar repletos; el silencio y el frillito de la montaña, obligan a un bien merecido tequila para acompañar a los tacos que ya se traen en la barriga.

Un paseo por los bosques de abetos y pinabetes, les van a dejar el ojo cuadrado cuando vean las maravillas geológicas de los embudos rocosos que se forman entre las antiquísimas formaciones de las que les platico.

Estos embudos recogen las aguas de la montaña, para filtrarla y depositarla en los acuíferos de más abajo; que son los que surten prácticamente a toda la ciudad y  los pueblitos asentados en el valle. Ahí, lógicamente no hay arroyos ni estanques; toda el agua se filtra de inmediato en los remolinos que se hacen en los huecos de la antiquísima roca caliza.

Cientos de fósiles marinos podrán encontrar incrustados en las rocas. Las extrañas piedras que forman el entorno, estoy seguro de que les causarán admiración. Plantas, helechos y caracoles “antediluvianos” incrustados en las piedras, contarán como verdaderos ejemplares. (Si tienen duda de cómo llegaron hasta acá, pregúntenle a Noé).

Además… los grandes arbolones de montaña, pinos, robles, madroños y demás, harán que el paisaje les parezca un poco extraño en el clima tropical del cálido Estado de Colima

¿Especial, no? Una excursión que palabra que vale mucho la pena en nuestro siempre sorprendente ¡México!
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