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Sacramento de Salvación

Dios nos invita a su banquete, no endurezcamos el corazón

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Isaías 25, 6-10a

“Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara”.

SEGUNDA LECTURA:

San Pablo a los Filipenses 4, 12-14. 19-20

“Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús”.

EVANGELIO:

San Mateo 22, 1-14

“Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

GUADALAJARA, JALISCO (12/OCT/2014).- Hoy, una parábola más: la del rey que envía a sus mensajeros a invitar a los amigos y conocidos a las bodas de su hijo. Es honrosa la invitación; es una distinción ser invitado a la mesa del rey.

La parábola es la imagen de los hombres de entonces y los de ahora; es la apatía, la negligencia, la pereza de muchos, o tal vez la ignorancia de unos que no acuden al banquete de bodas; y de otros, perversos, que trataron mal a unos mensajeros, los insultaron y los mataron.

Dios es amor, es misericordia y su permanente actitud es una constante invitación al banquete, a la salvación de todos los invitados.

El banquete es para todos, la invitación es universal, pero siempre entra en juego el misterio de la libertad de todos y cada uno de los hombres para decidir.

La misión de la Iglesia —depositaria de la doctrina de Cristo y a la vez “Sacramento de salvación”— es invitar constantemente a los hombres, oportuna o inoportunamente, a la conversión.

Cada domingo, en la misa, los cristianos al unísono hacen profesión de fe, y todos dicen: “creo en la Iglesia, que es una, Católica —es decir, de todos y para todos— Apostólica, Romana”.

Entrando el rey para ver a los que estaban en la mesa, vio a un hombre que no llevaba traje de boda. Uno de los Santos Padres, San Basilio, escribió: “Este vestido nupcial es la verdadera fe basada en Jesucristo y su justicia”. Y San Hilario: “La vestidura nupcial es la gloria del Espíritu Santo y el esplendor del vestido celestial que, llevado con fe hasta la asamblea del Reino de los Cielos, conservaremos allí íntegro e inmaculado”. Exhorta San Pablo: “Revistámonos del hombre nuevo, revistámonos de Cristo”.

Ser invitado es también ir al banquete sagrado, a la Santa Misa, porque es el mayor regalo en el que Cristo se da como alimento para el alma, como prenda de salvación eterna, como fortaleza y consuelo al hombre, peregrino y siempre en riesgo, porque el  mundo, el demonio y la carne son enemigos del alma que no duermen ni descansan.

Cuando la campana del templo deja oír su voz, es una llamada a las bodas del hijo del rey “hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón”.

José Rosario Ramírez M.

Llamados para ser amados

No hay duda de que la misericordia de Dios es y será siempre infinita, y desde luego, muchos han sido los llamados, los que han escuchado las palabras de Dios y lo han ignorado, y pocos los elegidos, los que deciden cambiar por completo su vida para entregarse al único Rey.

El caso más palpable que podemos tener en la historia es el de la madre de Dios. Ella que dio el sí a todo lo que vendría, aun sin ni siquiera entender o comprender las consecuencias tanto positivas como negativas de esa respuesta.

En este día recordamos justo a aquella persona que no puso pretexto alguno a la voluntad divina, pues fue llamada y elegida; recordamos a la mujer que siempre estuvo con su hijo, que nunca lo abandonó y por más que le doliera verlo en una cruz, sabía que aquello tenía que suceder, que Dios es perfecto y sabía lo que hacía y que lo único que le quedaba era acompañar a Jesús en semejante dolor para la salvación de los hombres, la Virgen en su advocación de nuestra Señora de la Expectación, celebra hoy uno de los eventos más importantes que reúne a millones de fieles en la Romería, fieles que con devoción y fe la acompañan en su caminar.

María, el ejemplo más grande de amor, perseverancia, entrega, solidaridad, pulcritud y fe que podemos tener de una madre a su hijo. Así pues, seamos aquellas personas que entreguemos un sí a Dios en cuerpo y alma, un sí que transforme nuestro entorno y nuestra vida.

PARA SABER…


La imagen de la Virgen de Zapopan fue traída a tierras jaliscienses en 1541 por Fray Antonio de Segovia, está hecha de pasta de caña de maíz y mide 35 centímetros de pies a cabeza.

Cada 12 de octubre, esta imagen sale a peregrinar desde la Catedral de Guadalajara, hacia la Basílica de Zapopan.
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