Suplementos
Río Cuitzmala
Un hermosos brazo de agua que corre zigzagueante entre las rancherías y los valles de la zona
GUADALAJARA, JALISCO (03/MAY/2015).- Cerros de la Sierra Cacoma, tapizados de frondosos árboles, tales como: Los Árboles y El Saucillo, atraen rosa de vientos, vientos que empujan con suavidad nueves marinas, que se precipitan en la sierra cantando agua al rosar las hojas, suficiente agua para conformar escurrimientos y éstos crear lechos de arroyuelos, aguas corrientes como: El Cuije, El Saucillo y El Coyul, que se van juntando con gracia para formar el arroyo Tene.
Aguas que al acercarse a la Hacienda el Tabaquero, lo engruesan El Jirosto y San Miguel. Al encañonarse entre los cerros: La Tuna y El Arratradero, toma el nombre de Higuerillas, pues aguas abajo, le canturrea al rancho de igual nombre. Al bordear el cerro El Corredero se la van sumando: La Barrinilla, La Otatera, arroyo de Correderos y El Tempizque. Pasando el rancho Tempizque, desemboca el arroyo de Sila y enseguida de varios serpenteos, los arroyos: del Cerro y del Cuate. Por el asentamiento La Sierpe, el caudal Higuerillas adopta el nombre de Cuitzmala, en honor al poblado costero de pescadores, aledaño al río.
En septiembre de 1773, Laureano Sedano refirió: “En tiempos de salinas salen muchas personas a las de Apasulco (En la ribera de la bahía de Tenacatita), a fabricar la sal, desde por marzo hasta junio, y acontece en ese tiempo ir el cura hasta dichas salinas que distan treinta leguas (de la Villa de Nuestra Señora de la Purificación), de mal camino, a confesar a los enfermos. Asimismo, en las de Cushmala, y en Chamela, que asimismo dista el primero dieciocho y el segundo veinte, como también en el tiempo de buceo, que es de junio a noviembre, acontece lo mismo”.
De la Villa Purificación fuimos a pernoctar Casimiro Castillo, antaño La Resolana, nos hospedamos en el Hotel San José, su slogan reza: ¡Cada Vez Mejor! Desayunamos en la fonda “El Jacalito”, a media cuadra de la plaza, saboreamos unos blanquillos revueltos con chorizo, acompañados con chilaquiles y frijolitos, tortillas infladas y cafés humeantes. Posteriormente partimos con rumbo suroeste, en El Salto viramos a la derecha, con dirección a El Chico, a corta distancia nos detuvimos a mirar el río Purificación desde un puente, al noreste, nos mostró un suave contoneo por el valle y en lontananza la silueta de la Sierra Cacoma.
Al suroeste, se escondía en un recodo, enmarcado por cañaverales y al fondo los cerros: El Altilte y El Pitero. Regresamos a la carretera principal y en La Huerta nos desviamos camino a Nacastillo, en breve estábamos observando el río Purificación desde otro puente, las veras embellecidas por sauces y saucillos, moteados por aves, el lecho, ancho y quieto, un remanso encantador. Más adelante nos cautivó el arroyo del Burro, también conocido como “San Miguelito”, por el poblado cercano, sus diáfanas aguas susurraban vida, con sus alegres palpitaciones de agua, verdes follajes delimitaban el precioso espejo.
Luego de zigzaguear por la hechizante selva, fuimos maravillados por un hermosísimo río, de buen caudal y de aguas zarcas, era el Cuitzmala, que corría sigiloso entre grandes piedras y desbordantes frondas a diestra y siniestra, era tal su nitidez que se transparentaba su arenoso lecho. Nos sentamos sobre una piedra a contemplar el pintoresco paisaje y, después nos refrescamos en su deliciosa agua. Río abajo, se le anexan los arroyos: Las Yeguas, Mata de Hule y Los Caballos. Pasando El Cedro: El Gigante y Mata de Bule. Y luego de El Guamuchal: El Tesmo, La Pilita y El Caimán.
Seguimos el camino de tierra, que nos regaló unos bonitos parajes del arroyo del Muerto. La brecha nos llevó a la solitaria y atractiva carretera que enlaza a Villa Purificación con Chamela, de donde seguimos para Melaque. Antes del puente que cruza el río Cuitzmala, giramos a la derecha por el sendero que va al sosegado poblado de Cuitzmala, qué mira con admiración al sombreado y fabuloso estero El Rodeo, donde las frondas de higueras y parotas se reflejan con donaire.
Aguas que al acercarse a la Hacienda el Tabaquero, lo engruesan El Jirosto y San Miguel. Al encañonarse entre los cerros: La Tuna y El Arratradero, toma el nombre de Higuerillas, pues aguas abajo, le canturrea al rancho de igual nombre. Al bordear el cerro El Corredero se la van sumando: La Barrinilla, La Otatera, arroyo de Correderos y El Tempizque. Pasando el rancho Tempizque, desemboca el arroyo de Sila y enseguida de varios serpenteos, los arroyos: del Cerro y del Cuate. Por el asentamiento La Sierpe, el caudal Higuerillas adopta el nombre de Cuitzmala, en honor al poblado costero de pescadores, aledaño al río.
En septiembre de 1773, Laureano Sedano refirió: “En tiempos de salinas salen muchas personas a las de Apasulco (En la ribera de la bahía de Tenacatita), a fabricar la sal, desde por marzo hasta junio, y acontece en ese tiempo ir el cura hasta dichas salinas que distan treinta leguas (de la Villa de Nuestra Señora de la Purificación), de mal camino, a confesar a los enfermos. Asimismo, en las de Cushmala, y en Chamela, que asimismo dista el primero dieciocho y el segundo veinte, como también en el tiempo de buceo, que es de junio a noviembre, acontece lo mismo”.
De la Villa Purificación fuimos a pernoctar Casimiro Castillo, antaño La Resolana, nos hospedamos en el Hotel San José, su slogan reza: ¡Cada Vez Mejor! Desayunamos en la fonda “El Jacalito”, a media cuadra de la plaza, saboreamos unos blanquillos revueltos con chorizo, acompañados con chilaquiles y frijolitos, tortillas infladas y cafés humeantes. Posteriormente partimos con rumbo suroeste, en El Salto viramos a la derecha, con dirección a El Chico, a corta distancia nos detuvimos a mirar el río Purificación desde un puente, al noreste, nos mostró un suave contoneo por el valle y en lontananza la silueta de la Sierra Cacoma.
Al suroeste, se escondía en un recodo, enmarcado por cañaverales y al fondo los cerros: El Altilte y El Pitero. Regresamos a la carretera principal y en La Huerta nos desviamos camino a Nacastillo, en breve estábamos observando el río Purificación desde otro puente, las veras embellecidas por sauces y saucillos, moteados por aves, el lecho, ancho y quieto, un remanso encantador. Más adelante nos cautivó el arroyo del Burro, también conocido como “San Miguelito”, por el poblado cercano, sus diáfanas aguas susurraban vida, con sus alegres palpitaciones de agua, verdes follajes delimitaban el precioso espejo.
Luego de zigzaguear por la hechizante selva, fuimos maravillados por un hermosísimo río, de buen caudal y de aguas zarcas, era el Cuitzmala, que corría sigiloso entre grandes piedras y desbordantes frondas a diestra y siniestra, era tal su nitidez que se transparentaba su arenoso lecho. Nos sentamos sobre una piedra a contemplar el pintoresco paisaje y, después nos refrescamos en su deliciosa agua. Río abajo, se le anexan los arroyos: Las Yeguas, Mata de Hule y Los Caballos. Pasando El Cedro: El Gigante y Mata de Bule. Y luego de El Guamuchal: El Tesmo, La Pilita y El Caimán.
Seguimos el camino de tierra, que nos regaló unos bonitos parajes del arroyo del Muerto. La brecha nos llevó a la solitaria y atractiva carretera que enlaza a Villa Purificación con Chamela, de donde seguimos para Melaque. Antes del puente que cruza el río Cuitzmala, giramos a la derecha por el sendero que va al sosegado poblado de Cuitzmala, qué mira con admiración al sombreado y fabuloso estero El Rodeo, donde las frondas de higueras y parotas se reflejan con donaire.
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