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Radionovelas: una historia que se sigue contando
La Consentida y Radio Gallito son dos de las estaciones que desde AM siguen haciendo volar la imaginación a través de la voz
Tradicionalmente, se toma a la producción “Los tres mosqueteros”, basada en la obra homónima de A. Dumas y realizada por el conocido cineasta Alejandro Galindo (en colaboración con su hermano Marco Aurelio), como la primera radionovela que se transmitió en el país —en 1932, por la XEW— y eso desencadenó una bonanza que llegó a su pináculo en la década siguiente, con historias como “Ave sin nido” (1941), de Clorinda Matto de Turner, o la cubana “El derecho de nacer” (1948), de Félix B. Caignet.
De esta forma, cuando ganó fuerza la radionovela (llegaron a transmitirse hasta cinco al día, en casi una decena de estaciones capitalinas y de ciudades como Monterrey o Guadalajara) se volvieron un imán comercial y fueron patrocinadas por diferentes empresas (sobre todo de jabones); esto, porque sus historias eran, en esencia, melodramas que solían retomar relatos literarios o de la tradición oral, casi nunca faltos de contenidos “moralmente edificantes”.
A lo anterior debe sumarse que, en su mejor época —que coincide casi con la era “dorada” del cine nacional—, saltaban las historias de la radio al cine o viceversa, y los guionistas solían participar de ambas actividades por lo que algunas figuras de un medio coincidían con las del otro (figuras como Joaquín Pardavé, Arturo de Córdova, Sara García o Pedro Armendáriz fueron estrellas en películas y radionovelas por igual).
Era tal su atractivo que las radionovelas se retransmitían en varios países de América Latina, España e incluso Estados Unidos; a pesar de eso, con el tiempo y el desarrollo de la televisión su éxito fue mermando y su producción —complicada y entonces costosa— alejó a inversionistas y actores de renombre, lo que motivó después el desinterés de algunas radiodifusoras.
Aquí también hace aire
Consciente de esta tradición, el locutor José Luis Pérez González, de La Consentida —una de las estaciones que, en Guadalajara, continúa transmitiendo radionovelas—, destaca que desde los cincuenta “se hacían radionovelas en Guadalajara, en Radio Comerciales, que tenía su estudio por el Centro; don Agustín Romo Díaz de Vivar fue un pilar en esto —incluso en televisión, en Canal 6—, pero se traían las producciones conocidas, como ‘El Ojo de Vidrio’, ‘Porfirio Cadena’, series como ‘Fantomas’ y la popular ‘Kalimán’, que se transmitían por la DK”.
Desde sus inicios en la radio, recuerda Pérez, “siempre me atrajo lo de producir radionovela; a veces hacíamos una pastorela pregrabada o cosas así. En Radio Gallito siguen transmitiendo historias capitulares (de lunes a viernes, de 15:00 a 16:00 horas), pero en La Consentida, desde 1994, lo hacemos en una misma emisión, los sábados de 13:00 a 16:00 horas en el programa ‘Dimensión Cultural’, porque de otra forma no funcionaba con el público; la mayoría de las veces las transmitimos en vivo, pero también se graban”.
En palabras del locutor, la radio mantiene un arraigo popular impresionante; “en muchas ocasiones hacemos adaptaciones, de películas interesantes u obras de teatro que también se modifican para ubicarlas en Guadalajara, de modo que sea más agradable para las personas y atraer al público”.
Estimular la imaginación
José Luis Pérez sostiene que la durabilidad del programa que conduce se debe a que se busca “agradar a la gente, porque ellos son mis patrones”; si en los orígenes de la transmisión de historias por radio en esta ciudad también se atendió a lo escrito por autores locales, cuentos o teatro, eso continúa y es posible mantener “la fe en la radio, porque con la imaginación nadie podrá jamás. La radio nos habla de forma más cercana”.
Claro, este trabajo se hace con la colaboración de numerosas personas, entre actores y escritores; “a veces se necesita mucha gente; pero permite trabajar con pocos elementos y la producción (comparada con otros medios) no es cara”.
Así, la radionovela, a pesar de haber cambiado su sitio primigenio sigue teniendo éxito porque, refiere el experimentado locutor, “a todos nos gusta que nos cuenten historias, los mexicanos vivimos escuchándolas y contándolas; la radio estimula la imaginación y toca fibras del corazón, porque permite entrar con la voz directamente en las personas, y en cada una dejar algo distinto. La gente siempre pide más”.
Canales multiplicados
Si bien es muy importante el papel que en esta tradición han jugado radiodifusoras como la DK o La Consentida, en Radio UdeG “hubo otra historia”, relata el productor Gilberto Domínguez, “porque las producciones podían tener un impacto diferente, abrían camino para discutir cosas nuevas y situaciones de actualidad. Hubo una época en la que nos propusimos, incluso, hacer una radionovela por semana (labor en la participaron muchos productores entonces, desde David “El Negro” Guerrero hasta Bernardo Esquinca o yo mismo); actualmente, se ha detenido mucho este ejercicio, el último fue, creo, hace dos años, cuando Israel fue invitado de honor de la FIL y hubo un ciclo de radioteatro en vivo, con público. Ojalá se retome en algún momento”.
El encanto de la radio fue, indica el productor, “poder hacer escenas muy complicadas con pocos actores bien entrenados y unos cuantos objetos; eso significa acercar historias que pueden contarse con sonidos, silencios, música y palabras, los elementos que constituyen el lenguaje radiofónico”.
Finalmente, representar y actuar historias en la radio “puede tener ahora varios formatos”, detalla Domínguez, “las posibilidades son muchas ahora, gracias a las redes sociales y radios por internet; lo que falta es que todo ese cúmulo de información pudiera ser navegada de alguna manera y conocer esa oferta. Eso vendrá en el futuro, y deberemos organizarnos para saber dónde poner los oídos ahora que los canales se multipliquen”.
Radio universitaria
El productor y académico Gilberto Domínguez advierte que en la radio universitaria las historias —la mayoría de producción propia— y la tradición del “radioteatro” iniciaron a finales de la década de los ochenta (en 1989) con la llegada de David “El Negro” Guerrero.
“Él traía práctica porque colaboró mucho con Radio Educación y el Imer (Instituto Mexicano de la Radio), en el DF, en series radiofónicas; allá era diferente y existían departamentos muy bien organizados, cuando vino él acá se encontró que no había nada de eso, se quedó en Radio Universidad y centró las funciones en sí mismo: elegía los cuentos, adaptaba, juntaba a los actores, posproducía, musicalizaba, agregaba efectos”.
Domínguez coincidió en ese tiempo con Guerrero, y destaca que “hay varias tradiciones; la del radiocuento era de una producción grabada y el radioteatro se hacía en vivo. El radioteatro se hacía en diferentes momentos, en homenajes y transmisiones de lecturas dramatizadas, en colaboración con la entonces Compañía de Teatro de la UdeG; de igual manera, esto se hacía para distintos programas, como ‘El Tendedero’ o ‘Saltaperico’, que era infantil”.
Conocedor de la tradición nacional, Domínguez refiere que “la radionovela tiene una gran historia en el país, muchas producciones se transmitieron en Guadalajara y algunos las recuerdan —series como ‘Balas de Plata’—, aunque no recuerdo mucha producción local, nosotros hicimos algunas para diferentes efemérides, como durante el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, pero también Radio UdeG obtuvo premios en la Bienal Internacional de Radio por sus radiocuentos”.
Fuerte tradición oral
La diferencia entre géneros radiofónicos que relatan historias a los oyentes se halla “en el formato que se presentan”, asegura el Gilberto Domínguez, “la radio siempre fue una contadora de historias y registra grandes voces —grandes narradores, como Manuel Bernal, el célebre Tío Polito— en su historia, fue por mucho tiempo el centro de los hogares”.
Así, radionovelas han tenido mucho éxito en la ciudad a lo largo del pasado siglo; “pero la radionovela tiene una tradición más fuerte en zonas rurales, porque este país tiene una tradición oral muy fuerte —que trasmite valores y sentido de pertenencia e identidad— en pequeñas poblaciones donde la radio sigue con un impacto importante”, dice el productor y locutor.
Producciones que hicieron época —como “Kalimán” o “Rarotonga”— significaron también “el acercamiento a la literatura para muchas generaciones”, afirma Domínguez, “puede en algunos círculos haber cierto desprecio por estos géneros populares, pero para muchas personas era lo que estaba a la mano”.
Una vida en la radio
Emilio Ballí González hace unos nueve años comenzó a colaborar con La Consentida redactando sketches para algunos programas; ahora, para el mundo de la radio no es ningún extraño, prácticamente nació en el medio porque su padre fue fundador de la XEQ en la Ciudad de México, en 1938, y de niño iba mucho a la estación y atestiguaba la realización de programas: “Siempre me interesó todo eso; se nos impulsó en la familia a estudiar y no estar en medios, pero siempre estuve incursionando en diferentes géneros literarios; hace años comencé en Guadalajara a colaborar con la XEJB, en un programa que tuve por 14 años en esa estación”.
Las colaboraciones de Ballí en cuanto a radionovelas se vinculan a “Dimensión Cultural” y a invitación de José Luis Pérez; “y no es sencillo hacerlas, requieren de tiempo y considerar características relacionadas con las fechas en que serán transmitidas, si se trata del Día de las Madres, las historias serán familiares y, gracias a la radionovela, registrar cambios generacionales”.
No sólo ha hecho adaptaciones de películas a radio —como “Elsa y Fred” (Michael Radford, 2014)—, sino también de obras dramáticas propias, “que se han transmitido en espacio de radionovela”; en su caso, su atracción a este género narrativo se da porque “es una forma de transmitir un mensaje positivo sin que parezca sermón, a través del ejemplo; sobre todo a través del radio, que estimula la imaginación gracias a la emotividad que imprimen los actores a lo que se busca transmitir. Sigue habiendo gente que prefiere la radio a la televisión”.
Relato y compañía
Colaboradora de “Dimensión cultural” desde hace más de una década, la experimentada actriz y directora escénica Yosi Lugo detalla que ha participado en algunos proyectos, desde relatos históricos hasta pastorelas: “Para mí, ha sido una gran satisfacción colaborar en la transmisión de historias a través de la radio, sea en vivo o grabadas, porque al terminar recibimos llamadas y no imagina uno la cantidad de personas que esperan estas historias, es como hacer teatro a domicilio”.
En este programa, que ha adaptado desde obras teatrales hasta películas, se transmiten historias y, para Lugo, “lo esencial sigue siendo no descuidar al público, muchos de los cuales no pueden salir o carecen de dinero para pagar un boleto de teatro, pero están al pendiente y por eso esto es necesario; hay muchas personas cuya única compañía es la radio”.
La actriz comenta que, a pesar de los costos, algunas producciones radiales son más baratas que una obra de teatro para el escenario; “sería ideal que muchos compañeros se involucraran en esto, a pesar de que no es sencillo conseguir patrocinios para radio, pero hay muchas historias que funcionarían si se adaptan a este formato”.
Por Ricardo Solís
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