Suplementos
Quebec, un santuario invernal
La ciudad canadiense se levanta como una de las grandes joyas del norte del continente americano
Montreal es una isla y una de las tres urbes con mayor vida cultural, política, deportiva y gastronómica de Canadá (además de Toronto y Vancouver), y pese a que casi la mitad del año se ve sumergida por un impresionante ecosistema invernal, lo cierto es que caminar por las calles amontonadas de nieve es una de las experiencias que todo turista debe experimentar. Hasta los resbalones en las aceras congeladas son una acción, casi obligada, para tener anécdotas risueñas que contar.
Desde el aterrizaje del avión o los primeros caminos por la carretera, Montreal devela al visitante una panorama sacado de un cuento fantástico, pues los terrenos lucen perfectamente alineados como un juego de dominó, que regalan panoramas salteados entre bohemias mezclas blanquecinas manchadas de café, negro, marfil y unas cuantas piscas de verde, ante los enormes pinos que crecen en medio de llanuras atiborradas por la nieve.
Aunque puede pensarse que la mejor forma de conocer cada centímetro de Montreal es el estructurar un itinerario exacto y así aprovechar la mayor cantidad de lugares, la metrópoli quebequense invita al huésped a descubrir, sin presiones de tiempo ni de lugar, la centena de facetas que esta urbe promete, ya sea desde las rutas artísticas, ecológicas, de moda, de museos, religiosas, deportes extremos y los infaltables clubs nocturnos de jazz.
Empecemos por lo básico
Montreal es una ciudad bilingüe y aunque la legua oficial es el francés, casi todos sus habitantes dominan el inglés. Uno como turista de lengua española no debe temer a las diferencias de comunicación, por más mínimo que sea nuestro conocimiento en mencionados idiomas, es un alivio saber que algunos de los quebequenses hablan un poco de español, principalmente en los restaurantes, hoteles y atractivos turísticos.
Parte de la experiencia en Quebec es el retarse sumergirse en sus expresiones populares de francés o inglés, y darse a entender mediante mímica si es necesario y con el apoyo de algún diccionario-traductor, o de plano, hacer dibujos en papel para preguntarle al mesero dónde está el baño. En las calles es cotidiano encontrarse con lenguas como el alemán, portugués, árabe y hasta chino.
Una vez seguro de que alguien puede entendernos en cualquier emergencia, es momento de dejar que los fríos vientos de Montreal nos guíen hasta sus rincones más acogedores. De agradecerse también es el hecho de que hasta las tiendas de abarrotes cuentan con mapas ilustrados de la ciudad, totalmente gratuitos, que nos brindan una ligera idea de lo que encontraremos en el transitar de las calles, desde las más famosas tiendas de ropa, venta de souvenirs, restaurantes, galerías, plazas comerciales, hoteles, y lo más importante, las principales estaciones del metro y las rutas del transporte público.
Paso a paso
Quizá la mejor temporada para disfrutar de Montreal sea primavera, cuando el hielo desaparece por completo a finales de marzo y deja al descubierto su arquitectura vanguardista con alta carga francesa, principalmente en los grandes parques públicos y zonas arboladas que recrean caminos internos en la ciudad, pero que invitan al paseante a creer que están en medio del bosque.
Con la nieve, la ciudad revive atractivos paisajes únicos en su tipo con capas de nieve que cubren hasta en metro y medio la superficie del asfalto, o en los lagos internos de la metrópoli que dan paso a temporales pistas de patinaje, que además fungen como “canchas” para los partidos de hockey, deporte que es considerado como el rey de las actividades físicas y fanáticas, no solo de Montreal, sino de Canadá completa.
En el acontecer diario, la estampa urbana muestra activos movimientos en bicicleta, caminadores que emprenden la marcha junto a sus perros, que graciosamente también salen a la calle con accesorios que les protegen las patas de la nieve.
Constante es el encontrar grandes murales que orquestan un halo colorido a los edificios habitaciones o el toparse con grupos musicales de jazz, violín y/o saxofón en el interior de los corredores de las 68 estaciones del metro que conectan subterráneamente a la ciudad.
La cultura nunca duerme
Montreal requiere de al menos cinco días para conocer de manera exprés sus más emblemáticos puntos de atracción. Su trazo urbano permite trasladarse tranquilamente a pie y si se destinan al menos tres horas por sitio a visitar, el itinerario puede obsequiarnos espacio para asistir al Museo de Arte Contemporáneo, el Parque, la Casa del Jazz, el Viejo Puerto en el antiguo Montreal y su pista de hielo, la famosa Plaza de las Artes y un trio de centros comerciales subterráneos, el barrio chino y sobre todo, disfrutar de una caminata nocturna en las calles salpicadas por los “puntos rojos”, luminarias coloradas que indican que determinados edificios cuentan con historia muy representativa de la cultura de Montreal, y por tanto, es importante dedicarle unos minutos a conocer sus antecedentes.
Indispensable es el conocer la Plaza Phillips que en primavera se cobija de flores y las icónicas hojas de maple, o “La explanada” de la Plaza de las Artes, el epicentro cultural de la metrópoli que congrega al Museo de Artes Contemporáneo y es casa de la Orquesta Sinfónica y de Ópera de Montreal y la Compañía Nacional de Ballet de Canadá, por ejemplo, pero además, es la zona madre de los más de 100 festivales que cada año se realizan en la región. En verano, el Festival Internacional de Jazz es la máxima musical.
A través de su más de mil parques y cinco mil restaurantes de todo tipo de cocina, Montreal también salta a la fama mundial por ser la cuna de Circo del Sol (Cirque du Solleil) y gozar de una vida académica de excelencia con sus 11 universidades de alto prestigio.
GASTOS
Hacer Cuentas
Previo a aventurarse al descubrimiento de la ciudad, importante es el determinar cuántos recursos económicos pueden destinarse en el paseo, visualizando sobre todo los tiempos de comida que se podrán realizar diariamente, pues Quebec avanza una hora más adelante del horario mexicano –por ejemplo- y el anochecer de la urbe comienza en plena tarde, paradójicamente, cuando son las 17:30 horas.
Un platillo puede costar alrededor de 130 a 170 (unos 10 dólares) pesos incluyendo alguna bebida no alcohólica, en tanto que una paleta de caramelo sabor maple, puede alcanzar el costo de 25 pesos en las tiendas de souvenirs.
SABER MÁS
Que el frío no te queme
Por más resistentes que seamos al frío y aseguremos disfrutar de los climas helados, es imperdonable el salir a la calle sin un cuartel de ropa que nos proteja de los -16° que pueden llegar a manifestarse en un día normal y la nieve es ausente todavía.
Ropa interior térmica, dos playeras, suéter grueso de algodón, pantalón grueso, una chamarra rellena (impermeable de preferencia), guantes, gorro, bufanda lo más largo posible, dos pares de calcetines, y calzado de suela rallada e impermeable, son al menos las prendas básicas con las que debemos vestir en Montreal cuando la temporada invernal está en su pleno apogeo.
Aunque la experiencia hace al maestro y es casual ver a quebequenses con prendas muy ligeras, cuando se es ajeno a estos inviernos, la piel es la primera en sufrir las inclemencias y no tarda en resecarse, agrietarse y hasta ponerse un poco morada ante las quemaduras de los helados aires. Cargar con un poco de crema humectante será la solución.
Síguenos en