Puente Grande: repleto de historias y de leyendas
El lugar tiene 300 años de soportar las inclemencias del clima, el tiempo y los hombres
GUADALAJARA, JALISCO (06/AGO/2017).- Creí que sería interesante platicar de este lugar, porque ahí tengo un par de amigos, bueno tres, a los que quiero, admiro y aprecio mucho; y cada uno de ellos ha empeñado sangre, sudor y lágrimas por Puente Grande. Una de ellas es la incomparable Julia Padilla, a quien cariñosamente le decimos “Julieta”, porque dado el explosivo carácter y energía, sentimos que su nombre le queda chico. Otro es mi estimado Rigoberto Álvarez (Zapobeto), importante y apreciado constructor, cronista y amante de la historia y de las tradiciones que, aunque radica en el cercano Zapotlanejo, siempre ha defendido los valores históricos del famoso Puente Grande. De su cosecha logré saber que este pueblo a la orilla del Río Grande (de Santiago), se llama Tololotlán; proveniente del náhuatl Tololo: panzón, y Tlan: lugar de; o sea “Lugar del Panzón”, a lo que posteriormente, agregándole un dios, elegantemente quedó “El lugar del Dios Panzón”. Mi otro amigo es el General Clever Chavez, igualmente enamorado del lugar, quien tuvo a bien escribir el interesante libro “El Puente Grande o de Tololotlán y su Entorno” en el que describe, desde el estilo arquitectónico del puente, hasta su historia y las siempre divertidas leyendas que se le achacan.
De ninguna manera estamos hablando de la penitenciaría, a la que desgraciadamente se le adjudicó el seudónimo de Puente Grande, con gran pena para los habitantes del tranquilo pueblo de Tololotlán que, por el hecho de encontrarse a la orilla del “Río Grande” y los españoles construyeron ahí un “Puente también muy Grande”, el pueblo tomó ese seudónimo cayendo prácticamente en desuso su nombre original. Lo mismo sucedió con el penal, cosa nada graciosa y motivo de bromas para toda la población. En incontables ocasiones hemos solicitado a las autoridades cambiar la denominación para el penal, que además de causar confusión, demerita los esfuerzos turísticos que se intentan, para aprovechar el puente y su garita de ya casi 300 años. Ojalá en esta ocasión alguna autoridad nos haga el favor de hacer un pequeño esfuerzo por esta noble y sencilla causa, de consecuencias por demás agradables y cordiales.
Antiguamente, todo mundo utilizaba sus propias cabalgaduras para cruzar el río; o algunas veces con las que tenían que alquilar a algunos rancheros que con ello hacían negocio (no había uber). Este asunto se hacía más productivo -aunque más riesgoso- cuando el caudal venía crecido, pues se las tenían que averiguar sobre una balsa hecha con carrizos, con bules como flotadores. El pasaje y la carga se balanceaban en los endebles amarres, mientras que algunos valientes chavales, la empujaban con una mano mientras nadaban con la otra hasta lograr cruzar, a cambio claro, de una merecida recompensa.
En tiempos de la Colonia, los comerciantes de oro, de plata, de mercurio para la minería, de turquesas, telas y ultramarinos y muchos etcéteras, que transcurrían por el “Camino Real de Tierra Adentro”, decidieron en 1718 construir un sólido puente de “cal y canto” que les permitiera cruzar con sus recuas y carretas ese río grande que se encontraba en un ramal del también llamado “Camino de la Plata” que iba desde México hasta Santa Fé.
Es de llamar la atención que ese monumental puente “construido como dios manda” siga ahí impávido después de casi trecientos años de soportar tanto las furias del río, como la contaminación, el abandono y las tonteras de los hombres. Ya podrán imaginar la carga que tiene que soportar, con la carpeta de pavimento de casi 80 centímetros que le fue agregada para que circularan sobre el los pesados vehículos modernos que quizás provoquen, que tarde o temprano sus viejas (y bellas) estructuras tengan que ceder. Alguna vez hicimos hincapié en la necesidad de su cuidado y restauración, y una vez más pudimos confirmar el surrealismo de nuestro querido México, cuando… con azoro vimos que dinero y acción de algunas autoridades efectivamente estaban empezando a suceder, para… (no lo van a creer) ¡reparar los techos del edificio de junto al puente…! (?)
Señores. Recordemos que cerca de Guadalajara existe un bonito pueblo con un hermoso Puente Grande colonial, maravilla de ingeniería que a gritos pide auxilio. Quitar esa plasta de pavimento. Regular el paso vehicular, y darle una manita de gato a sus estructuras, no es la gran cosa. Ojalá que...
pedrofernandezsomellera@prodigy.net.mx