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Piratas del siglo XXI

La historia marítima, a veces, se escribe con la presencia de pillos acuáticos

GUADALAJARA, JALISCO (23/SEP/2012).- La piratería -tan antigua como la navegación misma- nunca ha dejado de existir. En la actualidad, desgraciadamente sigue acosando al tráfico marítimo.

Emilio Salgari solía describir a estos bribones, con rasgos tan atractivos como novelescos, como si fueran folclóricos personajes míticos, aventureros, de fuerte personalidad y hasta simpáticos, con quienes en ocasiones hasta hacíamos causa en su “lucha por el noble fin” que perseguían.

Nada más falso. Siguen siendo despreciables bandidos y criminales que roban, matan y cometen toda clase de fechorías al amparo de las soledades y lejanías del mar.      
A Roger Du Plessis lo conocimos en Turquía.

Roger, es un exitoso hombre de negocios de Durban en Sud África -país con problemas de segregación racial (apartheid)- que decidió hacer un viaje con su familia, en un velero, para explorar el mundo.

Sin tener mayor experiencia en el asunto, adquirió un hermoso yate que, aunque de medio uso, sus características marineras lo calificaban como confiable para la aventura que emprenderían. Catalunya se llamaba la embarcación, cuyo velamen de un extraño color marrón era ideal para afrontar las duras labores que le esperaban.

Desde el puerto de Durban, en la costa del Océano Índico, Roger, acompañado de Pearl, su guapa y valiente esposa, y sus aguerridos hijos veinteañeros Natasha y Erick -ambos de dorada y enmarañada cabellera- que hablaban una mezcla de afrikaans con inglés, se embarcó a vivir de una manera diferente, la aventura que en sí es la vida.

La primera prueba la pasaron navegando el “Cabo de Tormentas” o “Buena Esperanza”, donde se juntan los océanos Índico y Atlántico en peligrosas marejadas. Una enorme ola inesperada que arremetió sin piedad la embarcación… ¡la hizo dar una vuelta entera de campana! emergiendo por fortuna, tras unos larguísimos segundos, el mástil apuntando al cielo, victorioso, como dando fe que tripulantes y enseres -aunque asustados y maltrechos- estaban íntegros e ilesos.

El segundo reto fue tener que hacer una larguísima travesía por el Atlántico africano (meses navegando sin tocar tierra). Les estaba vedado llegar a estos países africanos debido a las políticas discriminatorias de su país. Así es que optaron por seguir la línea recta, apartándose casi ¡dos mil kilómetros de la costa! Casi en las cercanías de Santa Elena (donde desterraron a Napoleón).

En el bochorno del trayecto, divisaron un puntito que se acercaba en el horizonte. Horas después, una embarcación con seis caras morenas y sonrientes, les pedían abordar para convivir con ellos, compartir la plática y quizás una bebida; cosa que no parecía descabellada después de tanto tiempo en soledad.

Un presentimiento pasó por la cabeza de Pearl, quien angustiada gritó… ¡Son piratas…! A lo que Roger angustiado se lanzó a encender el motor auxiliar; sus hijos izaron las velas a todo trapo, tratando de escapar de los bandidos, quienes cambiando su actitud, lazaron gritos amenazantes (por suerte no disparos).

Poco a poco, centímetro a centímetro, la distancia entre los barcos dichosamente se fue aumentando, con el motor a marchas forzadas y las velas a todo trapo. Un día. Dos días. Tres días. Y los pillos seguían su cacería que por fortuna lentamente iban perdiendo. Para colmo… una de esas noches, al estar revisando Roger al fatigado motor, y ver que un pequeño trapo se enredaba en la flecha… tratando de quitarlo… sus dedos quedaron atrapados entre los fierros. Y aunque los piratas ya casi se perdían de vista, la situación no podía ser más angustiante.

Media botella de whisky como anestésico; hilo de costura y polvos desinfectantes, sirvieron para que Pearl tratara de reconstruir los irreconocibles dedos de su marido.

No más de un mes después de aquellos terribles sucesos, Roger nos presumía las habilidades de costurera de su mujer y la valentía de sus hijos, mientras vaciábamos unas botellas de Vino Retsina a la orilla del embarcadero de Izmir en Turquía; intercambiando nuestras no pocas aventuras. Unas veces embarcados en el Catalunya (su “yate marino”), y otras veces en el On Toy (nuestro “yate terrestre”) que estacionábamos frente a ellos, cada que regresaban de alguna cercana isla de Grecia, a donde tenían que ir a sellar su visa, porque en Turquía no les permitían estar más de tres días, nuevamente debido al apartheid de su país.

Pitos, flautas y piratas de la loca humanidad.

TOMA NOTA

Cómo llegar

Los vuelos a Estambul varían entre los mil y los mil 500 dólares, ya sea por la aerolínea o las escalas. Las empresas que ofrecen el servicio son:

- United Airlines

- Air France

- Aeroméxico

- Delta Airlines

- Lufthansa

Dónde dormir

- Opciones de gran capital.
The Ritz-Carlton
http://www.ritzcarlton.com/en/Properties/Istanbul/Default.htm?mtid=marriott&locale=es&rn=

- Renaissance Istanbul Bosphorus Hotel
http://www.espanol.marriott.com/hotels/travel/istbo-renaissance-istanbul-bosphorus-hotel/

- Istanbul Marriott Hotel Asia
http://www.espanol.marriott.com/hotels/travel/istmc-istanbul-marriott-hotel-asia/
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