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MR. SANDMAN, LA MORFINA Y LA INMORTALIDAD

GUADALAJARA, JALISCO (24/JUL/2010).- Mi acercamiento a la música de Morphine fue por demás pintoresco, corría 1997 y después de una tertulia vespertina con los entonces compañeros de trabajo, las cervezas hicieron su trabajo más que bien y abandoné acompañado por uno de ellos el recinto localizado en la calle Pino Suárez, caminamos unas cuadras y abordamos el taxi que nos llevaría a nuestra nueva sede. Curiosamente el chofer escuchaba la desaparecida y todavía añorada “Stereo Soul” y sonó un tema por demás apesadumbrado, pocos elementos, mucha profundidad, Early to bed, terminó la canción y como tantas veces, me quedé con la duda de saber quién tocaba, y duré varios días tarareando la tonada hasta que el destino de nueva cuenta me llevó a una reunión al departamento de una vieja amiga que por aquellos días trabajaba en una tienda de discos, sonaba de fondo un sampler promocional de Universal Discos, y apareció magistralmente la mágica melodía. Desde entonces me declaro fan incondicional del extinto trío.

Después investigué todo lo referente a tan peculiar proyecto, y me hice de todo el material -confieso que gracias a la piratería-. Mark Sandman era un genio, de esos que no se dan muy a menudo, inventor del low-rock, su bajo con sólo dos cuerdas, la crudeza vocal y ese lánguido porte. Ya no se cocía al primer hervor cuando conjuntó Morphine en 1989, al lado de Dana Colley (saxofones) y Jerome Deupree (batería y percusiones), 37 años de edad y la experiencia previa de haber liderado el grupo de blues Treat Her Right en Boston, con quienes cosechó tres álbumes, después su participación en Supergroup, donde también estaba Chris Balew -líder de The Presidents of United States of America-.

En 1992 comenzaron las grabaciones de Good, y a la mitad de las mismas Deupree fue sustituido por Billy Conway en los tambores, y desde entonces la máquina estaba aceitada, una fructífera trayectoria en Norteamérica y Europa primordialmente. Un quinteto de álbumes de estudio, uno en vivo, y uno de “lados b” y rarezas escribieron la historia de un combo único e irrepetible en la historia de la música norteamericana, la genial chispa de Sandman para incorporar innumerables elementos a los temas, y apoderarse como ninguno del micrófono, además de crear el cómic The Twinemen a pluma y acuarelas, y fundar con sus compañeros de grupo el estudio de grabación Hi-n-Dry.

El 3 de julio de 1999 murió de un ataque al corazón tocando en el Festival “En el nombre del rock” celebrado en Palestrina, Italia, muy cerca de Roma. Sólo habían ejecutado cuatro temas, cuando dramáticamente se desplomó en el escenario, como un grande, como el mejor, ¿cuántos músicos desearían terminar sus días de esta manera?.
A 11 años de distancia sigue vigente, y con muchas tablas para alinear nuevas generaciones.

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