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Muy mochos, pero posmodernos

Un tercio de los tapatíos de hoy se reconocen como 'Católicos a mi manera'

GUADALAJARA, JALISCO (04/SEP/2016).- Una tendencia propia de la condición contemporánea, influenciada por la cultura del consumo, es acrecentar la autonomía del individuo y, concomitantemente, restarle fuerza a las instituciones. Esta tendencia en los estudios sobre religión contemporánea se tematizan como la tendencia a una subjetivación de lo religioso en aras de la desinstitucionalización de lo religioso. Si bien Guadalajara pareció ser impermeable a los cambios anunciados por la secularización del siglo XX que anunciaba disminuir la presencia e influencia de la religión en la sociedad; no parece contener la tendencia a la posmodernidad.

En 1996 realizamos la primera encuesta sobre Creencias y prácticas religiosas en la Zona Metropolitana de Guadalajara. La replicamos en 2006 y de nuevo la aplicamos en 2016. Esto nos permite no solo configurar cuál es el perfil creyente y practicante de los tapatíos, sino también ver si efectivamente tiene o no que ver con una tendencia a un cambio religioso contenido.

A partir de los resultados recientes arrojados por la encuesta lo primero que podemos afirmar es que Guadalajara sigue representando una sociedad hegemónicamente católica, cuya población parece resistirse a mudar de credo para abrazar otras ofertas o bien para abandonar su iglesia. La encuesta mantiene un porcentaje estable en la población católica (86.3% en contraste con la cifra de 86.5% registrado hace una década). Lo que sí cambió es que disminuyó la población sin religión (10% en 2006 y 7.5% 2016) y aumentó ligeramente la población de cristianos evangélicos (de 2.6% a 6.3%).

En el presente, casi la mitad de los encuestados, que como vimos son mayoritariamente católicos, están abiertos a asistir a una ceremonia de otra religión diferente a la suya (44.5% sí vs. 53% que no lo haría). De hecho, durante la aplicación de las encuestas, pudimos atestiguar que esta pregunta no es hipotética, pues 40% ya habían asistido a cultos de otras iglesias, pues la mayoría tiene algún familiar cercano que era converso a otro credo. Esto ha traído un cambio en la percepción hacia los que deciden cambiar de credo, que contrasta con las décadas anteriores. En el presente la mayoría (77.5%) afirma que respetaría la decisión de aquel miembro de su familia que decida convertirse a otra religión, y sólo 13% trataría de convencerlo de que está en un error; y 1% dice que no lo trataría más. Si consideramos que hace 20 años la cifra de la respuesta “respetaría su decisión” era 18 puntos porcentuales menor, y la de considerar que debía convencerlo de estar en un error era 20 puntos porcentuales mayor, constatamos un cambio de mentalidad del tapatío, que demuestra que la diversidad religiosa va abriendo paso a una cultura de apertura y respeto hacia la pluralidad religiosa.

Más de una tercera parte de los católicos se definen como Católicos por tradición (36%). Es decir que se mantienen en el catolicismo como una manera de continuar con lo que sus padres y abuelos les transmitieron. Llama la atención que una tercera parte (31%) se define como “católico a mi manera”, y que sólo el 18.5% se identifica como católico practicante. No obstante, es difícil pensar que los tapatíos en realidad sean poco practicantes cuando 43.8% reporta asistir cada semana a servicios religiosos y 8.8% dice asistir diariamente, el resto lo hace ocasionalmente, y sólo 6% dice no hacerlo nunca. Más aún, es difícil considerar que los tapatíos no son practicantes cuando para 62% sigue siendo muy importante la celebración de los bautizos, bodas y entierros mediante un ritual religioso.

No obstante, si nos acercamos a otras preferencias, podemos entender por qué una tercera parte de los encuestados prefieren definirse a sí mismos como Católicos a mi manera. Católico a mi manera expresa que cada cual decide los grados de compromiso con su institución. Pero también significa que cada católico tiene un cierto margen de libertad para decidir cómo creer, para opinar con respecto a situaciones sociales que difieren de los dogmas eclesiales, para hacer ciertas chapuzas entre el dogma y la práctica.

Por ejemplo, cuando les preguntamos si creían a Dios, la mayoría de los tapatíos afirma esta creencia (sólo 1.5% dice no creer, 2% se manifiesta como indiferente y 1.3% no contestó). Poco más de una tercera parte creen en Dios manteniendo la fórmula del dogma católico de la Santísima Trinidad y 20.3% lo hace concibiendo a Dios como un Dios Personal; pero lo que llama la atención es que 29% han incorporado una nueva fórmula para pensar o creer en Dios. Se trata de Dios como una fuerza vital o energía, la cual está siendo muy difundida por la oferta neoesotérica o por las sensibilidades New Age, hoy presentes en la sociedad tapatía. Algo similar ocurre con la creencia que la gente Alberga sobre lo que existe después de la muerte. 28.8% cree que habrá Resurrección y Juicio final; 26.5% creen que existe el Cielo y el Infierno; pero 14.8% creen en la Reencarnación (doctrina asociada con las religiones o filosofías orientales) y otro 14% dice no creer en nada, e incluso 8% dice que se logrará una unidad con el cosmos, creencia que está más ligada a entender la trascendencia dentro de una cosmovisión vinculada con las energías y la ley cósmica. Fórmulas “a mi manera” de creer en la trascendencia.

Ser católico a mi manera no implica que el creyente sea menos practicante, ni tampoco significa que no continúe practicando ceremonias tradicionales. Significa que a ello agrega otras experiencias. Lo cual no significa que dichas nuevas tendencias suplan a las tradicionales. Más bien el creyente a mi manera puede asistir a misa, sin por ello dejar de combinar sus tradiciones de peregrinar a santuarios (50%), leer la Biblia (60%) o rezar el rosario (62%), con otras prácticas no necesariamente promovidas por los curas o su parroquia. Mientras que 12% manifiesta participar en algún grupo de oración y 32% reporta apoyar actividades parroquiales; el resto realiza prácticas variadas que no necesariamente son fomentadas por los templos y que ocurren en otros espacios. Algunas de ellas son las heredadas por las tradiciones indígenas que continúan practicándose como parte del sincretismo popular, como son: el Altar de muertos (50%), Limpias con yerberos o curanderos (5%) pero otras tienen que ver con nuevas prácticas no tradicionales, como son  leer horóscopos (22%), practicar yoga y meditación (18%), leer libros de autoayuda (45%); cargarse de energía durante el equinoccio (7%) o practicar un ritual neomexicano (danza ritual o baño de temazcal: 7% ); asistir a la alineación de chakras 8%). En conjunto, si bien ninguna de estas prácticas es mayoritaria, si ofrecen una diversidad de formas de vivir la catolicidad de manera subjetiva, y de ir adoptando nuevas experiencias que van siendo incorporadas a sus menús creyentes a la carta.

Pero hay que subrayar que el ámbito donde se evidencia de manera franca la autonomía individual respecto a las directrices de la iglesia católica es el de la moral sexual. La aceptación del divorcio se ha incrementado de 35% en 1996, a 50% en 2016.  

La aceptación de la homosexualidad

De manera aún más impresionante, la aceptación de la homosexualidad que hace dos décadas registraba apenas 12 % hoy alcanza casi 41%. No obstante, es también notable que la aceptación abierta del aborto se incrementó muy poco de 8.2% a 9.8% en 20 años, y de hecho disminuyó con respecto a la cifra intermedia en 2006, que era de 19%. Adicionalmente a estas cifras, resulta interesante observar un rasgo común en la opinión que los habitantes de la ciudad tienen frente a los temas de moral sexual, que muestran que su posicionamiento ya no se determina por la convicción dogmática, sino por las circunstancias y sus posibles efectos. Cada vez son más los católicos que antes que definir una postura de acuerdo o desacuerdo con estas prácticas, antepone su consideración personal según se presente el caso, por lo que la cifra de la respuesta “depende” (sin decir de qué) asciende en 2016 a 13.5% con respecto al divorcio, 13% a la homosexualidad y 5.8% al aborto.

Resulta claro que un componente importante de ese ser católico “a mi manera” que parece definir a los tapatíos comprende la creciente independencia de criterio respecto a la autoridad eclesiástica en esta área de la vida. En el mismo sentido podemos interpretar cómo los valores considerados más importantes en la educación de los niños es el de “Amor al prójimo” (38%) mientras que la formación religiosa ha disminuido (de 28% en 1996 a 18% en 2016). Y al cuestionarlos sobre la institución que debe enseñar estos valores, la iglesia ocupa un lugar crecientemente secundario frente a la institución más “privada” e “íntima” de los tapatíos: la familia, que pasó en dos décadas de 71% a 89.5%. Este aumento se ha dado en detrimento de la importancia de la Iglesia, que pasó en el mismo período de ser considerada como la principal institución en la formación de valores por el 16% de los tapatíos, a serlo solamente para el 2%.  

En conjunto estas transformaciones presentes en las distintas dimensiones de la religiosidad de los tapatíos confirman una tendencia de largo plazo a nuevas configuraciones del ser católico, en donde, si bien la presencia de la matriz católica continúa siendo un lugar común de la identidad del tapatío, se ha distanciado de sus soportes eclesiales y dogmáticos y se ha individualizado para reconocerse, pensar y actuar como católicos a su manera.

Descripción metodológica

Universo de estudio: Población de 18 años y más que reside en los municipios de Guadalajara, Zapopan, San Pedro Tlaquepaque y Tonalá de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Objetivo general de la encuesta: Generar información para el análisis diacrónico de creencias y prácticas religiosas en la Zona Metropolitana de Guadalajara con respecto a los años 1996 y 2006.

Técnica de administración de los cuestionarios: Domiciliaria, cara a cara, garantizando el anonimato de los entrevistados.

Fecha de levantamiento: 17, 23 y 24 de mayo de 2016.

Técnica de muestreo: Probabilístico, bietápico estratificado por conglomerados.

Tamaño de la muestra: 400 casos.

Nivel de confianza: 95%

Grado de error estadístico: +/- 5%

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