Suplementos
Motor de arranque
No nos dejan conducir despacio
Hace algunas semanas, recibí para pruebas el Ford Fusion Híbrido. Diseñado para gastar poco combustible, el Fusion incentiva a los que lo conducimos, a manejar de la manera más económica posible. Lo hace a través de un adictivo video juego, ubicado en la parte derecha de su tablero. El juego se trata de ir dejando crecer un pequeño jardín. Comenzamos sin nada y en la medida que vamos conduciendo despacio, van apareciendo hojas verdes. Una tras otra, las flores van llenando la pantalla, siempre y cuando conduzcamos con cuidado y muy poca presión sobre el pedal del acelerador. Después de una buena cantidad de kilómetros rodados, los troncos de las plantas en nuestro jardín comienzan a hacerse más gruesos y robustos. Cuando nos acercamos a la conducción ideal, durante muchos kilómetros, podemos ver flores blancas naciendo en pequeños botones. En ese momento, sabemos que estamos sacando el máximo provecho posible de nuestro híbrido.
No en Guadalajara
El problema es que, en Guadalajara, jamás logré ver una sola flor. Esto se debe a que el momento de mayor consumo de gasolina, es al arrancar el auto. No me refiero a girar la llave y encenderlo, sino a pisar el acelerador para que el coche comience a moverse. Aquí, es casi imposible mantener una velocidad constante, la que permite el menor consumo posible.
Esto lo debemos al exceso de semáforos, a los criminosos topes, a los inevitables baches, pero también a nosotros mismos, que no sabemos conducir como deberíamos. ¿Por qué no lo sabemos? Porque nadie nos enseñó. Casi todos aprendimos a manejar con nuestro padre, hermano, un tío o un amigo.
Por esto es tan difícil la tarea de la Secretaría de Vialidad, por intentar reeducar. Si fuéramos, desde el principio, educados para conducir con propiedad, prudencia, consciencia, todo sería diferente.
Como no lo somos, y no sólo en México, en todo el mundo, tratamos el auto como un objeto del deseo. Mientras más poder, mejor. El que acelera más rápido es el más deseado. Como sociedad, hemos premiado la velocidad, la misma velocidad que hoy, por peligrosa, intentamos frenar.
Mirarlo con nuevos ojos
En mi intento por conducir “civilizadamente” con el Fusion Híbrido, percibí que todos te empujan a acelerar. Si vamos por la avenida López Mateos a 60 km/h, que es la velocidad máxima permitida en el lugar, veremos como nos rebasan todos. Algunos, visiblemente irritados, nos voltean a ver con cara de que les estamos ofendiendo, o al menos estorbando de manera clara. Ahora con la “foto multa”, quisiera pensar que esto se dará sólo hasta que las primeras infracciones lleguen a las casas de los más rápidos al volante. La Secretaría de Vialidad ya anunció una acción que me parece digna de aplausos, de visitar a los infractores recurrentes y platicar con ellos para hacerlos comprender el peligro –y el costo- de su acción.
Haga usted mismo el ejercicio, intente no rebasar los 60 kilómetros por hora en López Mateos. Ya comprenderá lo que digo.
Ahora, en lugares donde no hay aún las cámaras/radares, a veces hay operativos de Vialidad que muestran la ineficiencia de los hombres para hacer esta tarea, como me comentó un amigo el otro día. Me decía él, algo irritado, que fue multado por un “operativo” de Vialidad, por un oficial con una pistola de radar, que lo captó a 82 km/h en una zona de 60 km/h. Claro que él reconoce su infracción, lo que le molesta es que, delante de él iba “un VW Gol mucho más rápido que yo y el policía me apuntó la pistola a mí”. Bueno, le tuve que recordar que él manejaba un BMW y ante los ojos mal acostumbrados de un policía de Tránsito, éstos son los que manejan rápido. Una cámara/radar hubiera sido mucho más justa y hoy, ambos tendrían una infracción.
El hecho es que todos, ciudadanos y autoridades, estamos aprendiendo algo nuevo. Necesitamos tener la mente abierta a esto. Y cuando veamos a un “lento” adelante, más que irritarnos por su conducta, recordemos de sumarnos a él, incluso aplaudirlo. Él está haciendo lo que nosotros deberíamos hacer. El problema es encontrar la humildad para reconocerlo.
Síguenos en