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¿Cuánto cuesta educarnos?
Impunidad
La respuesta es simple y cruda: por la impunidad. En México Lindo y Querido, conocemos las formas de darle la vuelta a la ley. La más usada de ellas es la corrupción. En el discurso, todos somos contra la corrupción, pero en la práctica la usamos como una herramienta para “facilitar” la vida. Buscamos estar enterados de los precios de las multas sólo para saber cuál será el tamaño de la “mordida”. En las comidas, cenas y bares, hablamos de lo poco que ganan los policías, viales o no, haciendo hincapié de que esto debe cambiar. Pero saliendo del restaurante, si nos toca una “retén” con derecho a “alcoholímetro”, somos los primeros a preguntar al oficial si “¿No hay otra forma de resolver el problema?”.
Es una costumbre tan vieja, que sería muy difícil cambiarla por los métodos que, al menos teóricamente, hemos defendido desde siempre, por la vía de una remuneración más justa a los agentes de tránsito.
Cámaras amigas
Por esto, aplaudo con fuerza y de pie, la instalación de las cámaras de vigilancia en el Periférico. Porque ahí, la única forma de no ser multado, es conducir como se debe. Ya no se podrá pagar una fracción de la multa en forma de mordida para evitar el gasto mayor.
Primero, tendremos que manejar a una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora en el Periférico, lo que ya debe ayudar mucho a bajar el elevadísimo número de fatalidades en esa arteria. Pero lo ideal es que el esquema de vigilancia por cámaras con las multas enviadas a domicilio, vaya creciendo hasta llegar a todos los demás tipos de infracción. Las cámaras sirven para todo, desde hacernos conducir más prudentemente, hasta para identificar algún criminoso. Son más baratas y confiables que un ser humano.
Hoy en día, muchos conductores se desplazan como si fueron los únicos en las calles. No toman en consideración a los demás. Cambian de carril de manera abrupta; frenan y aceleran a placer; hacen vueltas donde no pueden y entran en sentido contrario en las colonias con el pretexto de que “no más en un cachito de la cuarda, no pasa nada”.
Nada de esto se haría si las leyes fueran aplicadas. Por esto, en Estados Unidos, nos portamos tan bien, porque sabemos que allá, un intento de “mordida” a un oficial de policía puede terminar en la cárcel. Mientras no tengamos esto por aquí, más vale que al menos tengamos cámaras. Con ellas, se afectará el nervio más importante del cuerpo humano: la cartera. A ver si así nos portamos mejor.
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