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Motor de arranque

Espejito, espejito

GUADALAJARA, JALISCO (12/FEB/2011).-  No hace mucho un amigo compró, en buena parte por indicación mía, un auto Premium. Muy contento, lo condujo los primeros días sin ningún problema, disfrutando la precisión de manejo y los buenos terminados. También, porque no, una que otra mirada de admiración y hasta envidia. Hasta que los amantes de lo ajeno lo encontraron estacionado en una calle y se llevaron sus dos espejos retrovisores. Ahí terminó su alegría y comenzó nuestra historia.

Ese amigo descubrió por las malas, que el seguro a que su arrendadora lo había obligado a usar, no cubría robo parcial. El costo de ambos espejos, que incluyan sus bases porque éstas también fueron robadas, era superior a los quince mil pesos. “Por qué fui comprar un Premium”, seguramente le pasó por la cabeza cuando se vio con el problema en sus manos.

No era, sin embargo, lo peor.

Al visitar la agencia para pedir un repuesto para sus espejos, descubrió que tendría que esperar “entre dos y tres semanas” para que le llegara el reemplazo. Al tanto del problema, me puse a investigar por qué tanto tiempo para reponer algo que, por la frecuencia con que los roban, deberían tener en existencia tanto el distribuidor como la marca.

Pero la cosa no es tan sencilla. Un auto Premium implica una variedad de opciones normalmente mayor que la existente en uno de volumen. Un espejo retrovisor, aunque se vea idéntico por fuera, no lo es por dentro. Su base depende de la versión del auto. Si el coche en cuestión tiene asientos con memoria, esto significa que la posición de los espejos también se registra en esa memoria y eso implica una base con una determinada forma y cableado. Si tiene calefacción, ya es distinto. Caso tenga ambos, también la base será otra. Las variaciones son tantas, que el costo financiero para que un distribuidor tenga esas partes en su inventario resulta muy elevado. Lo mismo ocurre con la marca en sí, ya que ésta sufriría del mismo problema, pero a escala nacional.


Sería sencillo de entender el problema caso el robo de partes fuera algo más o menos localizado en México o en pocos países más. Pero no es así. Una rápida visita en “Google” es suficiente para que nos demos cuenta de que el robo de autopartes, entre ruedas, espejos, faros y parrillas, por nombrar las más frecuentemente sustraídas, es un problema universal y no se limita. Esto nos remite a que las marcas tienen que hacer algo para prevenirlo desde el mismo diseño del auto.

En México es común ver a coches con la ya tradicional marca alrededor de las lunas, que protege su robo. Pero contra el robo del espejo con todo y su carcaza exterior, no hay aún protección, al menos no una viable o estéticamente aceptable (hay quienes ponen una lámina de metal remachada entre la base y la carrocería).

Entiendo que tal vez la solución no sea sencilla, tampoco barata, pero creo que hay que buscarla. Tal vez sea cosa de hacer que la base se rompa completamente y se quede inservible una vez robada. Claro, siempre hay la posibilidad de que se robe toda la base con tal de hacerse sólo de la “luna”. Pero el robo sólo existe porque hay un mercado negro de autopartes, obviamente vendidas a un precio mucho más bajo que el que cobra un distribuidor autorizado o una tienda formal de autopartes. Caso los ladrones no puedan vender lo que robaron, el robo ya no les servirá. Si un cliente tuvo su espejo robado con todo y base y los ladrones ya no tienen esa base para venderles, sólo la luna, esto ya no le es suficiente.

Claro, lo ideal es que las autoridades impidan la actividad ilícita, pero esto es casi utópico. En países conocidos por su seguridad urbana, como Japón o Suiza, existe el robo de autopartes, en América Latina, bueno, ni qué decir.
Así, me parece que cabe a las marcas el papel de terminar con esa plaga en la que se ha transformado el robo de autopartes. Una solución ya fue usada por algunas, que es regalar o vender a un muy bajo precio las partes robadas. Otra, que me parece más factible a largo plazo, es que los autos se diseñen de tal forma, que el robo de sus partes ya no sea negocio para los amantes de lo ajeno.
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