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Motor de arranque
Aprendizajes, sonrisas y el auto del pueblo
Una de ellas fue con Luca di Meo. Viviendo su cuarta década de vida, Di Meo dice que a los cinco años de edad ya sabía que iba a trabajar en este medio. Su inteligencia queda manifiesta en cada respuesta, al igual que en la mirada, en la actitud, en la gentileza con que se comporta.
La primera vez que lo entrevisté, ese italiano trabajaba para Fiat. Hoy es el responsable de la mercadotecnia global de la marca Volkswagen, un cargo que ocupa hace tan sólo un año. Di Meo piensa antes de contestar cualquier cosa. Su agudeza mental, empero, no lo aleja del hecho de que es, como todos nosotros, un ser humano. Y observarlo como tal puede ser tan o más interesante que apuntar las invariablemente medidas palabras que salen por su boca. Por esto, cuando le pregunté si la estrategia de Volkswagen para ser el fabricante número uno del mundo en 2018, pasaba por al menos una adquisición de una marca, la respuesta que buscabano vino de su voz, aunque sí de sus labios, que mostraron una ligera pero perceptible sonrisa justo cuando pronuncié la palabra “adquisición”. La respuesta que dio Di Meo fue que él no era “la persona correcta para responder esa cuestión”. Pero por un minúsculo instante, su sonrisa contestó de la manera que él no quería hacerlo.
Más tarde, cuestionado sobre el lanzamiento del futuro Beetle y su importancia específica para el mercado estadounidense, Di Meo dijo que ese auto, que será hecho en Puebla como el actual, será un auto “mucho más global. Más semejante a lo que en su época fue el original”.
Esas respuestas, la involuntaria y la pensada, junto con el lanzamiento del nuevo Passat en Estados Unidos, me dejaron con una claridad que no tenía sobre cómo Volkswagen pretende hacer las cosas en el futuro inmediato. Súmese a todo un poco de conocimiento previo y entenderemos que el Grupo VW quiere adquirir una marca relativamente grande, que sume lo suficiente a sus actuales cinco millones de unidades vendidas por año, para estar más cerca de los ocho o nueve millones de vehículos que necesitará para transformarse en el grupo automotor más fuerte del mundo. El blanco, ya la mayoría sabe, es la japonesa Suzuki, pero seguramente habrá algún plan B, que puede ser una marca china, rusa o europea.
Por lo que dijo Di Meo y por la forma cómo están buscando posicionar el nuevo Passat en Estados Unidos, Volkswagen no sólo quiere hacer autos de lujo como el sedán Phaeton o la SUV Touareg, también quiere volver a sus raíces y ser, de nuevo, el fabricante de “autos del pueblo”, que es el significado en alemán de su propio nombre. El futuro Beetle la acercará a esto, pero otros modelos, derivados posiblemente del concepto Up, presentado en Frankfurt hace un par de años, complementarán la nada sencilla tarea.
Volkswagen algún día fue una “compañía de un solo auto”, como dijo el entonces Jefe Ejecutivo de la marca, Ferdinand Piëch, en la presentación de la primera generación del New Beetle, en Atlanta, en el ya lejano año de 1998. En el mismo discurso, Piëch prometió que esto jamás volvería a ocurrir. Hoy vemos que cumplió su promesa. El Grupo Volkswagen tiene 10 marcas y deberá tener 11 muy pronto. Pero lo mejor de todo, lo que no dijo Piëch en aquel momento, es que la marca sobre la cual él aún mantiene de alguna manera el control, volvería a ser el fabricante por excelencia de autos populares. Esta puede no ser exactamente una noticia, pero para mí fue una de las cosas que aprendí –y me gustaron- en el salón de Detroit. 2011, sin duda, es un año que promete.
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