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Motor de arranque
¿Derecha o izquierda?
Manejo de la crisis
Cuando la situación económica mundial declinó en 2008, el mundo se puso a temblar. México, en especial, tan dependiente de Estados Unidos, sabía que las consecuencias de la crisis serían pesadas y difíciles de cargar. Con la caída de la confianza de los consumidores en Norteamérica, las ventas de autos desplomaron de inmediato. Con ello, muchos empleos se perdieron. La economía en general se afectó profundamente. Estados Unidos, el que durante varias décadas fue el mayor mercado del mundo, vio sus ventas internas bajaron de 17.5 millones en 2006 para 10.3 millones en 2009, dejando que China lo rebasara como mayor consumidor de vehículos del planeta.
Ante la situación, el gobierno de Barack Obama creó un programa de incentivo, con un costo de tres mil millones de dólares para incentivar la venta de autos. La idea no era sólo vender más coches, pero sí proteger a una industria que emplea a muchos millones de estadounidenses.
En México, Felipe Calderón creó un complicadísimo sistema que implicaba dar un auto viejo para tener acceso a uno nuevo, con la exigencia de papeleo que parecía interminable y con el requisito de que los autos viejos fueran destruidos por empresas calificadas para tal, inexistentes en muchas localidades, incluyendo Guadalajara, que tardó en tener una.
¿Brasil? Simplemente eliminó el principal impuesto que incide sobre los autos. Su mercado ni siquiera sintió la crisis y las empresas del sector, que a principios de 2009 hicieron recortes de personal movidas por el pánico, terminaron el año recontratando. El mercado brasileño va a terminar 2010 por arriba de Alemania, como el cuarto mayor del mundo, luego de China, Estados Unidos y Japón.
El sentido común
Dos días antes de la elección brasileña, en un debate transmitido en vivo para todo el país, Rousseff y José Serra, su opositor del “liberal” PSDB, contestaron muchas preguntas. Una de ellas, era sobre el manejo de impuestos. Serra dijo ser “sincero” y declaró que el país “no podía darse el lujo de perder recaudación”. Fue una forma de decir que los impuestos, en su hipotético gobierno, serían iguales o más pesados que hoy en día. Dilma Rousseff, la antigua “guerrillera” como algunos la definen, sonrío y recordó que el gobierno Lula había bajado impuestos en el caso de la crisis del mercado automotor, con la consecuencia que ante la mayor venta de autos, recaudaron más dinero por conceptos como el impuesto sobre el consumo, el emplazamiento, la mayor venta de seguros, etcétera. Sin contar que, con esa acción, el gobierno brasileño no sólo mantuvo empleos, sino que generó muchos más. De hecho, en ocho años, el gobierno de Lula generó 15 millones de empleos, 254 mil de esos, sólo durante septiembre pasado.
¿A quién le vamos, pues? ¿Izquierda o derecha? Tradicionalmente el sector productivo, el empresariado, se la inclinado hacia la derecha. Pero Brasil nos da un ejemplo de que esto no necesariamente es lo más inteligente. Por lo menos desde el punto de vista de la industria automotriz, debe haber más tranquilidad con la victoria de Dilma que la que hubieran tenido caso Serra fuera el próximo presidente brasileño.
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