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Motor de arranque
La única certeza es la incertidumbre
Es casi imposible para un tapatío, tener una idea clara de las dimensiones de un salón como el de París. Es algo así como unas siete u ocho veces el área de exhibición de Expo Guadalajara. Un solo stand de una marca europea importante, como Volkswagen, por ejemplo, ocuparía por lo menos la mitad del salón principal del centro de exhibiciones tapatío. En ese ambiente, el mayor objetivo de los fabricantes es pasar una imagen de fuerza. Todo es grande, lujoso, hasta ostentoso. Las luces aumentan el calor generado por más de cinco mil periodistas de todo el mundo. Las edecanes pueden entrar en cualquier concurso de belleza internacional y están entrenadas para sonreír siempre, principalmente cuando una cámara se le acerca. Y claro, están los autos. Algunos buscan convencer por su potencia, como el Bugatti Veyron Super Sport, que alcanzó el récord mundial de velocidad para un auto de producción, al llegar a los 431 kilómetros hora. Su brutal aceleración lo hace capaz de llegar de cero a 300 km/h en poco más de 14 segundos. El Lamborghini Sesto Elemento tiene una potencia tan grande, que cada caballo de fuerza sólo tiene la tarea de mover a 1.7 kilogramos de peso.
Otros autos procuran conquistar por su diseño, como el Alfa Romeo Giulietta. Por las dudas, Fiat, su dueña, pone dos hermosas mujeres a su lado, para generar más fotos.
La única constante es, realmente, la búsqueda por un combustible alterno. Toyota sigue apostando por el Prius. Chevrolet aún exhibe el Volt, que probablemente tenga el récord mundial de presentaciones antes de su lanzamiento. Renault mostró un concepto Zoe Preview, un auto totalmente eléctrico que puede ser considerado una versión estéticamente mejor logrado que el Nissan Leaf. Fiat continúa apostando por sus motores Multi-Air, que por lo menos están más cerca de la realidad al proponer, simplemente, una más eficiente máquina que usa gasolina.
El hecho es que ni híbridos, ni eléctricos, ni los autos que usan hidrógeno, tienen la unanimidad sobre la tecnología que aplican. Son propuestas, unas más efectivas que otras. Todas, sin excepción, son muy caras y éste es su gran problema.
Por esto, por lo menos en mi caso, cuando salgo de una feria como la de París, me traigo en la mente los buenos momentos que invariablemente guardo por convivir por unos días con la inigualable belleza de la ciudad, además de autos cuya aplicación es cercana, palpable, real, como el BMW X3; el Land Rover Evoque; el Peugeot 508 o el Audi A7 Sportback.
Todo lo demás se borra de mi mente casi tan rápidamente como salgo de su presencia. Regreso a casa, como siempre, con la sensación de que si hay una certeza sobre el futuro de la industria, es el cambio, la búsqueda, la incertidumbre.
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