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Daño colateral

GUADALAJARA, JALISCO (04/SEP/2010).- Pocos podrán estar en desacuerdo en que el combate al narcotráfico es un deber del estado. Claro, las formas podrán ser discutidas, pero de sana consciencia, la mayoría sí creemos que la lucha debe existir. En lo que va del año, en dos ocasiones el Gobierno Federal atacó el lavado de dinero de una manera directa. En ambas, el golpe fue tan duro que llegó justo al hígado de la industria automotriz.

El primero de esos intentos por controlar el lavado de dinero, fue prohibir los depósitos en dólares. Con esto sufrieron más que nada las marcas de lujo, que en algunas ocasiones tenían cerca de 40% de sus ventas hechas en efectivo en la moneda estadounidense.

Como decía Isaac Newton, para cada acción corresponde otra equivalente, de la misma fuerza, en sentido contrario. Lo que ocurrió con las ventas que antes se hacían en dólares fue que apareció, de inmediato, un mercado paralelo que gustoso acepta los dólares, cambiándolos por pesos. Qué hacen después con esos dólares es otra cosa. El hecho es que el lavado de dinero a través la compra de autos, sólo dio una pequeña vuelta, se hizo algo más caro, porque el mercado paralelo, por supuesto, toma esos dólares a un precio inferior que el de las tradicionales casas de cambio.

Sin embargo, el segundo golpe fue más duro. Porque al prohibir la venta de autos de más de 100 mil pesos, hecha con efectivo, en cualquier moneda, el Gobierno frenó  de tajo las operaciones de ese tipo. Al menos mientras alguna otra reacción similar a la anterior, no aparezca. Yo, al menos, confieso que no sé de qué manera alguien pudiera contrarrestar la nueva ofensiva federal, pero los mexicanos somos muy creativos, seguramente a alguien se le ocurrirá algo.

El detalle es que, mientras eso no sucede, muchos distribuidores de vehículos perderán ventas jugosas y no necesariamente porque ya no tendrán a narcotraficantes como clientes. Ciertas agencias de autos, nos han comentado que poco menos de 20 por ciento de sus ventas se hacen en efectivo. Los clientes que pagan de esta manera, lo hacen porque en su vida profesional, reciben en efectivo. Son generalmente profesionistas, Médicos, dentistas, abogados o contadores. Otros, tienen puestos en los “tianguis” o venden tacos en la esquina. De una u otra manera, hacen parte, al menos parcialmente, de la llamada “economía informal”. Como parte de su dinero les llega en efectivo y depositarlo implica un mayor impuesto a pagar, pues guardan el dinero “bajo el colchón”. Ese dinero, más tarde, se usaba para comprar algunos bienes, como un automóvil.

Así, las nuevas disposiciones pueden ayudar a “formalizar” la economía, al menos desde el punto de vista de alguien que, como yo, entiende muy poco o nada de economía.

Pero lo que sí sé, es que la industria automotriz es una de las cuatro más importantes de este país. Pelea con el turismo por el tercer puesto, por debajo de los ingresos petroleros y las remesas de dólares desde Estados Unidos. Tiene fuertes implicaciones en nuestra vida, como la contaminación que generan los autos. Y aquí cabe recordar que, mientras más viejos, más contaminantes son los coches. Al frenar la venta de nuevos y permitir, como se ha hecho, la entrada de usados desde la frontera norte. Estamos trabajando contra el país, contra una industria que representa nada menos que 20% del Producto Interno Bruto manufacturero.

No digo que no hay que combatir el narcotráfico. De nuevo, pienso que cualquiera, sabe que esto debe ser hecho. Lo que sí creo es que todas las iniciativas deben estudiar muy bien sus consecuencias. Afectar una industria como la automotriz, puede ser algo mucho más fuerte que un simple daño colateral.
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