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Motor de arranque
La nueva Renault
Renault, más que nada por su mezcla tan afortunada de buen manejo, motor poderoso, económico y con precio razonable.
Era un tiempo en el que, en este país, la única otra opción Europea era Volkswagen, que entonces ofrecía el Vocho, la Caribe y el Atlantic, su versión sedán. Renault era, para muchos “la” alternativa, la opción inteligente, la marca de los conocedores.
Había, empero, una fama no muy positiva, la de que sus coches eran “buenos, pero delicados”. En otras palabras, la durabilidad no era precisamente su fuerte.
Empero, hay que reconocer, era un problema muy común en toda la industria hasta los años 80 y principios de los 90, algo que sólo comenzó a cambiar con la expansión de las marcas japonesas, especialmente Honda y Toyota.
La salida de Renault en 1986, movida por la imposición del Gobierno mexicano de que para vender aquí había que producir en suelo nacional, dejó a muchos “huérfanos”.
Gente que quedó tan dolida que a su regreso, al menos en el principio, le volteó la cara. Poco a poco, empero, esa magia de los autos franceses, aún más de Renault, fue volviendo a conquistar los mexicanos.
Ese balance único entre confort y estabilidad, esa forma de ofrecer mucho poder y agarre, estaba de nuevo al alcance en autos como, por ejemplo, el Clio Sport.
Empero, paulatinamente, volvieron los problemas de durabilidad, que se sumaron a algunos de servicio. Y el prestigio de la marca fue cayendo, ayudado incluso por un público que ya se había acostumbrado a exigir más que antes, por la presencia de los japoneses de Honda.
Por ello, hoy Renault trabaja para revertir el cuadro y a pesar de que tiene mucha labor por delante, va en el camino correcto.
Para los entusiastas, los tradicionales “renoleros”, el cambio será difícil de digerir. Porque el auto tradicional de la marca estará más lejos. Con el Euro a casi 19 pesos y los productos europeos con mucho equipo y sofisticación, su precio en México deja a la marca fuera de mercado.
Tanto, que el nuevo Mégane, ya mostrado desde el pasado salón de París, no vendrá a México. Al menos de acuerdo con lo que está decidido en este final de mayo de 2009. Aunque todo puede cambiar.
Renault en México tendrá ahora dos nuevas fuentes de donde traer autos. La primera es Corea, de donde ya nos llegan el Safrane y el Koleos. La segunda es Brasil, de donde vendrán el Sandero y el Clio Symbol, que hoy es vendido en México como Nissan Platina.
Claro que el Symbol será la siguiente generación del “Platina”, que ya está a la venta en Sudamérica.
Pero esto no es todo. El mismo Carlos Ghosn, Presidente de la Alianza Renault-Nissan, me comentó el año pasado, en corto y con una sonrisa, que “los planes de producción de Renault en México pueden cambiar”.
Esto fue una bien intencionada “pista” sobre la dirección que tendrá Renault en México por los siguientes años. Porque aquí se dejará pronto de fabricar el Clio, pero haremos otro auto, seguramente en Aguascalientes, que será enviado a otras partes del mundo, con certeza con Brasil y Corea entre ellas.
El detalle es que el consumidor tradicional de Renault, podrá quedarse de nuevo huérfano. Ahora no por la ausencia de la marca, pero sí por la falta de autos con ese espíritu de Renault que tanto aprecian. Koleos y Safrane ya son ejemplos de ello.
No son Renault tradicionales, pero esto también tiene su lado positivo. Y éste es el hecho de que son ahora autos mejor adaptados a México, que deberán implicar en muchas menos visitas a los distribuidores de la marca.
Cuándo éstas se den, empero, Renault estará mejor preparada que antes, por lo que pudimos ver por un paseo que hicimos a una agencia de la marca, no hace muchos días. La prioridad de Renault, desde hace al menos un par de años, es la calidad. Y esto, finalmente, ya se empieza a percibir en los productos y servicios de la casa francesa.
Puede ser que el “renolero” extrañe la verdadera esencia de los productos Renault a que estaban acostumbrados, pero el mexicano normal, que sólo quiere un coche bueno, poderoso, de buen manejo y durabilidad, estará más que agradecido con el arribo de la “nueva Renault”.
Cuando Renault regresó a México en 2001, generó muchas expectativas. Muchos eran fieles seguidores de la marca francesa, conocidos como “renoleros”. Tenían amor por los coches de
Era un tiempo en el que, en este país, la única otra opción Europea era Volkswagen, que entonces ofrecía el Vocho, la Caribe y el Atlantic, su versión sedán. Renault era, para muchos “la” alternativa, la opción inteligente, la marca de los conocedores.
Había, empero, una fama no muy positiva, la de que sus coches eran “buenos, pero delicados”. En otras palabras, la durabilidad no era precisamente su fuerte.
Empero, hay que reconocer, era un problema muy común en toda la industria hasta los años 80 y principios de los 90, algo que sólo comenzó a cambiar con la expansión de las marcas japonesas, especialmente Honda y Toyota.
La salida de Renault en 1986, movida por la imposición del Gobierno mexicano de que para vender aquí había que producir en suelo nacional, dejó a muchos “huérfanos”.
Gente que quedó tan dolida que a su regreso, al menos en el principio, le volteó la cara. Poco a poco, empero, esa magia de los autos franceses, aún más de Renault, fue volviendo a conquistar los mexicanos.
Ese balance único entre confort y estabilidad, esa forma de ofrecer mucho poder y agarre, estaba de nuevo al alcance en autos como, por ejemplo, el Clio Sport.
Empero, paulatinamente, volvieron los problemas de durabilidad, que se sumaron a algunos de servicio. Y el prestigio de la marca fue cayendo, ayudado incluso por un público que ya se había acostumbrado a exigir más que antes, por la presencia de los japoneses de Honda.
Por ello, hoy Renault trabaja para revertir el cuadro y a pesar de que tiene mucha labor por delante, va en el camino correcto.
Para los entusiastas, los tradicionales “renoleros”, el cambio será difícil de digerir. Porque el auto tradicional de la marca estará más lejos. Con el Euro a casi 19 pesos y los productos europeos con mucho equipo y sofisticación, su precio en México deja a la marca fuera de mercado.
Tanto, que el nuevo Mégane, ya mostrado desde el pasado salón de París, no vendrá a México. Al menos de acuerdo con lo que está decidido en este final de mayo de 2009. Aunque todo puede cambiar.
Renault en México tendrá ahora dos nuevas fuentes de donde traer autos. La primera es Corea, de donde ya nos llegan el Safrane y el Koleos. La segunda es Brasil, de donde vendrán el Sandero y el Clio Symbol, que hoy es vendido en México como Nissan Platina.
Claro que el Symbol será la siguiente generación del “Platina”, que ya está a la venta en Sudamérica.
Pero esto no es todo. El mismo Carlos Ghosn, Presidente de la Alianza Renault-Nissan, me comentó el año pasado, en corto y con una sonrisa, que “los planes de producción de Renault en México pueden cambiar”.
Esto fue una bien intencionada “pista” sobre la dirección que tendrá Renault en México por los siguientes años. Porque aquí se dejará pronto de fabricar el Clio, pero haremos otro auto, seguramente en Aguascalientes, que será enviado a otras partes del mundo, con certeza con Brasil y Corea entre ellas.
El detalle es que el consumidor tradicional de Renault, podrá quedarse de nuevo huérfano. Ahora no por la ausencia de la marca, pero sí por la falta de autos con ese espíritu de Renault que tanto aprecian. Koleos y Safrane ya son ejemplos de ello.
No son Renault tradicionales, pero esto también tiene su lado positivo. Y éste es el hecho de que son ahora autos mejor adaptados a México, que deberán implicar en muchas menos visitas a los distribuidores de la marca.
Cuándo éstas se den, empero, Renault estará mejor preparada que antes, por lo que pudimos ver por un paseo que hicimos a una agencia de la marca, no hace muchos días. La prioridad de Renault, desde hace al menos un par de años, es la calidad. Y esto, finalmente, ya se empieza a percibir en los productos y servicios de la casa francesa.
Puede ser que el “renolero” extrañe la verdadera esencia de los productos Renault a que estaban acostumbrados, pero el mexicano normal, que sólo quiere un coche bueno, poderoso, de buen manejo y durabilidad, estará más que agradecido con el arribo de la “nueva Renault”.
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