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La luz al final del mandato

No hay muchas noticias buenas salidas directamente de la administración de George W. Bush, el Presidente de Estados Unidos hasta el 20 de enero próximo. Pero al menos antes del final de su gestión, Bush dio una muestra de sentido común (rarísimo en él) al firmar el préstamo inmediato que las empresas estadounidenses fabricantes de automóviles, General Motors y Chrysler, necesitaban. Si no es LA luz al final del túnel, al menos fue UNA luz al final de su mandato.

Ahora, vamos a ver si estas armadoras aprendieron la lección.

El préstamo finalmente concedido es una buena noticia. Tanto, que pocas horas después las acciones de los fabricantes habían subido mucho. GM ganaba poco más de 16 por ciento y hasta Ford, que no participa de la ayuda federal, vio a sus acciones arriba por más de 6 por ciento.

Gracias a los 13.4 mil millones de dólares que serán repasados a GM (9.4 entre este diciembre y enero, pudiendo tener otros 4 mil en febrero, lo que haría que el total de la ayuda llegara a 17.4 mil millones) y Chrysler (4 mil millones, este próximo día 29), las armadoras deben evitar el “capítulo 11”, es decir, la bancarrota, que todos creen sería una mala salida debido a la muy pobre imagen que tendría una empresa en una situación como estas, para vender automóviles.

La ayuda está condicionada y esto es, también, una muy buena noticia. Antes de marzo próximo, GM y Chrysler deben mostrar que son empresas viables, que pueden encontrar su salud financiera debido a este dinero que, en este momento, es vital para la supervivencia.

Chrysler ya dijo, en una carta de su Jefe Ejecutivo, Bob Nardelli, a sus empleados, que el dinero servirá para sanar la empresa y que trabajarán más que nunca para hacer vehículos que la gente quiere comprar. Nardelli dijo que Chrysler tendrá 24 nuevos vehículos entre 2009 y 2012. También declaró que su marca apostará todo por los vehículos eléctricos y estima que, para 2013, ya se habrán vendido más de medio millón de Chrysler que funcionen exclusivamente con energía eléctrica. Suena bonito. Suena, de hecho, demasiado bonito para ser cierto. Pero hay que darles, por supuesto, el beneficio de la duda.

General Motors sólo ha dicho que hará su tarea. Que la empresa se recuperará de su bache actual y encontrará su camino hacia el futuro.

El préstamo otorgado por la administración de Bush, implica sacrificios. Algunos obligan a acabar con despilfarros del estilo que hace que los altos ejecutivos vuelen en aviones privados. Otros, rezan que el Gobierno Federal estadounidense tendrá poder de voto sobre cualquier decisión que implique un gasto o inversión superior a los 100 millones de dólares.

Pero otra exigencia podrá ser más difícil de cumplir e implica en un acuerdo con los trabajadores sindicalizados, para que acepten nuevas condiciones. En otras palabras, los sueldos y sus prestaciones no pueden seguir tan generosas como las actuales.

Ron Gettelfingen, presidente de la UAW (Unión de los Trabajadoras de la Industria Automotriz, por sus siglas en inglés), ya dijo que negociará con la administración de Barack Obama —quien será el nuevo Presidente estadounidense en funciones a partir del 20 de enero próximo— para “quitar o modificar condiciones injustas” incluidas en el préstamo.

Tiene razón Gettelfingen. Los pobres trabajadores bajo su mando ganan, en promedio, incluyendo sus prestaciones, poco más de 55 dólares por hora. Si multiplicamos por ocho horas por día, cinco días por semana, 22 días por mes y ponemos el dólar a trece pesos, esto representa un poco más de 125 mil pesos por mes. ¿Quién puede vivir dignamente con tan poco? Es cierto, los trabajadores recién ingresados “sólo” ganan 14 dólares por hora, lo que significa la miserable cantidad de 32 mil pesos por mes. Pero también es verdad que los más viejos llegan a los 70 dólares por hora, incluyendo sus seguros de gastos médicos. ¿Cuánto es esto en pesos y por mes? 160 mil pesos mexicanos. Uno sólo de estos trabajadores gana más que 50 obreros de Honda de México, cuyo sueldo, incluyendo prestaciones, debe andar alrededor de seis mil pesos por mes.

Sólo para ilustrar, un trabajador de Toyota en Georgetown, Kentucky, gana en promedio 30 dólares por hora. Y no está inscrito en ningún sindicato.

De no mostrarse capaces de administrarse hasta marzo, GM y Chrysler deben cumplir una parte de las condiciones del préstamo que implica que el dinero hoy prestado debe ser regresado a los cofres del Tesoro estadounidense.

El problema, como bien describió un distribuidor de GM del sur de Estados Unidos, es cómo convencer a la gente para volver a comprar autos de aquí a marzo.

No hay tiempo para lanzar nuevos modelos. No hay condiciones de mejorar la calidad o transformar una obsoleta línea de productos.

La única opción es el ahorro. GM ya anunció, la semana pasada, el paro técnico en 20 de sus plantas, incluyendo tres en México. Chrysler avisó en esta semana que detendrá, por un mes, la producción en TODAS sus fábricas.

Pero sigue haciendo falta algo que no está en sus manos cambiar: crédito. Sin él, los clientes no volverán y esto depende de ayuda a bancos, no a las armadoras, al menos no directamente. Son los 700 mil millones de dólares que el Gobierno de Bush anunció que inyectará en su sistema financiero, lo que puede realmente salvar de la crisis a los fabricantes de autos. Mientras el contenido de esta vital inyección no llegue a las venas del sistema financiero, el préstamo anunciado en esta semana a GM y Chrysler, puede tener el mismo efecto que tendría una aspirina para un paciente terminal.
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