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Mi padre nunca perdió la curiosidad de un niño: Diana Solórzano

Esta mediodía la UdeG rendirá tributo al gran maestro con una guardia de honor en el Paraninfo Enrique Díaz de León

GUADALAJARA, JALISCO (24/MAY/2015).- Diana Solórzano, hija de Federico Solórzano Barreto y ex directora del museo que lleva el nombre de su padre, recuerda al paleontólogo como “un hombre lleno de detalles interesantes, de curiosidad científica”, alguien que “dedicó su vida a la ciencia y la divulgación”, por lo que representa “un honor” constatar el cariño de la gente ahora que ha fallecido, además del aprecio por “la escuela que dejó, porque se animó a hacer lo que nadie hacía en ese momento, a ser paleontólogo, geólogo e historiador. Es emocionante saber hasta dónde llegó en términos de conocimiento y docencia”.

En este sentido, si algo destaca Solórzano en el carácter de su padre es la generosidad, porque “siempre estuvo dispuesto a enseñar lo que sabía; fueron para él 55 años de dar clase en la Universidad de Guadalajara (UdeG), no faltó un solo día y llegaba puntual siempre. Incluso su casa fue un lugar de puertas abiertas para sus alumnos o cualquiera que quisiera conocer de lo que sabía”.

De igual manera, el paleontólogo “dedicó mucho de lo que tenía para que sirviera a la divulgación, todo lo que llegó a tener en sus manos estaba destinado a eso, y sus colecciones son el acervo del Museo de Paleontología y, en parte, del Museo Regional. Para él fue muy importante que esto llegara a la gente, sobre todo a los jóvenes”.

La paleontología sigue sin ser materia de estudio formal en la Entidad, lo que hace más encomiable el trabajo de Solórzano Barreto que, además, “se comunicaba en una época sin internet, veía cómo hacía para conseguir libros, se ponía en contacto con las sociedades paleontológicas que había en otros lugares, como los Estados Unidos y demás países; lo interesante es que siempre lo consideraron como paleontólogo, por sus conocimientos, donde fuera, sobre todo en sus dos espacios: la UdeG y el INAH, donde él deseaba estar y estudiar”.

Consciente de que su padre representa “unos zapatos muy grandes para llenar”, destaca su hija que está emocionada por el legado que deja no sólo a su familia, sino al Estado y al conocimiento, “eso es lo más importante”.

Sencillez y curiosidad

Con todo su conocimiento, Federico Solórzano Barreto fue humilde, “a veces se pasaba —refiere su Diana— porque decía que había otras personas que de verdad sabían de estos temas; a pesar de que la gente lo reconociera, él alegaba no tener estudios formales, pero había hecho mucho más que eso. Su personalidad era sencilla, y siempre fue optimista respecto del futuro y la ciencia”.

En ese carácter, lo que resaltan sus familiares es que “nunca perdió la curiosidad de un niño, incluso tenía juguetes; por ejemplo, tuvo una colección de armas y una de las últimas cosas que adquirió fue un sable láser de ‘La Guerra de las Galaxias’, lo pidió y cuando lo tuvo fue muy feliz”.

Vida plena

Diana Solórzano no evita calificar la pródiga vida de su padre como “muy bonita y completa, riquísima; por eso nos emociona haber sido sus hijos. Nos gustaría que su conocimiento y legado trascienda, que (ojalá) pueda llegar a todos”.

Finalmente, señala que en su casa queda todavía “mucho material, hay para hacer otro museo; no sólo de paleontología, sino de su persona, porque conserva documentos y material sobre su familia de hace más de un siglo, apenas estamos revisando ese material y, en este sentido, nos hemos llevado muchas sorpresas”.

Una colección, un museo, un legado

Diana Solórzano fue directora del museo que hoy lleva el nombre de su padre, al que donó “toda la colección de paleontología de la que era depositario; cuando se decidió hacer el museo, las piezas pasaron a manos del Ayuntamiento; lo que solicitó fue que se hiciera cargo de estas colecciones alguien cercano y, por suerte, me tocó encargarme de eso por un tiempo. A él le encantaba que hubiera un museo de este tipo, siempre le dio una gran satisfacción”.

Aunque el museo “no es muy grande, es más bien modesto; pero si alguien va se da cuenta de que es un recinto que cuenta una historia, quien sale de ahí sabe paleontología, en especial de Jalisco. Y a la gente les gusta, más a los niños. Es un recinto interactivo porque se busca que los visitantes se relacionen con lo que están viendo. Además, su actual directora —Isabel Orendain— es excelente, no podría estar en mejores manos, porque conoce y ama la colección; ella y su equipo se involucran verdaderamente en la difusión”.

Diana Solórzano estuvo ligada al museo por 10 años —como directora e integrante del patronato—, ahora se ha desligado porque “siempre he creído que los altos mandos deben rotar y, además, me parece más sano. Y también, reconozco que al frente hay gente muy preparada para trabajar en su favor”.
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