Suplementos

Los mapas de las nubes

La nueva entrega de los Wachowski, un reto para el espectador

GUADALAJARA, JALISCO (30/DIC/2012).- A veces, el cine de entretenimiento se pone bastante espeso y no se contenta con ofrecer nada más películas emocionantes, sino que las adiciona con insinuaciones filosóficas o de cualquier otra índole intelectual grave. Cloud Atlas es un producto perteneciente a esa especie, forjado por la cooperación de tres directores: los hermanos Wachowski, inventores de Matrix (1999) y todas sus continuaciones, y Tom Tykwer, quien entregó a la posteridad Corre, Lola, corre (1998). La escala de ideas que tocan parece ser muy grande, pues, para encontrarlas, necesitan tres horas de pantalla, seis historias diferentes, y un calendario de más de quinientos años.

No se puede formular esos conceptos en pocas palabras, porque a ciencia cierta tampoco pueden ser captados a cabalidad. En cambio, se reconocen mejor las numerosas similitudes entre las distintas historias, que van estableciendo paralelismos a pesar de la gran distancia en el tiempo que existe entre una y otra. De hecho, los directores organizaron la narración de modo que nunca se permanece por mucho tiempo en una misma época. Esos saltos generan al inicio bastante desconcierto pero conforme avanza la trama llegan a adquirir un carácter de continuidad muy normal. Otras conexiones no dependen tanto de la yuxtaposición, sino de la reaparición de los actores. Ese recurso presenta algunos extremismos sumamente curiosos, sobre todo en lo que respecta a rasgos raciales. La actriz coreana se convierte en una joven pelirroja de la aristocracia sureña de mediados del siglo XIX; a la morena Halle Berry la transforman por un rato en una rubia dama británica de los años 30. A los caucásicos les dan apariencia de asiáticos o de salvajes de alguna isla del pacífico, incluso algún actor de color no se escapa de que le aclaren la cara con polvos y le hagan ojos rasgados. En una de las anécdotas la transmutación alcanza también al género del intérprete con un efecto cómico, que se percibe intencional, dado que se trata de la única en la que las situaciones se desenvuelven con dosis de sentido del humor.

Por sus obras anteriores es conocida la propensión de los tres directores al uso de efectos fotográficos, y, sobre todo hablando de los Wachowski, los momentos de destrucción en cámara lenta. Una secuencia refrenda tal predilección; en ella se ve explotar toda la porcelana almacenada en un salón de una mansión, orquestando los destrozos como una expresión de la euforia que sienten los personajes.

Tomada en partes, la película se hunde en el absurdo y muchas veces en lo ridículo. Sin embargo, en la visión panorámica gana; el collage supera sus ingenuidades, sus fijaciones en filosofías trascendentales, y su abrumante carga de solemnidad, y entrega un espectáculo admirable que invita, y desafía, a verlo en más de una ocasión.



Cloud Atlas
, Alemania/ EUA, 2012; Dirección y Guión: Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski, basados en una novela de David Mitchell; Actuación: Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess, Doona Bae, James D’Arcy.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando