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Las notas, el papel, el tiempo

En Guadalajara, los establecimientos dedicados a la venta de música impresa se han convertido en algo del pasado

GUADALAJARA, JALISCO (28/AGO/2010).-  La edición musical es una tarea de un alto impacto cultural que resulta absolutamente esencial para la enseñanza, divulgación y promoción de la música. De esta actividad depende la preservación de todo tipo de obras, acervos y métodos, que de otra manera no podrían trascender tan fácilmente su entorno geográfico-cultural para ser aprovechados en toda su valía por el mayor número posible de público interesado.

Esta labor ha favorecido la permanencia de buena parte del legado artístico acumulado en occidente a través del tiempo, a la vez que, en cada época de la historia, el trabajo de los nuevos compositores ha requerido para su difusión del papel (nunca mejor dicho) de la música impresa.

Pero, obviamente, el material publicado requiere de los canales de distribución que le permitan llegar al destinatario final y el estudiante, el maestro, el aficionado o el músico promedio necesitan encontrar quien ponga a su alcance el material necesario para cubrir sus necesidades específicas.

Pese a su importancia, hoy en día es difícil adquirir música impresa en Guadalajara. En las tiendas de instrumentos musicales o librerías se tienen por lo general sólo las obras que suelen emplearse en los primeros pasos de la enseñanza musical, por lo que para contar con opciones de calidad se deberá acudir a maestros e instituciones educativas, entrar en contacto con tiendas especializadas de la Ciudad de México y el extranjero o hacer uso de los archivos online.

Esto se debe en buena parte a que la venta de música impresa nunca ha representado un gran negocio por sí mismo, menos aún en una época en la que el grueso del mercado musical (por así llamarlo) se aleja cada vez más de la práctica instrumental en el sentido formal, dejando a los establecimientos que se ocupaban de aquella mercancía como cosa del pasado.

Resulta interesante hacer un breve repaso por algunos de aquellos negocios que comenzaron a surgir en Guadalajara en la segunda mitad del siglo XIX, favorecidos sin duda por el auge de la música de salón y la práctica del piano.

Casa Wagner y Levien

Se puede empezar con la Casa Wagner y Levien, fundada en la Ciudad de México en 1851 y que llegó a la capital de Jalisco en la década siguiente. Se anunciaba como "La casa de música más grande en la República Mexicana" y realmente era la más importante.


Tenía a la venta toda clase de instrumentos, la mayoría importados de Europa y Estados Unidos. Representaba en México a las más exclusivas marcas de pianos, sobre todo alemanas, como Steinway, Bechstein y Rosenkranz, además de fabricar sus propios pianos, llegando a participar en la Exposición Universal de París de 1900, donde obtuvo la medalla de oro en la categoría de instrumentos de música por un piano “estilo mexicano”.

Uno de los grandes valores de aquella empresa era el hecho de que contaba con su propia editorial, mediante la cual dio a conocer el trabajo de innumerables compositores nacionales sin dejar de lado a los grandes maestros europeos. De su taller tipográfico salieron al mundo las composiciones de Juventino Rosas, Clemente Aguirre y Manuel M. Ponce, entre muchos otros, y pudieron circular en el país gran cantidad de obras teóricas, métodos, biografías, etcétera.

La tienda de Wagner y Levien se encontraba en la entonces denominada calle de San Francisco -actual avenida 16 de Septiembre- número 12 (antiguo), esto es, a media manzana entre Juárez y López Cotilla del lado poniente. Tuvo que cerrar sus puertas en 1934 a consecuencia de la Gran Depresión.

La Gota de Agua

Tiempo más tarde se establecía el negocio denominado La Gota de Agua, ubicado del lado Norte de la calle Morelos (antigua de Santa Teresa), en la media manzana que se encontraba frente a Catedral y que fue derribado para que la Plaza de los Laureles o Plaza Guadalajara tuviera su extensión actual. En 1880 anunciaba que acababa de “recibir directamente de Europa un nuevo y variado surtido de instrumentos de música y todo lo concerniente a un repertorio musical”.

En una reseña comercial de la época se le atribuía “el repertorio de música más acreditado de la capital”. Su propietario era Benito González Palomar, reconocido comerciante famoso además por su luenga barba. Aquella casa funcionaba como sucursal en esta ciudad de H. Nagel y Sucs., uno de los importadores a gran escala de música impresa e instrumentos musicales de la Ciudad de México.

Por cierto, además de contar con “gran repertorio de música”, se vendía mercería, perfumería y semillas de hortaliza. Tiempo después se trasladó a la paralela calle de Pedro Moreno, a la misma altura pero por la acera sur.

Repertorio musical de Enrique Munguía

Casi por la misma época existía en el número 14 de la mencionada calle de San Francisco, en la esquina sur poniente de su cruce con López Cotilla, un repertorio musical propiedad de Enrique Munguía -a la postre un activo editor musical- que ofrecía además pianos americanos, mandolinas, violines y demás instrumentos.

Su dueño creó la revista cultural El Eco Artístico en 1902, expandió su negocio a la capital del país en la segunda década del siglo XX y logró distribuir sus ediciones en Estados Unidos y Europa. En 1922 la tienda se mudaba cerca, al número 320 de López Cotilla para desaparecer poco años después tras la muerte de su propietario.

El Frente

Otro distribuidor de la época, aunque en menor escala, fue la prestigiada librería El Frente, de Eusebio Sánchez. Durante algún tiempo funcionó como repertorio de música ofreciendo “todas las novedades musicales que se publican en México”, aunque en un sentido más comercial, según se deduce de su publicidad. Se encontraba en la esquina de la misma acera donde se hallaba la ya referida tienda La Gota de Agua y ya en el siglo XX se mudó a los portales de la calle Colón, entre Morelos y Pedro Moreno.

Casas Wagner

Más recientemente se recuerda a Casas Wagner, fundada a mediados del siglo pasado por herederos de la citada sociedad Wagner y Levien. Su actividad principal era la venta de instrumentos y equipo de audio, pero también atendían la rama de la música impresa. Su tienda matriz estaba en la esquina de Corona y Madero y contaba con varias sucursales en la ciudad.

Musical Lemus

También destaca Musical Lemus, empresa tapatía fundada en 1932 por Jesús Lemus Aguayo, que comenzó su carrera profesional como contador de Wagner y Levien. La música impresa tuvo siempre importancia en su esquema comercial. Su primera tienda se encontraba curiosamente en la esquina donde alguna vez estuvo el repertorio de Munguía y abrieron también numerosas sucursales incluso en el estado de Guanajuato. Desafortunadamente, tanto Lemus como Wagner desaparecieron en la última década del siglo XX.
Real Musical

El último caso es el de la tienda Real Musical, un establecimiento altamente especializado en ediciones musicales que era sucursal de la filial que de esta casa española existe en la capital del país, un verdadero sueño para profesionales y amantes de la música por su amplio catálogo. Por desgracia, la tienda desapareció en 2005 tras más de una década de existencia en su local de la colonia Americana; no es difícil suponer los motivos.

Es curioso notar que cuanto más creció la ciudad menor fue la oferta de material musical, lo que se puede tomar incluso como un efecto de ciertas carencias que se sufren actualmente en materia cultural y educativa. Ojalá no pase mucho tiempo antes de que alguna empresa del ramo vuelva a interesarse en Guadalajara y se le sepa corresponder.
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