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Las Monjas

Las Monjas es el nombre que se le fue dando a la iglesia del convento de la Consolación

GUADALAJARA, JALISCO (21/MAY/2017).- La esquina Noroeste de las calles: 63 y 64 de Mérida, atesora una de las edificaciones emblemáticas de la referida población. Peculiar finca, por su hermoso mirador y sus admirables coros, Las Monjas, es el nombre que se le fue dando a la iglesia del convento de la Consolación, concluida en 1633, y la torre mirador se terminó en 1645, la cual cubre magistralmente la parte posterior de la iglesia. Manuel Toussaint citó: “El monumento llamado Las Monjas, en recuerdo de las madres concepcionistas que fueron a fundar el monasterio desde México, es acaso el que comparte la importancia máxima con el de frailes franciscanos, que han nombrado de La Mejorada. El templo ofrece aún su ábside con nervaduras góticas en tanto que la nave ostenta bóveda de cañón. Lo más notable, lo más emotivo, lo único de este edificio es su mirador. Es tan arcaico y primitivo que se le creería obra del siglo XVI. Sin embargo, se sabe que fue edificado de 1645 a 1648”. Del Convento de la Concepción de la ciudad de México, salieron jubilosas unas monjas con dirección a Mérida, para ocupar su nuevo convento el 22 de junio de 1576, posteriormente se edificó la iglesia y luego la fantástica torre, como se ha comentado.

De la capilla de la Candelaria, continuamos nuestro paseo por la calle 64 en dirección Norte y con un andar pausado, pues nos íbamos deteniendo a mirar bonitas fincas, como una de tres pisos y de corta fachada, con dos ventanas arqueadas y verticales en su primer nivel, y balcones salientes en sus otros niveles. Vimos el Registro Civil, de un solo nivel pero de muy buena altura, de fachada majestuosa, totalmente porfiriana, sus muros acanalados horizontalmente, la puerta principal, alta y con elaborada clave, enmarcada por medias columnas, sobre el cornisamento, el año: 1905 en relieve, arriba, un medio circulo dentado, en su cresta una basa con adornos y a los costados, medallones con volutas y enseguida, almenas. A cada lado de la puerta, dos espigadas ventanas verticales y enseguida, una alta y estrecha puerta rematada por un frontón de arco rebajado y enmarcada por medias columnas estriadas y jónicas. A corta distancia, una construcción de dos pisos, ochavada y con una torrecilla cuadrada con techo a cuatro aguas, nos indicó nuestra proximidad al convento, pues un letrero en su segundo nivel decía: 1948 EDIFICIO “LAS MONJAS”.

Después vimos el sobresaliente mirador y en breve entramos al fresco atrio, sombreado por buenas frondas, detrás de unos árboles un muro con ventanas verticales delimitaba el espacio, arriba, un gran arco arbotante delataba la fachada lateral de la iglesia, enseguida del arco, una ventana alta, vertical y arqueada, más adelante, la puerta lateral, alta, de madera y con postigo, el marco en arco de medio punto sobre capiteles dóricos, con clave saliente y por remate un frontón triangular con un nicho vacío, con una almena por costado y una cruz en su cima. Al costado diestro de la puerta posa un contrafuerte con un pequeño vano arqueado anexo al muro, rematado por una tronera, a un lado, otra ventana y más arriba apreciamos la novelesca torre, de planta cuadrada y de atractivos miradores en cada lado, canteras salientes en su inicio lo anuncian, cuatro arcos en medio punto sobre capiteles dóricos y columnas redondas, a los lados, una ventana vertical con forja, donde las monjas disfrutaban de fabulosas vistas y de fresco viento, donde el pensamiento cobraba ánimos y alegría existencial, las monjas bajaban contentas de aquel mirador de bellos parajes, era todo un relajamiento espiritual. El coro inferior tiene influencia toledana en su preciosa arcada y el coro alto fue soportado por dos hileras de esbeltas columnas. A un lado de la torre una puerta abre a una capilla. En la actualidad el recinto está a cargo de los religiosos de la orden de Misioneros Guadalupanos del Espíritu Santo.

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