Suplementos

¿Juguetes de niños?

Motor de arranque

Con cierta frecuencia, el tema de los autos “para mujeres” emerge para transformarse en plática. Ahora, llegó a la superficie debido a una plática con mi amiga Karelia de Alba, que nos hace desde hace algunas semanas, el favor de prestar su pluma e ideas sobre los autos, en la sección “Mujeres al volante”. En la semana pasada, comentó sobre los resultados de su consulta en Internet sobre el tema “auto y mujeres”,, que arrojó el esperado resultado del frecuente uso del atractivo sexual femenino para vender autos a los hombres. El asunto, empero, va mucho más allá y llega a la gastada pregunta, que no por vieja y usada, es menos válida: ¿Por qué no hay autos para mujeres?”.

Bueno, la respuesta es tan simple que puede decepcionar a más de alguno, o alguna. No hay autos “para mujeres” así como no hay “para hombres”. Y antes de que usted grite algún improperio justificado por el argumento de que “todos los autos son para hombres y a las pobres mujeres no les queda de otra más que usar los que hay”, intentaré explicar mi punto.
Hacer un auto “para mujeres”, sería un inmenso y carísimo error de mercadotecnia. Somos humanos y como tal, tenemos nuestras incoherencias. Las mismas mujeres lo han demostrado a lo largo de los años y lo siguen haciendo. Cada vez que un auto es catalogado —más porque el mercado se inclina hacia ese lado que por deseo de un fabricante— como “de mujeres”, ellas son las primeras que huyen de ellos. En Norteamérica este fenómeno es más marcado y claro que en otras regiones del mundo. Ocurrió primero con las guayínas. Luego, con las minivanes. Pasará lo mismo, tarde o temprano, con las SUV. Entiendo que las mujeres dejaron de lado a las vagonetas, por ser símbolo de la “ama de casa”, de la madre cuya única ocupación es cuidar de los niños y del hogar. También fue así con las minivanes, bautizada en Estados Unidos como vehículos de las “soccer mum”, es decir, las madres que llevaban a sus hijos y a los amigos de estos, al futbol.

Como la mujer ya no quiere ser vista bajo esa incómoda etiqueta, que no les gusta ya ni siquiera a las que sí con todavía entregadas al hogar y a sus hijos, bueno, sería el caso de hacer un vehículo para ejecutivas, tal vez. O para estudiantes. Tal vez para las médicas. Probablemente para algunas abogadas, arquitectas o empresarias. El detalle es que esos autos ya existen, son los que usamos lo hombres.

Y si algunas marca decidiera hacer un auto exclusivo para mujeres, o por lo menos una versión de uno de ellos como ya hubo, por ejemplo, el Beetle “Barbie”, las ventas de estos serían tan bajas /(como lo fueron las del “Barbie”, como ya sabía Volkswagen al momento de hacerlo) que no justifican la inversión. A menos que sea sólo una ocasión especial, de nuevo, como fue el caso del “Beetle Barbie”.

No me imagino un hombre subiéndose a un Toyota llamado “Flor del amanecer”. Pero lo más curioso de todo, es que tampoco creo que las mujeres lo compraran, porque sería demasiado etiquetado como “auto de mujer”, nuevamente, como lo son las vagonetas y minivanes, aunque por otros motivos.
Los autos “sólo para mujeres” no existen simplemente porque cada mujer es un individuo único, como lo somos los hombres. Generalizar, más que un elogio, sería casi una ofensa. Y en el mundo del mercado, ofender es algo impensable.

Es, también, el mismo motivo por el que no hay autos para homosexuales. Pero esta, bueno, es otra historia.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando