Suplementos
Jardín Rafael Páez
El parque principal de Jerez fue nombrado así en homenaje al primer edil de esa localidad
Cruzamos la calle Guanajuato para apreciar el Jardín, delimitado por verdes verjas que se pierden en el follaje, con puertas al centro y en las esquinas, sobre el andador que abraza la plaza, vimos bancas y asientos techados para lustrar el calzado, dos tamboras sobre banquillos, promovían dos bandas: Banda Juvenil de don Cuco Escamilla y Banda la Milpa. Pasamos la puerta central oeste y fuimos sorprendidos por el kiosco porfiriano; en su zócalo bonitos vanos escarzanos, con ventanas de madera, espigadas columnas redondas sostienen la hermosa arquería en medio punto, embellecida por fundiciones de ramas, un toque art nouveau, el techo con cúpula. Elemento rodeado por un andador con bancas y prados con naranjos, banderas de España, y pinos. En un punto cardinal admiramos la bella fuente llamada La Primavera, guapa ninfa con nariz griega, fina piocha y firmes senos, fuente prestada por Villanueva, población que atesoró las otras tres ninfas, pero por poco tiempo, pues su cura las calificó de perversas. La Feria de Primavera se festejó con regocijo en el Jardín. En los otros puntos vimos tres fuentes de fierro de tres copas, dos con garzas en su base y hojas en sus copas (art nouveau).
Caminamos lerdamente por esos andadores sombríos, por diversos follajes, de pinos, palmeras y secuoyas. Vimos un alto y elegante pedestal redondo con el busto de Candelario Huizar, y no distante miramos otro, con similar pedestal pero con Ramón López Velarde, inaugurado el 17 de diciembre de 1949, personaje que puso en tinta: “Plaza de Armas, plaza de musicales nidos… plaza en que se confunden un obstinado aroma lírico y una cierta prosa… fiel a tus fuentes cantantes y a tus prados umbríos… Dime Plaza de Armas, de las párvulas lindas y bobas”.
José Antonio Muños citó: “En una tarde del mes de mayo de 1945, cuando me encontraba en la mercería La Flecha, de don Jesús Sotelo… encontrábase también un señor… Quedé sorprendido al escuchar al referido señor: “¿Cómo es posible que las autoridades permitan que la gente tienda su ropa sobre los arbustos y plantas en lo que supongo es el jardín principal?”... cuál no sería la sorpresa de este señor al comprobar que… no era ropa tendida, sino gran variedad de rosas de Castilla enormes, de hermosos y variados colores”.
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