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Isla Espíritu Santo, esplendor marino

Descubierta por Hernán Cortés, es uno de los remansos de mayor belleza con los que cuenta nuestro país

GUADALAJARA, JALISCO (27/JUL/2014).- A veces basta con ver el mapa para darnos cuenta que vivimos en un enorme Edén.
Un país que tiene escenarios que no podrían duplicar los mejores pintores. Uno con tesoros que están siempre al alcance de todos, a la espera constante de ser descubiertos una y otra vez.

Entre ellos, uno de los preferidos son las playas mexicanas, un paraíso cercano al que podemos recurrir de vez en cuando para alejarnos del ajetreo de la vida cotidiana en las ciudades, y que en estas vacaciones, se convierten en la primera opción de muchas familias.

En general, el turismo nacional se enfoca en las playas continentales, pero por la naturaleza de nuestro país, también existen islas en las que se puede tomar un descanso.

Una de las más espectaculares, por su belleza y riqueza ecológica, es la Isla Espíritu Santo, que se encuentra en el Golfo de California, una de las joyas que puede presumirle al mundo el Estado de Baja California Sur.

Hora de la aventura


La Isla Espíritu Santo se encuentra a menos de 30 kilómetros de La Paz, en Baja California Sur. En el pasado estuvo habitada, ahora es únicamente un santuario de la vida silvestre con flora y fauna endémica.

Su ecosistema, privilegiado entre las demás islas del país, lo hacen hogar de la garza real, el gato cola de campana, ballenas y tiburones grises, tiburones martillo, focas, lobos marinos, además de una gran cantidad de aves marinas.

Para darse un pequeño ejemplo de su biodiversidad, en la porción terrestre se ha podido comprobar la existencia de más de 200 especies de plantas vasculares, 53 de éstas, endémicas a otras islas y a la región. La fauna está compuesta por más de 70 especies desde anfibios, reptiles, aves y mamíferos, entre los que destacan especies como el “Juancito” (una especie de ardilla), el babisuri, la liebre negra y la serpiente arenera.

La isla está inscrita en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, y en 2003 se convirtió en propiedad de la nación.

¿Le gusta la idea de vivir aventuras en las profundidades? En sus aguas se puede practicar el esnorqueleo o bucear para disfrutar de sus corales milenarios, una particularidad de gran interés, y que llevó a Jacques Cousteau, el famoso explorador francés, a calificar al Mar de Cortés como el acuario del mundo (por cierto, el Mar de Cortés es uno de los nombres con el que se designa también al Golfo de California).

La isla tiene una historia que comienza a escribirse casi a la par del de la Nueva España. Hace siglos fue “descubierta” por Hernán Cortés en su viaje de 1534: en su momento tuvo el nombre de Isla de las Perlas; sin embargo en 1631 Juan de Iturbe y Francisco de Ortega la nombraron como la Isla del Espíritu Santo, toponimia que permanece hasta nuestros días.

Por la belleza y los tesoros que guardan, es fácil adivinar que el nombre le quedó a la perfección.

El paso del hombre


El área la administra la Comisión de Áreas Naturales Protegidas, y actualmente está deshabitado, aunque en su momento se comprobó el paso del hombre.

A lo largo y ancho de la isla hay playas vírgenes, pero sin duda uno de los sitios más llamativos para los turistas es la parte Norte, donde se encuentras las llamadas “loberas”: el visitante disfruta ahí del hábitat natural de los lobos marinos.

En total, son más de 80 kilómetros cuadrados lo que la conforman, y está en conexión con la Isla Partida, de menor tamaño: en su territorio existen dos bahías. Hay muchos acantilados en sus costas, con una vista de los estratos volcánicos que resultan de interés a la vista gracias a su colorido.

La Isla del Espíritu Santo es una de las 12 islas de mayor tamaño en nuestro país, y para llegar a ella es necesario hacer escala en la capital del Estado, La Paz, desde donde salen varios tours. Su precio suele ser en dólares —oscila entre los 50 y los 100—, y el recorrido es de menos de media hora: Se llega vía embarcación, y el espectáculo natural comienza desde el camino con los delfines que saltan sobre el agua para disfrute de los turistas.

Lo ideal es partir rumbo a la isla por la mañana, para pasar buena parte del día por allá, ya que el retorno por lo regular es entre las cuatro y cinco de la tarde: el regreso a la realidad luego de este paseo de ensueño es al puerto Pichilingue, en La Paz.

Pese a que la isla está deshabitada, se puede pasar la noche en sus terrenos, en específico en Baja Camp, un área que da cabida a los vacacionistas más aventureros que deseen pernoctar en el lugar.

Para quienes deseen una estancia más tradicional, una de las opciones son los hoteles en La Paz, desde donde se puede contratar el servicio para llegar en lancha a la isla.

Calidad de gourmet

La comida en la isla se hace en Ensenada Grande, una de las playas que posee, y por supuesto que las especialidades “de la casa” son los pescados y mariscos frescos recién salidos del mar, con un sazón que no puede encontrarse en ningún otro lugar. Si le quedó sed,  y para acompañar los alimentos, la mejor opción es un vino de la región, venido del vecino Estado de Baja California y su Valle de Guadalupe, donde se presume la calidad de este tipo de bebidas.

Esta playa ha sido votada como una de las playas más hermosas del mundo en varias revistas de turismo, por lo que no se puede perder la oportunidad de pasar por allí en su próxima visita a Baja California Sur.
Santuario Un tesoro de Baja California Sur.

TOMA NOTA

Para quedarse


> Bajacamp ( www.bajacamp.com ): 500 dólares por dos noches, comidas incluidas.   

> Las Gaviotas Resort (Salvatierra 100, Belisario Domínguez, La Paz, tel. 01 61 21 23 39 48), de 140 a 160 dólares la noche (incluye desayuno).
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