Suplementos
Il Cavaliere
El hombre más poderoso de Italia, que ha marcado a la política de ese país en los últimos 20 años, fue condenado a prisión, aunque podría no pisar la cárcel
Para algunos es la cúspide de la “telecracia”, el encumbramiento de ese “Homo Videns” que también retrató Giovanni Sartori hace más de 15 años. Para otros, Berlusconi significa simplemente el agotamiento del consenso liberal de la Italia de la posguerra. Y hay otros más incrédulos que ven en Berlusconi simplemente la materialización de los anhelos de la clase media italiana: un hombre fuerte, seductor, millonario, mujeriego, con una vida tormentosa y más cerca de la ilegalidad que del Estado de derecho. Y sin olvidar, dueño de uno de los equipos de fútbol más populares del mundo: AC Milán. Fútbol, medios de comunicación, político y empresario, por ello no les falta razón a aquellos que señalan que Italia se berlusconizó y sus niveles de aceptación política indican que está lejos de quedar destinado al aislamiento y a la condena.
Tal vez todas las explicaciones tengan algo de razón. Para este hombre, nacido en el Milán pujante y burgués de los años previos a la Segunda Guerra Mundial, el poder significa un proyecto de vida. En aquel 1936, Italia ya sentía el fermento social y político que provocaría el advenimiento del fascismo italiano vinculado a Benito Mussolini. En general, no podemos decir que su familia estuviera especialmente politizada, era más bien una familia de clase media. Si alguien representa la cultura del “hombre que se hace solo”, en Italia ése es Berlusconi. No proviene de un entorno de magnates o de relaciones políticas de alto nivel. Amigos suyos de la infancia lo describen como un hombre inquieto, innovador y con una habilidad nata para los negocios.
Empresario en los medios de comunicación
El poderío de Berlusconi está íntimamente vinculado a los medios de comunicación. Desde la década de los setenta que el después apodado “Il Cavaliere” (caballero en italiano) fundó sus dos primeros canales de televisión TeleMilenio y Canale 5, hasta que creó el conglomerado MediaSet, Silvio Berlusconi ha acumulado la cantidad de 6.2 mil millones de dólares, es decir cerca de 80 mil millones de pesos mexicanos. El éxito de Berlusconi en los medios de comunicación, y posteriormente en otras áreas de la economía, lo han impulsado hacia la política y hacia la construcción de un personaje que embona con el ideal de muchos italianos. Digamos que, en muchos sentidos, Berlusconi es una nueva mezcla de un empresario enamorado de la palestra pública y que la exprime a través de una narrativa demagógica que articula soluciones fáciles para un país en crisis.
A pesar de los múltiples escándalos judiciales y personales, Berlusconi sigue siendo un hombre de altísima popularidad en la Italia del siglo XXI. Ha sido primer ministro de Italia en 1994-1995, 2001-2006, 2008-2011. Y no suficiente con las cuatro veces que ha sido electo primer ministro de Italia (contando la reelección en el periodo2001-2006), en las últimas elecciones presidenciales, el Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi, quedó en segunda posición y, por los equilibrios electorales forzó a la izquierda a pactar una coalición que lograra que Enrico Letta fuera electo primer ministro de Italia. De una o de otra forma, pero al final todas le han salido a Berlusconi, no ha pagado por ninguno de sus escándalos y corrupciones. Y ante todo lo que ha vivido Italia, y la crisis que golpea fuertemente a las finanzas públicas, siempre queda la pregunta: ¿Por qué los italianos vuelven a confiar en Berlusconi? ¿No se han dado cuenta de su frivolidad, corrupción y abusos de poder?
Durante sus mandatos, Berlusconi se aseguró de utilizar todo el aparato estatal para premiar a aliados y castigar a cualquier crítico de su gestión. El retroceso institucional de Italia fue palpable: un solo hombre controlaba las tres cadenas RAI y monopolizaba en torno a 90% del espectro televisivo italiano. Por si fuera poco, Berlusconi se lanzó contra el Parlamento y gobernó regiamente con su inestable aliado, el partido conservador y de tendencia xenófoba de la Liga del Norte. Berlusconi no dudó en promover la “italianidad”, condenar a la migración y culpar a la Unión Europea de todos los males de Italia. Fue la cumbre de un neopopulismo que vulgarizaba al liberalismo y exaltaba los valores nacionales. Sus años como gobernante fueron el fermento de la crisis económica que actualmente tiene “contra las cuerdas” a Roma.
Berlusconi fue como primer ministro sinónimo de derroche presupuestal en medios de comunicación, propaganda y desacreditación de la izquierda, ahora su aliado electoral. Todo en nombre de la vuelta a esa “Italia gloriosa” que se perdió en el camino.
¿Habrá castigo?
Tal parece que tras años de tratar de llevar a Berlusconi ante los jueces, la última resolución del Supremo Tribunal de Justicia italiano, del jueves pasado, abre una ventana de esperanza para que Berlusconi enfrente cargos por el fraudulento caso del “MediaSet”. La sentencia de cuatro años de prisión a Berlusconi es histórica. Es la primera vez que el magnate es declarado culpable, aunque sus abogados aún buscan la forma de revocar el fallo y de no encontrarla, el magnate podrá recurrir a una ley para reducir la sobrepoblación carcelaria que minimiza su sentencia en un año, y como tiene más de 70 años de edad, puede escoger entre la prisión domiciliaria (en su caso podría pasar ese tiempo en una de sus mansiones) y cumplir servicios sociales en vez de ir a prisión.
“MediaSet” podría constituir uno de los mayores fraudes de la historia al fisco italiano, la cifra puede alcanzar los 470 millones de pesos, que se desprenden de derechos de películas estadounidenses que transmitieron canales de televisión italianos propiedad de Berlusconi.
Más que un hombre de derechas, Berlusconi es un populista conservador. Una de las grandes habilidades del “Il Cavaliere” ha sido la construcción de enemigos para recoger frutos políticos. Durante más de una década, e incluso tras la caída de Romano Prodi, Berlusconi logró tener a la izquierda italiana, sumamente poderosa en la Posguerra, agazapada y temerosa. La izquierda italiana perdió la brújula ideológica y duró más de siete años en reconstruirse y entender la nueva dinámica de la política italiana. Sin embargo, a pesar de que la división fue la estrategia política clave para Berlusconi, el surgimiento de Beppe Grillo durante las últimas elecciones generales italianas, impactó en las banderas históricas de sus dos partidos: Forza Italia (desparecido en 2006) y el Pueblo de la Libertad. Grillo logró a través de un discurso antisistémico colocar en la misma caja tanto a Pierluigi Bersani, candidato del izquierdista Partido Democrático, y a Berlusconi. La demagogia, su principal arma hasta el día de hoy, ahora tenía otro dueño.
A pesar de esto, la radicalidad de Grillo fue la piedra angular para entender que Berlusconi pudiera colarse a la coalición de Gobierno ordenada por Giorgio Napolitano a Enrico Letta. Grillo decidió ser congruente con su discurso y no pactó con la izquierda para formar Gobierno, lo que al final significó que Berlusconi se convirtiera en la única opción de la izquierda para gobernar el país. Otra vez había ganado Berlusconi, se convertía en indispensable para sus eternos críticos. Bersani optó por no tomar el ofrecimiento de coalición de Berlusconi, y renunció a la posibilidad de ser primer ministro. En su lugar, un pragmático Enrico Letta se acercó a las siempre dispuestas a negociar parcelas de “Il Caveliere”. Sin embargo, la condena de hasta cuatro años a Berlusconi pone a temblar a la coalición, y no dudemos que de progresar la causa contra Berlusconi, veamos elecciones anticipadas en Italia.
Berlusconi está lejos de la derrota. En este caso, las instituciones italianas tendrán que demostrar su solidez e imparcialidad para atacar al hombre más poderoso en Italia desde la caída de Benito Mussolini. No es un político cualquiera, en lenguaje mexicano diríamos que encarna el “Slim-Azcárraga-Peña Nieto” en una sola persona. Conjuga en su persona al poder económico, político y social, mediático y goza de legitimidad en amplios segmentos de la clase media y media-baja de Italia. Seductor, carismático, mujeriego, fiestero, magnate, popular y extrovertido, el fenómeno Berlusconi representa un gran desafío contra la democracia italiana. Hay mucho en juego en los siguientes meses.
El hombre más poderoso de Italia, que ha marcado a la política de ese país en los últimos 20 años, donde ha instaurado una auténtica “telecracia” que conjuga medios de comunicación y populismo de derecha, fue condenado a prisión, aunque podría no pisar la cárcel
El político y magnate es consciente de que, a sus 76 años de edad y con tal cantidad de procesos todavía pendientes —caso Ruby, condenado en primera instancia a siete años de cárcel por proxenetismo y abuso de autoridad; caso Unipol, un año por filtración de escuchas ilegales; caso De Gregorio, acusado de soborno…—, no le quedará otra solución que arrastrar hasta el final de sus días esa pesada cadena. Así que el viejo zorro, gran conocedor de la idiosincrasia italiana, ha logrado lo que en otro país del mundo sería difícilmente imaginable: convertir sus trapos sucios judiciales en un combustible eficaz para la última etapa de su carrera política.
Síguenos en