Suplementos
Fatiga Crónica
Un caso de la vida real o no la chifles que es cantada
Son las 12:00 del medio día del jueves. Un grupo de personas espera, bajo el rayo del Sol, a que pase el minibús ruta 380. Están sobre el Periférico, a la altura de El Colli. Allá a lo lejos se puede observar que se acerca. Todos se preparan: una señora toma con sus dos manos una bolsa que tenía en el piso; un hombre de gorra con mochila al hombro deja de leer el periódico que ahora dobla arrebatada e incomprensiblemente de una forma que sólo él conoce en el mundo; unos niños son conminados por su madre a que no se alejen, a que se preparen, porque todo indica que ha llegado la hora de partir, de cambiar la tortura de los rayos del Sol por la del horno en el que seguramente estará convertido el interior del 380.
Y mientras todos ven al camión acercarse, también observan que no parece disminuir su velocidad y en apenas unos segundos les pasa por enfrente y la desilusión, la impotencia, el coraje se manifiestan de muy diversas maneras. Sobre todo porque es el segundo 380 que hace exactamente lo mismo. Ellos no lo saben, pero si hubiera una patrulla de tránsito cerca, podrían quejarse de que el camión no hizo la parada donde debía haberlo hecho y eso es multa.
Pero nadie se los dirá, porque si así lo hiciera alguien, parecería burla. Las cosas serias muchas veces parecen burla. Más cuando se trata de hacer cumplir la ley.
II.
¿Se le ha ocurrido a alguno de estos desesperados ciudadanos que esperan a que pase el camión y no pasa (o pasa y se pasa)? ¿O se le ocurrió a un taxista perspicaz? No sabemos si fue primero el huevo o la gallina, el caso es que –como dijera mi abuelita– se juntó el hambre con la necesidad. Hay ahí un taxista que se para donde están ellos y les dice, así sin tapujos: 10 pesos cada uno, me voy por todo el Periférico. La propuesta no se escucha del todo mala: el pasaje en el camión cuesta seis pesos, cuatro pesos más y ya está, va uno sentado seguro, sin la incomodidad del calor perruno del camión, mucho más rápido, más cómodo… y ya van trepados cuatro atrás y uno adelante. Cincuenta pesos para el taxista, que se la juega, porque igual y no baja nadie hasta Tonalá o con suerte bajen pronto y puedan subir algunos más y alcanza a llegar a Tonalá con al menos unos 300 pesos en el bolsillo, que igual y no los hubiera ganado en esta hora haciendo su rutina normal. Digamos que todos salen ganando: los pasajeros, que llegan rápido y bien, y el taxista que no sólo brinda un servicio, sino que asegura que le entre algo de lana, cuando a lo mejor parado en su sitio no iba a tener llevada.
Pero todo parecía ser muy lindo para ser verdad.
III.
Tal como lo consigna la nota publicada en este mismo diario (EL INFORMADOR, sábado 11 de junio: Sancionan a taxis colectivos por operar en el anillo Periférico), llegaron unidades de Vialidad y multaron a 23 taxistas cuyo pecado fue brindar a la ciudadanía el servicio que los camioneros de la ruta 380 no pudieron o no quisieron. El servicio que dan los taxistas es contra la ley y las patrullas de Vialidad vigilan que se cumpla la ley. Nadie subió a fuerzas a los pasajeros, todos estuvieron conformes con el cobro, pero es contra la ley.
También es contra la ley que la gente maneje al mismo tiempo que habla por celular. Y que los autos se estacionen sobre las banquetas en toda la colonia Americana. ¿Entonces?
david.izazaga@gmail.com
Síguenos en