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Hacer sentir mal

Con mucha ilusión, los papas llevaron a sus dos hijos a un hotel de lujo en la playa. El costo de la habitación es de dos mil pesos, para dos adultos y dos menores. El día de la reservación y el cargo a la tarjeta para cubrir el costo, fue dos meses antes de realizar el viaje.

La familia llegó con mucha alegría al hotel, todo parecía estar de maravilla hasta el momento en que el ejecutivo de recepción observa que una de las hijas no parece menor. Y con un cinismo y una frialdad pregunta ¿Qué edad tiene su hija? Con gran espontaneidad, el padre responde que doce. Pero de inmediato la hija dice con firmeza, no papá ya tengo trece. Es cierto, voltea el padre hacia el ejecutivo. Pues eso genera un cargo extra de 700 pesos, afirmó con determinación.

El padre de familia se molestó y lo primero que señaló es que eso le parecía injusto. Pues cuando hizo la reservación y pagó, la niña si tenía los doce años. Los trece los acababa de cumplir.

Para el hotel y sus políticas eso no importaba, si uno de los huéspedes ya no es menor tiene que pagar la tarifa extra.

Y no hubo manera de convencerlos. El hotel aplicó toda su frialdad y desinterés por hacer sentir bien a sus clientes, seguramente era más importante quedarse con la tarifa extra, que dar un trato preferencial a sus huéspedes.
Desde luego que toda la familia se sintió muy mal, pero especialmente la niña que fue testigo de todo lo sucedido y por supuesto que se sintió muy culpable de haber dicho la verdad frente al ejecutivo de la recepción. Sus palabras le habían costado mucho dinero a su papá.

Los papas, al darse cuenta del sufrimiento de la niña le hicieron ver que no había actuado mal, que la verdad siempre debe ser su mejor actitud, que no se preocupara. Más bien le hicieron ver que el empleado del hotel cometió una imprudencia. Pues pudo haber confrontado al padre en privado o muy discretamente o en otra ocasión. Pero no frente a su hija.
¿O usted qué opina?
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