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Estética de salpicón
''300 el nacimiento de un imprerio'' regresa la trama a la batalla entre atenas y los persas
Aunque algunos momentos aluden a los hechos de 300 (2006), la trama se entiende sin necesidad de conocer aquella festiva carnicería de espartanos. Ahora toca el turno de enfrentar el avance de los persas a los atenienses. El que repite participación es el rey Jerjes, dueño de una apariencia un tanto descomunal y otro tanto indeterminada. La cinta ofrece antecedentes para entender su odio, su ambición, y su aspecto. Eso último resulta de tomar un baño en una milagrosa charca dorada, a la que entra con figura de hombre común, y sale ataviado como ilustración de calendario gay, y portando voz grave muy potente. Facultad que le permite lanzar una arenga a “todo” su pueblo desde un elevadísimo balcón del palacio.
Otra de las vistosas exageraciones de la cinta es la intervención de una comandante, Artemisia, que al igual que el inquietante monarca persa, el general Temístocles, y la espartana Gorgo, son parte del repertorio verídico de la historia antigua de Grecia. La mujer, digna invención de la imaginación más misógina, es un peligro para los varones que desafía. Inteligente, bella, y brava, con semblante de vampira: largo cabello negro, piel pálida, ojos grandes y penetrantes. Con una escena quieren demostrar que tratándose de ella incluso el sexo requiere suficiente valentía y enjundia. En 30 segundos la pareja de actores se asestan más aventones violentos que caricias apasionadas.
A cada paso, la médula de la película son los efectos digitales. Lo mismo sucede con las escenas de conjuntos, ejércitos, batallas navales, acrobacias, la ceniza que flota en el aire, y posiblemente hasta músculos pectorales y abdominales. En recuerdo de la cinta que la precedió se incluyen varios puntapiés al pecho del oponente, así como parlamentos gritados con coraje, y combinaciones de cámara lenta y rápida para acentuar el esfuerzo, el dolor, la rabia, del combate, o de manera bastante ridícula, la energía seductora de un beso.
Los creadores de la película suponen que los excesos se pueden equiparar a la noción de grandeza mítica. También puede ser que su interés artístico y narrativo se reduzca a poner atención en lo más banal y vacío.
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