Suplementos

Entre las piernas

Hasta siempre, Marcela

GUADALAJARA, JALISCO (30/OCT/2010).- Conocí a Marcela Diosdado a través de Frida Kahlo, autorretrato, un montaje que llevamos a escena -en varias temporadas- con el grupo de teatro de la UNIVA, que en ese entonces me parece que se llamaba Marlumina, magia y movimiento.

Fue Mary Paz Gómez Pruneda quien la invitó a integrarse al elenco de la obra. Compartimos por largo tiempo el mismo espacio escénico, al formar parte las dos –junto con otras compañeras– del coro de la obra: una serie de Fridas de colores; yo era “Azul cobalto” y  Marcela, “Verde oscuro”.

La relación con Marcela fue más allá de la Fridas, de los ensayos, de las indicaciones, de los colores... De vez en cuando, por las tardes, me daba una vuelta a su casa, tomábamos café hasta el cansancio y hablábamos de teatro, una pasión compartida, alternando opiniones con un sorbo de ese delicioso líquido y una bocanada de cigarro.

Recuerdo que en una ocasión nos fuimos a platicar al parque que estaba casi frente a la casa de sus padres, nos subimos a la resbaladilla y gritamos de emoción mientras nos deslizábamos.

De Marcela tengo gratos recuerdos... me gustaba cómo se desbordaba cuando hablaba de teatro, especialmente cuando egresamos de la carrera de Ciencias y Técnicas de la Comunicación y ella optó por  integrarse al 100% en la escena teatral en la Ciudad de México; me sorprendía que no perdía detalle de la gente que se encontraba a su alrededor e imaginaba cuál podría ser la situación de vida de cada inviduo que se topaba en su camino. A partir de ahí, decía, “se pueden delinear personajes”.

Fue por ella que conocí a Chuy, en la Mutualista, y descubrí que además de ser un excelente hombre y mesero, hacía los tacos de frijoles y el caldo de pescado más ricos del mundo. Además, Marcela me enseñó a hacer un suculento dip de atún con limón y chile de árbol; cada vez que lo preparo pienso en ella.

Tuve momentos buenos con Marcela, pero también hubo algunos malos. Uno de ellos precisamente tuvo que ver con la enfermedad que padecía: epilepsia. Y es que un día, en medio de la plática teatral, le dio un ataque y yo me asusté muchísimo, porque no tenía ni la más remota idea de qué hacer para ayudarla. Me distancié un poco de ella y después de un rato me armé de valor y le expliqué que no tenía ganas de hablarle, pues estaba enojada porque nunca antes me había dicho que existía la posibilidad de que tuviese un ataque y, por ende, no me dijo cómo debía actuar en tal momento. Después de eso regresamos a las andadas, con charlas interminables y mucho café.

Sin embargo, en las últimas fechas ya no tenía relación con Marcela... por eso la noticia que el martes me dio Alejandra me pareció insabora; aunque en los últimos días debo confesar que me ha caído como bomba el saber que justamente fue a causa de su último ataque que ya no la tenemos en el mundo de los vivos.

Digerir la noticia ha sido difícil, quisiera no imaginar cómo se encuentran sus padres y hermanos ahora; cómo lo ha pasado Mary Paz, al ser de las primeras personas en haberse enterado de tan terrible panorama. A pesar de todo, debo confesar que me reconforta que esto sucedió en un buen momento de la vida de Marcela, dicen los que tuvieron mayor contacto con ella, que justo ahora estaba muy contenta por la concresión de varios de sus proyectos. En el fondo creo que se ha ido porque cumplió aquí con su misión y eso me hace feliz.

Mary Paz escribió en el muro de su Facebook algo que me parece digno de rescatar y aquí lo expongo: “Su ilusión actual era el bebé que espera Bibiana; su antojo, los elotes del Expiatorio; su gusto, recorrer los pequeños rincones significativos de México; su amor, Mintel; su pueblo favorito, Ajijic; su sustento, los zapatos en el tianguis y en las empresas; sus virtudes, la generosidad, la nobleza y la sonrisa; su deporte favorito, la controversia, la ropa mexicana, sus huaraches y morral, los muéganos de Coyoacán la caracterizan; su conflicto, Carmen; su mayor dolor, Nora, su exdirectora en el D.F.; su meta, crear una teoría pedagógica para niños; su expectativa actual, un curso al que se metió o iba a meterse en estos días. El precio más alto que pagó en la vida fue vivir libre, como ella quería, sin el apoyo que una persona con su enfermedad necesitaba”.

Marcela, gracias por lo que nos diste y lo que nos dejas.

* Y como nota a pie de página, no falten hoy y mañana -a las 13:00 horas- al Teatro Experimental de Jalisco para ver las puestas en escena Pipí, una obra para niños con complejo de meones y Adiós querido Cuco, respectivamente, pues el dinero recaudado en taquilla se destinará a la actriz Arcelia Maisterrena, que actualmente está internada en el Nuevo Hospital Civil de Guadalajara.
lexeemia@gmail.com
Síguenos en

Temas

Sigue navegando