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El primer Porsche

Sergio Oliveira

En 1948, un alemán quería tener un auto deportivo que fuera perfecto. Como no encontró ninguno que lo dejara satisfecho, sintió que debería construir uno. Este alemán se llamaba Ferdinand y nombro su auto con su apellido: Porsche. Hoy en día, este coche aun existe y pertenece a la compañía Porsche, una de las mas rentables del mundo, que lo tiene en exhibición en su mueso en Sttutgart. Sin embargo, en la tercera semana de noviembre de 2008, este primer auto estaba en el norte de California, más precisamente en la pista de Willow Springs. Y pudimos subirnos a él para dar una vuelta por la pista. No, desafortunadamente, no estábamos en el puesto de conducción, pero sentarse al lado de Klaus Bishof, quien fue mecánico de la marca por muchos años y hoy dirige el museo de Porsche en Suttugart, ya fue un honor que muy pocos tuvieron. Y él nos lo recalcó: “¿Sabes que poco mas de 30 personas han andado en este coche durante sus 60 anos de existencia?”. No, yo no lo sabía, pero sí imaginaba que pocos habían tenido ese privilegio.

Para abrir la pequeña puerta derecha, hay que poner la mano por dentro del auto. Luego, entrar requiere cierta flexibilidad. Una vez ahí, es admirar la absoluta simplicidad del coche, con su diseño único, de líneas de una aerodinámica envidiable, mas aún si pensamos que fue diseñado y hecho en 1948, por las manos, insistimos, de Ferdinand Porsche en persona.

Claro que, en la pista, los 40 caballos de fuerza del motor “bóxer” de cuatro cilindros y 1.1, litros no ofrecen gran empuje. Pero aun estando en el puesto del copiloto es posible sentir la precisión y aplomo del pequeño coche plateado.

En cada curva, hay que agarrarse a algo, casi siempre a la misma carrocería, para evitar que nuestro cuerpo vaya sobre el del piloto. Arriba de nosotros, el impecable cielo azul y el fuerte sol, contrastaban con el viento frio en la cara.

En la primera curva, un oficial de la pista nos señala que necesitamos usar casco. Bishof le mueve la mano, diciendo que sí, de acuerdo, pero voltea para decirme: “Bullshit”, que es algo así como: “Me vale”. Luego complementa: “No voy a desperdiciar la oportunidad de sentir el viento en mi cara. No en este auto”.

Si él que maneja este coche una o dos veces por ano, no lo hará, yo, que probablemente no podré volver a sentarme jamás en el primer Porsche de la historia, menos lo haré. Era el momento para hacer exactamente lo que quiso Ferdinand hace 60 anos, disfrutar lo que solo un gran coche puede darnos: la alegría de moverse con estilo, elegancia e deportividad. Como en cualquier Porsche.

Sergio Oliveira
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