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El final del auto como lo conocemos
El automóvil ha dejado de ser la forma más eficiente de viajar por el exceso de vehículos que a su vez provocan congestionamientos
vehículos de tracción animal vigentes en el final del siglo XIX. Pero hoy, cerca de 13 décadas después de su invención, ha dejado de ser la forma más eficiente de viajar entre dos puntos. Esa pérdida de velocidad se debe al exceso de vehículos que congestiona a las ciudades de todo el mundo, incluso las chicas. La consecuente demora en los traslados y la contaminación generada por el cada vez mayor número de autos en las vías ha hecho que muchos busquen soluciones ineficientes como la bicicleta, que sirve para trayectos cortos y depende mucho del lugar –si es plano o no hace toda la diferencia del mundo- y del destino del que anda en ella, ya que muchos no quieren o no pueden darse el lujo de llegar a una importante junta sudando y con el pantalón del traje roto por la cadena de la bicicleta. Pero ya hay una luz al final del túnel y no, no es un tren en sentido contrario, son automóviles.
La masificación del coche iniciada por Henry Ford es la gran responsable por los problemas generados por su exceso. Por el que auto es una máquina magnífica. Es bonita, veloz y transmite al dueño una sensación de poder como casi ninguna otra es capaz de hacerlo. Para los que vivimos nuestra adolescencia antes de la era de Internet y los teléfonos inteligentes, el auto era la forma de contactar con nuestros amigos y familiares. Representaba libertad para los jóvenes, estatus para los adultos y tranquilidad para los de la tercera edad. Fue una herramientas importante para las mujeres en sus tares domésticas y también en su liberación y crecimiento profesional. Pero hoy es visto más como un estorbo, un escollo, el gran villano de la contaminación y el responsable por centenas de millares de muertes todos los días a lo largo del planeta.
La interfaz humana
Pero no es el auto el problema. Es el hombre. Las emociones producidas por el coche, no sólo las anteriormente mencionadas como también la adrenalina de la velocidad y la innata competitividad de nuestra naturaleza, son las dos mayores responsables por esas muertes, como también lo son la falta de habilidad para manejar esa máquina y las distracciones naturales y cada vez más frecuentes a que son sometidos los conductores.
La solución para todo esto está, por supuesto, en los autos autónomos, capaces de conducir por sí mismos. Las computadoras tienen una serie de ventajas sobre nosotros: no se cansan; no se enojan; no quieren llegar al semáforo antes de la otra computadora; respetan las leyes de tránsito y, por supuesto, no toman ni conducen cansadas o con resaca.
No es sólo el hecho de que ellas conduzcan mejor que nosotros que hará que se resuelvan los problemas de congestionamientos, sino cómo utilizarlas. Un estudio realizado por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, hecho en Lisboa, muestra que la popularización de taxis conducidos por robots y compartidos por más de un usuario a la vez, puede sustituir a 90 por ciento de los autos necesarios para hacer la misma cantidad de viajes que se hacen todos los días. Incluso si en cada taxi hubiera una sola persona, ese número aún sería reducido en 77 por ciento.
El servicio de taxis Uber, ya está considerando poner a esos llamados “Taxibots” en acción. Según su Jefe Ejecutivo, Travis Kalanick, hacerlo abarataría el costo del uso de esos taxis lo suficiente como para hacer que fuera más barato usarlos que poseer un auto. El dinero que usamos para tener un auto lo destinaremos a vivir mejor. Los jóvenes de hoy, con la tecnología en sus manos, son cada vez menos amantes de los coches a los que ven como un problema, no como la solución que fue para nosotros. Por esto la idea de que los autos sean comunes y no una propiedad individual hace mucho sentido a mediano plazo.
No suena nada mal. Para ir a algún lugar solo agarras tu teléfono, abres una aplicación y pides un auto. En menos de cinco minutos éste llegará y te llevará a dónde quieras, con el costo por el viaje siendo cargado a tu tarjeta de crédito, previamente registrada. De hecho, aún con humanos al volante, así funciona hoy en día en ciudades como México y Guadalajara, entre muchas otras a escala global.
Bajar drásticamente la cantidad de autos en las grandes urbes no sólo mejorará los tiempos de traslado y la contaminación del aire y la auditiva, también abaratará el precio de los bienes raíces ante la liberación de espacio hoy utilizado exclusivamente para estacionamientos. Solo en Lisboa ese espacio equivale a 200 canchas de futbol.
Aún faltan algunos años para que esto ocurra, pero va a ocurrir. Hasta el gigante Google está trabajando en su propia compañía de “Taxibots” que usarán sus autos autónomos, según publicó Bloomberg.
Sí, hay solución para los embotellamientos y los tiempos de traslado pasa por quitar a los hombres del volante, no por eliminar a los autos. A los entusiastas de la conducción, siempre nos quedará la opción de hacerlo en un área diseñada para tal, como un autódromo, porque juntos todos al volante, lo vemos y hemos visto todos los días, simplemente no funcionamos bien.
GUADALAJARA, JALISCO (06/MAY/2015).- El automóvil nació con la idea de ser un medio de transporte más rápido e independiente que los
La masificación del coche iniciada por Henry Ford es la gran responsable por los problemas generados por su exceso. Por el que auto es una máquina magnífica. Es bonita, veloz y transmite al dueño una sensación de poder como casi ninguna otra es capaz de hacerlo. Para los que vivimos nuestra adolescencia antes de la era de Internet y los teléfonos inteligentes, el auto era la forma de contactar con nuestros amigos y familiares. Representaba libertad para los jóvenes, estatus para los adultos y tranquilidad para los de la tercera edad. Fue una herramientas importante para las mujeres en sus tares domésticas y también en su liberación y crecimiento profesional. Pero hoy es visto más como un estorbo, un escollo, el gran villano de la contaminación y el responsable por centenas de millares de muertes todos los días a lo largo del planeta.
La interfaz humana
Pero no es el auto el problema. Es el hombre. Las emociones producidas por el coche, no sólo las anteriormente mencionadas como también la adrenalina de la velocidad y la innata competitividad de nuestra naturaleza, son las dos mayores responsables por esas muertes, como también lo son la falta de habilidad para manejar esa máquina y las distracciones naturales y cada vez más frecuentes a que son sometidos los conductores.
La solución para todo esto está, por supuesto, en los autos autónomos, capaces de conducir por sí mismos. Las computadoras tienen una serie de ventajas sobre nosotros: no se cansan; no se enojan; no quieren llegar al semáforo antes de la otra computadora; respetan las leyes de tránsito y, por supuesto, no toman ni conducen cansadas o con resaca.
No es sólo el hecho de que ellas conduzcan mejor que nosotros que hará que se resuelvan los problemas de congestionamientos, sino cómo utilizarlas. Un estudio realizado por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, hecho en Lisboa, muestra que la popularización de taxis conducidos por robots y compartidos por más de un usuario a la vez, puede sustituir a 90 por ciento de los autos necesarios para hacer la misma cantidad de viajes que se hacen todos los días. Incluso si en cada taxi hubiera una sola persona, ese número aún sería reducido en 77 por ciento.
El servicio de taxis Uber, ya está considerando poner a esos llamados “Taxibots” en acción. Según su Jefe Ejecutivo, Travis Kalanick, hacerlo abarataría el costo del uso de esos taxis lo suficiente como para hacer que fuera más barato usarlos que poseer un auto. El dinero que usamos para tener un auto lo destinaremos a vivir mejor. Los jóvenes de hoy, con la tecnología en sus manos, son cada vez menos amantes de los coches a los que ven como un problema, no como la solución que fue para nosotros. Por esto la idea de que los autos sean comunes y no una propiedad individual hace mucho sentido a mediano plazo.
No suena nada mal. Para ir a algún lugar solo agarras tu teléfono, abres una aplicación y pides un auto. En menos de cinco minutos éste llegará y te llevará a dónde quieras, con el costo por el viaje siendo cargado a tu tarjeta de crédito, previamente registrada. De hecho, aún con humanos al volante, así funciona hoy en día en ciudades como México y Guadalajara, entre muchas otras a escala global.
Bajar drásticamente la cantidad de autos en las grandes urbes no sólo mejorará los tiempos de traslado y la contaminación del aire y la auditiva, también abaratará el precio de los bienes raíces ante la liberación de espacio hoy utilizado exclusivamente para estacionamientos. Solo en Lisboa ese espacio equivale a 200 canchas de futbol.
Aún faltan algunos años para que esto ocurra, pero va a ocurrir. Hasta el gigante Google está trabajando en su propia compañía de “Taxibots” que usarán sus autos autónomos, según publicó Bloomberg.
Sí, hay solución para los embotellamientos y los tiempos de traslado pasa por quitar a los hombres del volante, no por eliminar a los autos. A los entusiastas de la conducción, siempre nos quedará la opción de hacerlo en un área diseñada para tal, como un autódromo, porque juntos todos al volante, lo vemos y hemos visto todos los días, simplemente no funcionamos bien.
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