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El arte como camino a la realidad mixta

El artista australiano Julián Stadon estuvo de visita en Jalisco; compartió su perspectiva sobre la realidad aumentada, el cómo divertirse con la ciencia y hasta nos sumerge en términos que conectan con el futuro del arte

GUADALAJARA, JALISCO (13/AGO/2017).- Australiano de origen pero afincado en el Reino Unido, Julian Stadon ha vinculado las diversas áreas de su formación en el proyecto Mixed and Augmented Reality Arts Research Organisation (MARart). Con estudios formales en biología y bellas artes, Julian se ha desempeñado como curador, artista e investigador.

Su proyecto MARart es iniciativa que conjuga medio centenar de colaboradores, entre ellos Jorge Ramírez (de Anemonal), responsable de su visita a Jalisco. Gracias a Anemonal, Stadon impartió un taller de interfaces de realidad mixta para remediación cultural, en Ciudad Creativa Digital. Es así, como Julian habla con este medio sobre sus proyectos y experiencias en la ciencia y el arte.

-Podemos comenzar charlando del escaneo de tus órganos y Data Body Trader, el banco de datos donde están escaneos de órganos en línea.

-Escanearlos fue fácil, sucedió en Australia cuando daba clases. Aposté a unos alumnos para que escanearan. Les dije que si escaneaban mis órganos los pondría libres. Siempre pienso en el código abierto… El punto del proyecto (escanearlos y subirlos) fue mostrarle a la gente que no se necesita tener una economía, una monetización de nosotros. Se puede evitar eso como sociedad.

-¿Cómo consideras ese vínculo entre ciencia y artes?

-Cuando estudiaba artes hacía escultura, me divertía mucho. Estaba en una escuela de arte conservadora. Me interesaba más ese espacio entre el arte como una representación de una idea y el espectador. Hay toda un área allí, que no le ponemos atención. En 2002 un supervisor me introdujo a la realidad aumentada. Tener una formación de biología y estudiar arte hace que veamos y estudiemos el mundo de manera diferente. Una disciplina es práctica, contabiliza todo. Pero hay muchos cruces entre arte y ciencia. Sentí confianza en lo que hacía. Me tomó años desarrollar lo que quería hacer. Pero también: la noción de transdisciplinaria o interdisciplinaria no es una cosa en sí.

-¿Cómo nació MARart?

-Empecé MARart porque llevaba trabajando unos seis años en realidad aumentada. Me frustraba trabajar con gente puramente científica. Hay gente como Jorge Ramírez, que sabe de arquitectura, programación, sabe de biología, diseña. Muchos de mis amigos son así. Y hay situaciones en las que tenemos acceso a financiamiento, pero no todos lo tienen. Se trata de unir la voz de las personas que trabajan por separado, es más valioso si se hace como investigación, juntos. Ahora Jorge tiene Anemonal. Ayudamos a desarrollar proyectos, hacemos espectáculos, talleres (en Australia, Japón, Alemania, México). Cambia la forma en que la gente ve la realidad aumentada. Que no es algo nuevo, no es Pokemon. Ha estado desde siempre: el teatro negro es “realidad aumentada” y lleva siglos.

-En tus obras e investigaciones has resaltado el tema de la identidad, no sólo como personas físicas, también como representaciones.

-Tenemos nuestros cuerpos, nuestras identidades. En las pinturas de las cavernas están las manos pintadas, es un muro de Facebook de hace 30 mil años: un “yo” poniendo su identidad en datos. Ahora lo hacemos con redes sociales, antes eran diferentes. No es nuevo, pero sí es nuevo cómo se monetiza, se distribuye. La relación entre nuestra identidad y estos niveles están muy conectados. En 2011 acuñé el término “data body banking”. Facebook es un banco de datos. Esa red social es una realidad mixta: nadie lo piensa como un espacio virtual. Lo vemos como una herramienta, vinculamos nuestras sensaciones: lo que vemos genera respuestas, nos hace actuar físicamente de forma diferente. Y es curioso que no esté controlado por los usuarios: no hay que pensarlo de manera positiva o negativa, pero sí hay que pensarlo. Estar conscientes.

-Compartiste hace unos días un video con una versión de “El señor de los anillos”, como realidad mixta. ¿Qué tanto cambiará la narrativa? Literatura, cine, videojuegos.

-Hay diferencias: realidad mixta, aumentada, virtual. Cada una tiene sus limitaciones. La realidad virtual es una experiencia propia, se puede crear una red, pero es individual. La realidad aumentada tiene la limitación de la disonancia cognitiva en el espacio real. La realidad mixta combina diferentes espacios con mayor eficiencia. En el momento investigamos sobre agregar sensaciones: como el viento, esas sensaciones corporales. Al sumar eso a la realidad virtual se hace más interesante. O los wearables, eso será emocionante en el uso diario. Es diferente a los videojuegos. Allí no será para todos, la mayoría de los gamers prefieren tener el control en la mano, o con el teclado. Hay muchos ejemplos: el Nintendo Wii, muy bueno, pero no duró porque la gente no quiso ejercitarse a diario con él. Para eso está el gimnasio. En el cine llevan 100 años acercándose a la realidad mixta.

-En el otro lado, no el entretenimiento, en la ciencia, ¿cómo tomar el hecho reciente de imprimir un gif en ADN?

-Son trucos de ciencia, muy divertidos. Por eso me gustan las conferencias de ciencia. Las cosas que hacen los científicos son entretenidas. Lo que hacen los artistas también, pero a veces lleva crítica, es más un discurso negativo, con sarcasmos. En este caso, al estar en ADN se convierte en datos: hay que recordarlo, ahora todo son datos. Es significativo por el hecho de que lo hicieron, pero no tanto en términos científicos. No han clonado una oveja a partir de Ozzy Osbourne. No es tan importante, pero lo bueno es que atraen la atención de la gente. Con Crispr (el software con el que se imprimió el gif en ADN) puede haber cosas aterradoras. Nos preocupamos porque no lastimen a los animales, pero no porque se lastimen células. Nadie diría nada por una destrucción de ADN… aunque se cree un mutante que no sea más que un algoritmo. En esencia exploran en lado divertido, pero debajo de eso hay mucha conversación que debe hacerse.

-¿Qué opinas de los biohackers?

-Lo hemos hecho por milenios, genéticamente modificamos animales, semillas. La diferencia es que ahora lo hacemos en nosotros. No pienso que sea negativo: lo hicimos en otras especies, para su detrimento. Neil Harbisson lo tiene con su aparato para “oír” colores.

TOMA NOTA

Para ver algunas de las piezas mixtas de Julian Stadon, visita su cuenta en Vimeo: www.vimeo.com/julianstadon

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