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Edadismo, una forma de discriminar

Se trata de la discriminación a las personas única y exclusivamente por su edad

CIUDAD DE MÉXICO (21/JUL/2015).- Edadismo es la palabra que identifica las acciones y palabras que se emplean de manera sistemática para discriminar a las personas única y exclusivamente por su edad. Así como hoy podemos hablar de comentarios racistas cuando despreciamos a alguien por su origen étnico o racial; así como condenamos los comentarios misóginos cuando denigran a una mujer precisamente por su condición femenina; así como hablamos de homofobia cuando hacemos comentarios negativos sobre una persona por su orientación sexual, hoy sabemos que todo ello constituye una forma de discriminación, y a todas estas palabras tenemos que sumar: edadismo.

Es una palabra poco difundida y relativamente joven, se popularizó a partir de 1969 cuando el psiquiatra norteamericano Robert Butler la usó precisamente para identificar las conductas discriminatorias hacia los viejos y viejas. En algunos textos se traduce como “viejismo”, pero el significado es el mismo.

El miedo, la desinformación y los mitos son algunos de los elementos en los que se basa la discriminación hacia las personas viejas, por ejemplo, “que ya no aprenden”. Por décadas se creyó que las neuronas que morían, no tenían regeneración en nuestro cerebro y que por lo tanto, una de sus funciones principales, el aprendizaje, se deterioraba. Hoy se sabe que eso no es cierto, muchos estudios demuestran que los viejos y viejas, no solo pueden, sino deben seguir aprendiendo y estudiando para mantener su cerebro activo y en buenas condiciones.

El edadismo afecta todas las áreas de la vida, desde el familiar que mira como estorbo e inútil al anciano en casa, hasta los servicios médicos en salud mental que no ponen la atención necesaria para el diagnóstico y tratamiento de los consultantes; se dan casos en los que llegan a afirmar que “la depresión es un estado natural del envejecimiento”.

Sin embargo, el edadismo más peligroso es el que aplicamos las personas viejas contra nosotras mismas. Cuando creo que mi vejez es mi segunda infancia y dejo que me traten como niñita y me hablen en diminutivo, o cuando estoy convencida de que soy como un menor de edad y permito que otras personas tomen decisiones importantes en mi vida. Cuando refuerzo mis comportamiento de minusvalía y olvido mi historia de trabajo dentro y fuera de casa y siento que solo tengo que esperar la muerte mientras recibo migajas de afecto y buen trato.

No, la vejez es tiempo de cosecha, de buena cosecha, pero tenemos que estar preparadas para eso. De ello hablaremos en colaboraciones posteriores.

Contra ellos

La discriminación contra los ancianos se da al ver disminuidas sus facultades físicas y, en ocasiones, también mentales, son falsamente asociadas con enfermedad, ineficiencia, lentitud y poca productividad que en conjunto conducen a estereotipos equivocados de decadencia.

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