Suplementos
Ecosistemas marinos y la vocación de rescate
Melaque es escenario de la labor de conservación de los estudiantes de biología marina
Con 19 años de edad, Daniel es uno de los cientos de estudiantes que cada año se instalan en el Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur) de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Actualmente, este joven cursa el segundo semestre de la licenciatura en Biología Marina.
Por las tardes, Daniel se concentra en las aulas de Melaque aprendiendo la teoría de su futura profesión: nombres de ecosistemas, especies de animales marinos y formas de supervivencia. Por la madrugada, sus ojos se transforman en radares para localizar a las tortugas que buscan el espacio ideal para desovar huevos en las playas de Tomatlán.
Daniel se mantiene despierto. El cansancio y las ganas por dormir no son impedimentos para recorrer más de 10 kilómetros a diario cada madrugada. Desde las 23:00 horas y hasta la una de la mañana, este estudiante camina entre las penumbras de la arena. El objetivo es proteger y evitar que los depredadores hurten a las futuras crías del reptil.
Cada fin de semana, Daniel llega al campamento tortuguero La Gloria de Tomatlán, para participar en el Programa de Conservación a la Tortuga Marina, dirigido por el académico e investigador José Antonio Trejo Robles, del Departamento de Estudios para el Desarrollo Sustentable del CUCSur.
Desde 1982, la UdeG, en coordinación con dependencias gubernamentales, cooperativas comunitarias y empresas privadas, emprende diversas actividades de rescate y protección, así como líneas de investigación en temas como la mortalidad embrionaria, alimentación de las tortugas, estimación de proporción sexual y abundancia de huevos, seguimientos satelitales, efectos de luces en la playa y presencia de hongos en nidos de incubación.
A la fecha, el investigador Trejo Robles y su comunidad estudiantil han logrado salvaguardar en 2012 a un total de seis mil 852 nidos en los cuatro puntos tortugueros de la costa jalisciense: La Gloria, Bahía Navidad, El Coco y Hotel Blue Bay Tenacatita, gracias al monitoreo y recorridos nocturnos en los que aseguran que las tortugas desoven satisfactoriamente, sin riesgo de ser sacrificadas y/o hurtadas junto a sus nidos.
Sin importar distancia
Daniel es originario de León, Guanajuato. Y aunque el cambio de ciudad representó un giro de 180 grados en su entorno cotidiano, el estudiante se adaptó al nuevo estilo de vida, lleno de arena y mar.
Daniel ha decidido disfrutar de su estancia académica de manera sencilla, apoyado de un teléfono celular y una lámpara que lo ilumina en sus recorridos nocturnos. Aunque los recursos y las herramientas brindadas para la optimización del programa de rescate –que no superan los 50 mil pesos anuales- la comunidad de conservación no pierde los ánimos de mejorar las condiciones de trabajo.
A diario, Daniel Baldivia convive con el mar. Su pasión hacia el rescate de las tortugas marinas que tocan arena en las playas de Tomatlán, responde más allá de su labor como estudiante, pues desde niño descubrió su afición hacia la ecología relacionada con el agua salada.
A los cinco años de edad, Daniel conoció por primera vez el océano. Pero no le fue suficiente. Los recuerdos de aquel viaje familiar eran vagos, por lo que considera que hasta sus 19 años realmente conoció el misterio que se cobija bajo las olas del mar.
Daniel jamás se dejó intimidar por los prejuicios y las erróneas ideas de lo que representa vivir en la costa. Aquí, él goza de servicios básicos para optimizar su rendimiento académico y personal. Internet y las herramientas electrónicas son sus principales fuentes de información.
Aunque en su salón, cinco compañeros han desertado la continuidad en la formación en biología marina, los 20 alumnos que comparten pupitre junto a él no pierden esperanza en que más personas se interesen por la labor que realizan respecto a la protección, conservación e investigación del ecosistema playero.
Para él, la experiencia más fuerte y su mayor motivación para mantenerse de pie es el momento en que recibe los huevos de las crías directamente entre sus dedos, es el instante en que la tortuga está en trance durante el desove. En este 2012, Daniel participó en la liberación de 445 mil 386 crías de tortuga marina y en la protección de seis mil 13 nidos.
Entre sus aspiraciones, Daniel tiene confianza de toparse con una tortuga de especie laud y, progresivamente, ser un especialista en la conservación ecológica y en el análisis del comportamiento de los animales.
EL DATO
El trabajo en números
En los últimos tres años
- 15 mil 443 nidos protegidos
- Un millón 481 mil 261huevos protegidos
- Un millón 101 mil 114 crías liberadas
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