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Divorcios, sin ilusiones ni pleitos
A los hijos hay que hablarles con honestidad y sencillez una vez que los padres han decidido separarse
A los hijos hay que hablarles con honestidad y sencillez una vez que los padres han decidido separarse.
No hay peor intento que el que no se hace. En el tema del matrimonio, esta frase puede ser la diferencia entre una experiencia traumática y desgastante, o una opción que permita a la pareja darse una segunda oportunidad y evitar que la unión civil se esfume frente a los juzgados en disputa por los bienes materiales y la custodia de los hijos.
A decir de los expertos en materia legal y psicológica, los niños son los principales afectados por la separación y el mal manejo del divorcio que ejecutan sus padres. Los adultos tienen –en la lógica común– la libre decisión de alejarse de una persona, poner punto final y distanciarse a su consideración. Los hijos no. Ellos están sujetos a las situaciones y decisiones emocionales por las que mamá y papá atraviesan.
En términos sentimentales, los niños son el primer eslabón en romperse y percibir el significado de divorcio y, en algunos casos, el último en ser atendido y tomado en cuenta.
Cuando las parejas han decido dar por terminada la unión legal que el derecho civil les otorgó ante la sociedad por mutuo consentimiento, lo más recomendable es iniciar el trámite de la separación legal, con miras de evitar una batalla campal –emocional y económica– en la que los estragos psicológicos suelen cobrar factura de por vida si no se atienden responsablemente y con la asesoría de especialistas.
En un ángulo positivo, el divorcio puede significar un respiro a los conflictos familiares y el desdén emocional, e incluso a la violencia psicológica, social, económica y física, cuando se trata de problemáticas más agresivas.
La parte delicada y negativa del divorcio puede verse reflejada principalmente en el desarrollo afectivo de los hijos. Aunque ellos guarden silencio y por más pequeños que se les considere y se crea que “no comprenden” la magnitud de la separación y/o las razones que la ocasionaron, lo cierto es que identifican el mal momento por el que atraviesa el matrimonio, explica María Covarrubias de la Torre, coordinadora del Centro de Servicios de Psicología Clínica para Niños de la Universidad de Guadalajara.
La especialista señala que cada matrimonio con probabilidades de divorcio debe valorarse individualmente, pues aunque hay patrones o motivos comunes para propiciar la separación, los conflictos sentimentales, económicos y sociales desarrollan por sí solos un nivel de afectación, tanto en padres como en hijos: “El divorcio es necesario cuando la pareja ya no es feliz o no existan acuerdos ni reconocimientos ni intereses que los lleven a seguir caminando juntos”.
Entre los principales motivos que ocasionan el divorcio, Guillermo Alberto Ogarrio Saucedo, presidente del Colegio de Derecho de Familia y Derecho Civil de Jalisco, señala que están la violencia intrafamiliar, la desatención económica, la presión psicológica, la procreación de hijos fuera del matrimonio, las infidelidades, el abandono injustificado del hogar, e incluso, la incompatibilidad de caracteres.
“Cuando hay hijos de por medio, el divorcio es terrible, los niños son totalmente ajenos al conflicto conyugal. En ocasiones, ellos piensan que los papás se divorcian por su culpa. Lo primero que los abogados tienen que hacer es mandarlos a terapia psicológica, para tratar de que se salve el matrimonio. Si ya se agotó esta instancia –obligatoria para un abogado con ética profesional– y no se logra nada, se entra a la segunda etapa en la que si el matrimonio se va a disolver, sea por mutuo consentimiento”.
Ni rodeos ni mentiras
Quizá la parte más difícil del divorcio es el momento de explicar a los hijos que uno de los padres se irá de casa y que, a partir de entonces, la convivencia familiar y las reglas del hogar serán otras. Covarrubias de la Torre, explica que el divorcio se habla de frente a los hijos: “Con la verdad. Aunque ésta parezca ruda y cruel, como algunos padres consideran”.
La especialista advierte que una prioridad de los padres es evitar que el concepto de divorcio sea malinterpretado: “Los niños tienen que distinguir que quien se separa es la pareja, no sus padres. Los padres no se divorcian de los hijos”.
Para hablar del tema, lo recomendable es dedicar un tiempo especial para generar un primer acercamiento y poner en claro cómo será la futura situación familiar. De preferencia, la charla con los hijos debe ser en pareja y con la mejor tranquilidad: “No hay que dejarle la tarea a uno solo. Hay que explicarle que habrá una separación, y conforme avance su edad, ir informando bajo qué circunstancias aconteció”.
La académica destaca que a partir de los seis años, los niños comprenden bien las particularidades de una separación, sobre todo cuando el menor ha sido testigo y parte del estrés, las peleas, e incluso los golpes, situaciones que de no ser atendidas emocionalmente por profesionales de la salud, pueden causar actitudes regresivas y agresivas a corto y largo plazo en el hijo.
Uno de los indicadores más alarmantes de que el divorcio ya se refleja con ansiedad y preocupación en el hijo, es por ejemplo que éste vuelva a orinarse en la cama, así como que el ánimo y desempeño escolar decaigan, que algo que le gustaba o le atraía ya no sea igual, o simplemente, ponga pretextos como el decir que si su papá o mamá no lo acompaña a determinada actividad, ya no tiene caso hacerlo.
Higiene mental
Los especialistas en divorcio y atención infantil consideran que alejar a los niños de los juzgados y los trámites legales representa una relajación mental para el menor, quien deberá focalizar su atención y energía en asimilar de la manera más positiva como será la convivencia por separado con cada padre.
Covarrubias de la Torre comenta que desde el primer momento en que uno de los padres deja el hogar: “La relación con los hijos se vuelve un poco más individual. El asunto de atender a los hijos como pareja divorciada, es que cada uno haga sus tratos y convenios directamente como la autoridad y responsabilidad que le representan al niño”.
Es importante que los padres comprendan que a partir de la separación, cada uno tienen un compromiso directo con su hijo, por los que ellos serán los únicos en dar explicaciones sobre sus actos, conductas y ausencias hacia el menor, evitando opinar o distorsionar las decisiones del otro padre, mientras éstas no representen un riesgo mental y físico al niño.
No obstante, por más cordial y educado que sean los momentos en que ambos padres se reúnan o coincidan para atender a los hijos, la experta advierte que es importante evitar que el niño confunda los motivos por los cuales los ha vuelto a ver “juntos y tranquilos”.
“Si los padres se reúnen por algún problema de conducta o afectaciones en cualquier ámbito de desarrollo, el niño puede generar la esperanza o la confianza de que sus padres se volverán a unir bajo la premisa de que solo si él está enfermo, se porta mal o tiene problemas, ellos estarán juntos. Es un asunto delicado, de precaución. Los niños guardan la ilusión de volver a ver juntos a sus padres.
Por las buenas o las malas
Ogarrio Saucedo –con más de 30 años de experiencia en el rubro de la abogacía– destaca que uno de los principales errores de un divorcio es el tomar a los hijos como escudo o pretexto para victimizarse y ganar el juicio de custodia.
“Cuando un padre jala hacía su lado a su hijo, poniéndolo en contra del otro padre, eso le afecta (al niño) mucho más que el mismo divorcio, sobre todo si va en contra de la pareja con la que se va a quedar (en custodia), la afectación será de tal tamaño que se reflejará hasta en sus propias relaciones de pareja (en el futuro)”.
Cada caso debe analizarse a profundidad y bajo la supervisión de un profesional, a fin de evitar situaciones que entorpezcan y/o mal interpreten las acciones de cada demandante o demandado; tanto el juez como el abogado deben estar al pendiente del “Síndrome de alienación parental, que generalmente se da de la mujer hacia el papá, en el que ella manipula a los hijos y su familia para convertir la imagen del padre en el ser más odiado del mundo”.
En este sentido, la académica universitaria, Covarrubias de la Torre, subraya la importancia que cada padre –aunque no lo considere necesario– a traviese por un proceso psicológico y de relajación mental y moral, con terapias y asesorías profesionales, puesto que “la separación” lleva consigo un duelo emocional al representar un cambio y reestructuración de vida, de expectativas y sentimientos.
PARA SABER
Apoyo
Si no se cuenta con los recursos económicos suficientes para adquirir los servicios de abogacía, de manera gratuita se puede solicitar el apoyo de las defensorías de oficio o los servicios sociales que prestan algunas universidades metropolitanas, como la Universidad de Guadalajara, la Procuraduría Social y el Colegio de Derecho de Familia y Derecho Civil de Jalisco, que también brinda defensoría gratis a quienes comprueben su estado socioeconómico.
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