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De dulce sabor helado
Quien visita Pátzcuaro no puede dejar de disfrutar una nieve de pasta
Cuando el visitante llega a la Plaza Vasco de Quiroga de Pátzcuaro, inmediatamente acata la recomendación antes citada y se dirige a los pequeños puestos de “gusguerías”, levantados sobre los portales que dan la bienvenida a cuanto curioso pregunta por el suculento postre helado.
El despistado turista espera alguna razón lógica del porqué le llaman “pasta” a una nieve que es simplemente blanca, que bien pareciera ser de limón.
¿A qué sabe? A chongos zamoranos, no. A café, tampoco. A mantequilla, menos.
Las chicas que atienden no se cansan de repetir hasta siete veces lo qué es la nieve de pasta: “Simplemente es dulce, sabe a leche, almendras y miel, si eres más atento identificas los toques de canela y vainilla”.
“Anímese. ¿Cuál vasito le lleno?”, grita otra chica de la flotilla de siete mujeres que atiende el puesto rodeado de niños, jóvenes y adultos.
La nieve de pasta tiene su origen a principios de 1905. Para ser precisos, fue don Agapito Villegas quien dio el toque especial al postre helado, además de vender nieves de fruta de temporada, optó por hacer de la leche su ingrediente maestro.
Tal fue el éxito, que a la fecha la tradición de la nieve de pasta lo conserva la señora María Amparo Contreras, quien además de resguardar el toque secreto que las hacen ser auténticas, refrescó la variedad de sabores con ingredientes tan contrastantes entre sí, como el rompope, el mango y el chocolate, entre otros.
Lo paladares más arriesgados solicitan diversas combinaciones, hay quienes piden que a la pasta de agreguen una porción de sabor a elote, mamey, fresa, chongos. La exquisitez del sabor aumenta indudablemente.
“Es totalmente tradicional, a veces la gente viene exclusivamente a comer la nieve de pasta con los sabores naturales que también son cocidos como la nuez, vainilla, rompope, café, elote y cacahuate. Nuestro producto es natural y artesanal”.
Aunque la nieve puede ser devorada en menos de cinco minutos por el comensal, la señora Amparo explica que el proceso de este manjar mexicano es lento y detallado, pues su preparación lleva de tres a cuatro horas para que finalmente se logre la textura pastosa que da el nombre a la misma nieve. Además de la leche natural, se integran el huevo y almendras.
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