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Cristo es el Salvador

El cristiano tiene la obligación de difundir la buena nueva: que Jesús ha venido para salvar a la humanidad entera

GUADALAJARA, JALISCO (22/JUN/2014).- Ardua, difícil es la tarea para los elegidos y enviados. Ser cristiano auténtico es entregarse. Es la fidelidad a un llamamiento que tiene su origen en el bautismo; va cada día manifestándose la voluntad de Dios, y el hombre, el cristiano, se habrá de definir entre el misterio del pecado y el misterio de la gracia regeneradora en Cristo.

El hombre es un ser libre y responsable, y tanto a nivel comunitario como personal, tomará la decisión que él quiera.

El evangelio no es sólo un testimonio del pasado. Es letra viva y actual. Es Cristo que habla, y en el mensaje de este domingo invita a los creyentes del siglo XXI a lanzarse al encuentro de las dificultades de estos tiempos.

Existe contradicción permanente entre la palabra de Dios y el afán de los hombres por darse a sí mismos su ley, con una visión puramente terrenal.

La palabra de Dios siempre ha constituido un signo de contradicción para el mundo.

En este siglo con fiebre de noticias —ahora multiplicadas y difundidas por eficaces recursos modernos—, también ha crecido el afán de recibirlas, comentarlas, analizarlas; hay una gran noticia, antigua y nueva: Jesús es una buena noticia siempre, la mejor de todas, ya que es verbo de Dios y es el Salvador.

Anunciar a Jesús, es el compromiso de todo cristiano que ha sido hecho partícipe del cuerpo místico de Cristo.

Y es un gozo, porque el cristiano debe ser heraldo con la noticia de que Cristo ha venido a traer el amor a la humanidad entera. Toda la historia de la salvación es amor, desde el misterio de la encarnación, al asumir la naturaleza humana por amor y luego entregarse al suplicio de la cruz también por amor.

Jesús es buena noticia, que muchos de los hombres y mujeres del presente siglo no han oído. La fe llega por el oído.

El que ha recibido la noticia debe difundirla por la radio, la televisión, la prensa y, sobre todo, de viva voz: Cristo es el Salvador.

José Rosario Ramírez M.

LA PALABRA DE DIOS

• PRIMERA LECTURA:

Jeremías 20, 10-13


“Canten al Señor, alaben al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos”.

• SEGUNDA LECTURA:

San Pablo a los romanos 5, 12-15


“La gracia otorgada por Dios en Jesucristo, sobró para la multitud”

• EVANGELIO:

San Mateo 10, 26-33

“Lo que les he dicho de noche díganlo en pleno día, y lo que escucharon al oído pregónenlo desde las azoteas”.

La Asamblea Diocesana

La Iglesia realiza en el mundo el misterio de comunión y participación de Dios Padre con los hombres a través del ejercicio del ministerio salvífico de su hijo Jesucristo, por la acción fecunda del Espíritu. La misión de la Iglesia, como cuerpo de Cristo y nuevo pueblo de Dios, es la de ser sacramento de salvación del mundo. Para llevar a cabo su misión ejerce la acción pastoral en comunión eclesial, de forma orgánica y participativa, reconociendo los diversos ministerios y carismas, con los que el Espíritu Santo la ha embellecido, para que anuncie eficazmente la palabra, celebre gozosamente los sacramentos, especialmente la Eucaristía, y viva la comunión solidaria en la Caridad.

La Iglesia Diocesana de Guadalajara celebrará en estos días la Asamblea Diocesana 2014, como instancia consultiva del señor arzobispo en orden a la acción pastoral orgánica, de conjunto, ministerial, participativa, eminentemente misionera, planificada y generadora de procesos de conversión cristiana. Aunque no puede tener un carácter jurídicamente vinculante y definitorio, es un medio de comunión y participación que permite el ejercicio de la corresponsabilidad de todas las instancias eclesiales, tanto de la pastoral territorial como de la pastoral funcional, de la vida consagrada y de todas las instancias y estructuras de la Iglesia.

La asamblea diocesana, con espíritu de discernimiento evangélico, ayuda al obispo en la tarea de emprender, revisar, corregir y estimular el camino pastoral de la Iglesia Diocesana, para que toda acción pastoral, en cuanto que la Iglesia es sacramento de salvación y germen del Reino de Dios, llegue a transformar nuestra realidad eclesial y social. En este sentido, es de vital importancia que el discernimiento pastoral se haga siempre con la sensibilidad del buen pastor, que escucha los clamores y ve los sufrimientos de tantos hermanos de nuestro pueblo, esperando que a ellos, los pobres, se les anuncie la Buena Nueva del Reino.
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