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Colón: viajero y aventurero, pero ¿descubridor?
Diversos documentos e historias ponen en duda la ''verdad'' sobre el descubrimiento de América y el papel que Colón jugó en éste
Doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, la llamada “Duquesa Roja”, basada en los antiquísimos documentos, bien conservados por ella y celosamente resguardados por la Fundación de Medina Sidonia, en el Palacio de los Guzmanes no muy lejano a Cádiz en el Sur de España, asegura que fue una bien lograda estrategia de Isabel la Católica, para salvar su –en ese entonces económicamente débil– reino.
“Todo esto fue una astuta operación política (para variar) de los Reyes Católicos, ante la débil situación por la que pasaban- asegura con profundo conocimiento.
“Ya mucho antes de Colón, los viajes que se hacían a estos territorios ‘eran usuales’”, sigue diciendo.
“En Granada por ejemplo, la mangueta o guindilla (teñido púrpura) y el maíz, ya eran usados en caros y exóticos platillos –según consta en antiguos documentos mucho anteriores al suceso–; lo mismo que el oro, la plata, y hasta ciertos esclavos que no tenían rasgos negroides. Todo esto provenía, claro está, de aquellas lejanas tierras, y eran utilizadas entre las clases acomodadas”, asevera la duquesa mostrando sus viejos y valiosos papeles; algunos de ellos desde el siglo XII.
“No se sabe mucho del asunto”, dice, “porque tanto Diego, el hijo de Colón que sembró muchas dudas sobre los orígenes y actuaciones de su padre, como los enredos del mismísimo Carlos V (hijo de los Reyes Católicos), quien destruyó mapas, croquis, portulanos, cartas de marear públicas o privadas, con el supuesto fin ‘de actualizar los archivos’, sumiendo así en el pozo de la duda, cuanto conocimiento de esto se tuviera (“se cayó el sistema”, diríamos ahora) haciendo así que las ‘tierras recientemente descubiertas’ fueran la última novedad del naciente y ‘desconocido’ mundo nuevo. Sólo se salvó el famoso mapa de Juan de la Cosa, en donde se pueden ver con claridad las figuras de estas ya conocidas tierras”, relata con seguridad doña Luisa Isabel con una sonrisa socarrona en su semblante.
“Los viajes a ‘la Guinea’ y a ‘la Mina de Oro’ –nos explica– eran más que usuales (aunque se dudara de su exacta ubicación geográfica); de hecho, al contratar Isabel la Católica con el incógnito personaje ¿italiano? ¿portugués?, se le dijo que se le pagaría ‘lo usual’ en esos viajes; dando así a entender que los viajes a esas ‘desconocidas tierras’ eran tan conocidos como frecuentes; y era por demás sabido que duraba seis meses, ida y vuelta, la travesía para llegar al ancho río donde se encontraba ‘la Mina de Oro’”, asevera con conocimiento la duquesa.
De hecho –sigue diciendo–, hay un relato en donde se narra que otras tres carabelas entraban al mismo tiempo por la boca del ancho río; y bien sabemos que sólo en América y no en África, hay ríos con esa anchura (Orinoco y Amazonas); y ahí es donde había oro y cosas valiosas de las que el África ciertamente carecía. En mi libro África vs. América, explico con claridad todo esto”, nos platica con la seguridad de “tener los pelos en la mano”.
En fin… Creer o no creer; investigar o no investigar, ese es el problema. Los papeles están ahí para quien los quiera leer, y más que interesante es el asunto.
Abundando en el tema… es bueno considerar que los vestigios de los Caballeros Templarios que han sido encontrados últimamente en la Patagonia (por algo conocidos como Caballeros de Ultramar) han sido fechados nada menos que dos siglos antes de esta dudosa epopeya colombina; poniendo así, aún más en duda “el descubrimiento” de estas tierras ya muchas veces descubiertas.
Colón… ¿Viajero? ¿Aventurero? ¿Descubridor?
Un misterio más de la siempre dudosa historia.
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