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Caillié y Timbuctú: Toda una vida por catorce días

Primera parte

El viajero que hoy comentaremos es un caso verdaderamente admirable por su empeño y valentía. René Caillié realizó un viaje que exigió todas las virtudes de un hombre intrépido, con el sueño de llegar a lugares que el mundo había negado a otros hombres.

Caillié nació en 1799 o 1800, en el poblado de Mauzé, al suroeste del Departamento de Deux Sévres, muy cerca de la costa oeste de Francia. Al momento de nacer, su padre, que era panadero de profesión, ingresó en la cárcel de Rochefort para nunca salir de ella. Al parecer, dice el historiador Andre Basset, se trató de un “robo insignificante” producto de una noche de borrachera. Esto fue un duro golpe para Caillié: el hecho de ser hijo de un presidiario era una desventaja que tenía que subsanar con una actitud más enérgica ante la vida, y fue tal vez eso lo que lo motivó a recorrer el mundo.

Los doce primeros años de su vida los pasó al lado de su madre en Rochefort; cuando ésta murió regresó a Mauzé y estuvo bajo la tutoría de un tío que tenía una taberna y quien le apoyó para realizar breves estudios y luego para ser aprendiz de zapatero. Seguramente ya vacilaba en su cabeza la idea de salir de aquel ambiente raro que ya nada ofrecía a su vida. A los dieciséis años se propuso viajar a Senegal, en la costa occidental africana; ya llevaba la idea de llegar a Timbuctú, ciudad de la que desde niño escuchó historias sorprendentes, como por ejemplo: que muy pocos europeos habían logrado entrar a ella y que ninguno había logrado salir con vida. ¿Qué tenía Timbuctú que la hacía tan inaccesible?

Se suponía que para llegar a Senegal tenía que embarcarse en el barco Méduse, el cual naufragó (Theodore Gericault pintó un óleo sobre el naufragio: La balsa de la Méduse), pero por azar del destino se embarcó como criado de un oficial en el Loire. Al llegar a San Luis, Senegal, se enteró de que en Gambia una expedición inglesa estaba a punto de salir hacia el interior de las tierras africanas. Se dice que, al no contar con dinero para el viaje a Gambia, tuvo que caminar varios días, pero finalmente no tuvo éxito. Se sumó a otros viajes hacia las Antillas, a las islas que eran propiedad de Francia, como la Guadaluope. Regresó a Mauzé y después lo intentó de nuevo (1819) sin poder lograrlo; enfermó y volvió a su país en estado lamentable.

Timbuctú ya era una obsesión para Caillié. En 1824, un comerciante de Burdeos le ofreció trasladarlo de nuevo a San Luis y sin dudarlo se preparó para partir; ya había elaborado un plan para poder llegar a la ciudad misteriosa. Era muy difundida la idea de que los musulmanes de Timbuctú no toleraban la presencia europea (católica o protestante) debido a que desde siglos atrás se había convertido en un centro de enseñanza islámica. De varias partes del mundo venían a la ciudad para estudiar los manuscritos encontrados y resguardados ahí: venían desde El Cairo, Bagdad y otras regiones de Persia; es por eso que se tenía especial cuidado en quien visitaba la ciudad con fines diferentes a los del adoctrinamiento, de ahí que el plan de Caillié incluyó el disfrazarse de musulmán.

De San Luis partió hacia el país de los moros brakna, donde vivió durante un año haciéndose pasar por “un francés que aspiraba a convertirse al Islam.” Se propuso aprender el idioma y costumbres propias de la religión, al mismo tiempo que estuvo solicitando apoyo para su expedición a los gobiernos francés e inglés, sin recibir respuesta positiva. Decidió entonces viajar hacia “Kakondy, a la entrada del Río Núñez (1827)” y prepararse por su cuenta para el gran viaje. Kakondy (que al parecer estaba ubicada entre la frontera de Guinea y Sierra Leona) fue el punto de partida; vestido de musulmán, con trescientos francos bien escondidos y una extraña sensación entre gusto y miedo, se sumó a un grupo de comerciantes y tomó nota de todo cuanto presenciaba, cuidándose de no ser descubierto. La travesía de su vida apenas empezaba; el inesperado final lo comentaremos en nuestra siguiente entrega.

Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com
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