Suplementos
Aprender de ellos
La indiferencia dominando la justiciaC
Son miles de personas con discapacidad las que a diario requieren trasladarse a diferentes lugares usando el transporte público: personas ciegas, sordomudas, con discapacidad motriz, intelectual, autistas, con parálisis cerebral, con falta de algún miembro y otros casos más, necesitan acudir cotidianamente a terapias, centros escolares o laborales, sitios de recreación, vaya, lo más injusto, cruel y paradójico: ¡a pedir limosna para vivir de ella!, y que son tratadas en forma inclemente.
Son legión los que a diario no pueden hacer uso del transporte público, ya sea por falta de infraestructura adecuada de las unidades -grúas de accesos, por ejemplo- o por desatención e intolerancia de los conductores. No resulta exagerado afirmar que esta penosa situación ha terminado por dejar fuera del alcance de este indispensable servicio al colectivo de la discapacidad. Hiperbólicamente hablando, los medios de transporte público se han convertido para todas aquellas personas con alguna discapacidad, en medios de tortura.
Por una parte, el tema aparece de vez en vez y como graciosa concesión en la agenda de los políticos que terminan por dejar la solución a las buenas intenciones; por la otra, día a día las personas con discapacidad que usan el transporte son tratadas con injusticias, incongruencias, omisiones, ofensas y por increíble que parezca hasta con agresiones (verbales las más de las veces). El apoyo a estos vulnerables colectivos no requiere de justificaciones, hay que darlo y punto. No resolver adecuada y rápidamente este tipo de asuntos es una forma de condena hacia estas personas, amen de que, por tratarse de injusticias e indiferencias se tenga un espacio donde en cualquier momento germina la violencia. De por sí la mala fama que tiene el transporte con su alta cuota de atropellados y muertos, ésta se añadirá como una fuente más de animadversión hacia ellos.
No esta exenta de responsabilidad la Comisión de Derechos Humanos que ha actuado en el caso con cierta reticencia y escaso entusiasmo par dar seguimiento a sus recomendaciones. Lastimoso y dramático ver cómo las recomendaciones emitidas se soslayan con la mayor cachaza. Las pocas respuestas que hasta ahora se han obtenido son breves y apresuradas. Una verdadera solución debe ser integradora, definitiva y conciliante. Mientras llega, hay que hacer un llamado a los conductores de unidades de transporte para que hagan hincapié en el trato respetuoso y tolerante hacia las personas con discapacidad. Amén de los amenes.
Síguenos en