Suplementos
Aprender de ellos
Vías de plenitud humana; Tercera y última parte
Se trataba de tomar la decisión acerca del ofrecimiento que un grupo de jóvenes, profesionistas todos ellos, le hacían a la Fundacion para trabajos voluntarios en areas artísticas; el asunto hubiera sido de mero trámite a no ser porque los jóvenes, en una actitud inusual, pero congruente, se habían identificado, me parece que con valor y congruencia, como pertenecientes a la comunidad “gay”.
El proceso era muy simple: marcar con un “sí” o con un “no” un pequeño papelillo. Se pidió que no hubiera abstenciones. Pasó todo rapido, como si el tema molestara, el conteo se realizó. Resultado: nueve votos en contra de aceptar el voluntariado, cuatro votos a favor.
Ignoro quiénes votaron a favor, yo lo hice y asumí la decisión como entendida, en lugar de cuestionarla. Me queda claro que en casos como éstos, lo que se entiende no necesariamente implica aceptación, aun más ni trate de esforzarme en conjeturar quiénes habían rechazado el ofrecimiento.
Pasado el evento acudieron a mi varias reflexiones, una de ellas, pensar que la vida es una girándula y esperar que algun día, mientras más pronto mejor, esta girándula cambie su sentido.
No dejo de pensar que los nueve votos en contra, quizá, estuvieron inclinados al “no” influenciados por miedos irracionales, por obediencias ciegas, por atávicos prejuicios, incluso por necedades sin sustento. O acaso, me pregunto, ¿se considera a las personas “gay” como sinónimo de violencia, de culto a la muerte, de nihilismo en momentos en los que en Uganda se recomienda ahorcar, sin más ni más, a las 100 personas “gay” más conocidas de la sociedad?
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