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Aprender de ellos

Cómplices, todos, de una injusticia

GUADALAJARA, JALISCO (03/SEP/2010).- Las condiciones bajo las que opera el Hospital Psiquiátrico El Zapote bordean lo irreal: instalaciones, equipos y mobiliarios en pésimas condiciones, ausencia de elementales medidas sanitarias, falta de personal especializado y otros mil etcéteras que periódicamente se justifican con declaraciones oportunistas y demagógicas.

Lo más grave y penoso del asunto es que entre una población mayoritaria de enfermos mentales existe un pabellón destinado a la ¿atención? de personas con discapacidad, lo que representa un auténtico absurdo convertido en crueldad. Si a una persona con discapacidad, cualquiera que esta sea, se le permite convivir, así sea mínimamente, entre personas con trastornos mentales, terminaran arrastrados por la confusión hasta llegar a padecer también alguna enfermedad mental.

Hace unos días el tema se puso en la mesa de la discusión a raíz de que los diputados integrantes de la Comisión de Higiene y Salud del Congreso del Estado realizaron una visita al psiquiátrico en comento. Como siempre las contradicciones entre los diputados  y las autoridades de la Secretaría de Salud del Estado de Jalisco (SSJ) han sido patentes, lo peor sin llegar a consensos. El caso se quedará, pronto, en el olvido, ya que nunca se ha sometido a una seria discusión racional y argumentada quedando, como siempre y lo peor para siempre, en el escándalo pasajero al que convocan los artículos periodísticos.

Si el Congreso, las autoridades de la SSJ y la propia sociedad no toma parte en la solución a las condiciones en que actualmente viven estos dos colectivos, nos estamos haciendo cómplices de esta cruel injusticia.

No olvidemos que en una sociedad la justicia es la madre de todas las virtudes. Se debe actuar, si se me permite, como auténticos plagiarios morales de Teresa de Calcuta y no apostarle al olvido que provoca el correr del tiempo. En los violentos tiempos que corren la pregunta obligada y cotidiana es: ¿hasta cuando viviremos en una sociedad libre de intransigencia y discriminación?

Periódicamente este asunto del Zapote aparece, siempre con las mismas observaciones, siempre con las mismas respuestas; muchas declaraciones, muchas llamadas de atención, todas respondidas con falsos argumentos que terminan por convertirse en astutas distracciones ¿Acaso concluiremos que formamos, gobierno y sociedad, un conjunto de personas a las que les molesta la desprotección y vulnerabilidad de grupos minoritarios que viven en condiciones de abandono y desesperanza? Otra vez, una vez más, el machote de la cómoda indiferencia. La desidia como efectiva solución.

Las excusas que periódicamente se invocan para explicar este ominoso tema son cada vez menos verosímiles. Sólo falta decir que se habla de apenas 300 personas aproximadamente. Como son tan pocos, que importa ponerlos en el umbral de la indignidad humana. Lo injusto no debe callarse, sólo el trato que respete la dignidad de este colectivo cuenta. Hay que invocar lucidez para entenderlos y bondad para cuidarlos, de otra forma la filantropía social, indispensable para la vida en armonía será vacua y ególatra. Amén de los amenes.
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