Andy Warhol: arte sin ataduras
El próximo 22 de febrero se cumplen 30 años de la desaparición de una de las personalidades más influyentes del mundo
GUADALAJARA, JALISCO (19/FEB/2017).- Treinta años después de su muerte sigue siendo uno de los creadores más cotizados y deseados del arte. Andy Warhol no sólo impuso su visión del arte en diversas ramas creativas, más allá de los exorbitantes precios que sus obras han alcanzado en subastas hasta llegar a los 105 millones de dólares, el nacido un 6 de agosto de 1928 en Pittsburgh, también desató leyendas y enigmas alrededor de su persona, a tal grado de convertirse en una de las personalidades más influyentes del siglo XX.
Jactarse de la originalidad y autenticidad de sus obras nunca fue una prioridad para Warhol, quien en cada entrevista siempre expuso la facilidad con la que tomaba íconos, siluetas y rostros ya existentes para intervenirlos con colores a su gusto o simplemente ampliar su tamaño en una litografía y venderlo a un buen precio.
Piezas como “Four Marilyns”, “Red Mao”, “Brillo box”, “Sixteen Jackies”, “Triple Elvis” y “Four Marlons”, son algunas de las que mayor fama mundial poseen del artista que es considerado como quien dio muerte a la idiosincrasia del arte clásico y fue difuminando la euforia que se vivía por el surrealismo.
Andy Warhol murió el 22 de febrero de 1987 y su legado se mantiene vigente al ser considerado como uno de los precursores innegables del arte contemporáneo, como uno de los artistas al que lejos de importarle la negativa de los críticos y puristas del arte clásico, logró seducir y expandir su imperio hasta el glamour de Hollywood, el rock underground y las casas de subastas más prestigiosas como Christie’s.
Andy exploró diversas disciplinas desde la pintura, la ilustración, cine, escultura, fotografía, serigrafía y en todas ellas expuso el sello característico que lo definió ante los ojos del espectador: descontextualizar lo comercial y llevarlo a un sentido artístico saturado de colores brillantes que reflejaran la cotidianidad, principalmente, de la vida, cultura y consumo estadounidense.
Aunque siempre se compara con el impacto que el artista francés, Marcel Duchamp (1887-1968), logró con su obra también enfocada al arte moderno, Andy Warhol resaltó por hablar desde una perspectiva de consumo, de la necesidad de la fama y hacer negocio con el arte partiendo de la idea de que el artista tenía que tener una visión empresarial para poder vender como arte aquello que era réplica de algo ya existente: crear una necesidad en el consumidor.
“La obra de Warhol se relaciona con todo lo que tiene que ver con el dadaísmo, incluso con Marcel Duchamp, que fueron los primeros artistas en llevar imágenes que estaban en otro contexto, en este caso, Warhol, con imágenes comerciales que eran sacadas de su contexto y las presentaba en algo artístico, eso por un lado significó vanguardia, que en su momento sí se había hecho en el dadaísmo y otras vertientes del arte europeo, pero no particularmente con el arte norteamericano”, explica el artista plástico Arturo Gómez.
Popularidad inmediata
El estrellato de Andy Warhol comenzó en Nueva York el 21 de abril de 1964, fecha en el que acaparó la atención con su instalación “Brillo box”, cajas idénticas a las de la marca de jabón del mismo nombre y que marcaron una nueva forma de analizar el arte: ¿cuál era la diferencia entre el verdadero producto comercial y la réplica en mismo tamaño y color de Warhol? Ninguna. De ahí que el artista fuera tema de disputa entre los artistas tradicionales, espectadores y curadores por tratar de definir la relevancia, belleza y esa delgada línea entre un producto cualquiera del supermercado y una pieza expuesta en un recinto artístico como la Stable Gallery de Manhattan.
“El arte norteamericano no tenía un arte que lo representara como tal y Andy Warhol fue un cauce de salida para el arte estadounidense. Sienta el presente para muchos artistas del arte contemporáneo, fue uno de los primeros artistas que comenzó a explorar los íconos comerciales, con la cotidianidad, la ironía, el sarcasmo, propuso otra visión del mundo”, añade Arturo Gómez.
Pese a que los pinceles y los óleos no fueron compañeros constantes en su obra, Warhol catapultó a la serigrafía como una técnica capaz de competir con las tradicionales y más comunes, incluso, dando su toque artesanal a fotografías impresas a escala de grises y después coloreadas manualmente enfocándose en saturaciones que provocaban al espectador a simple vista.
“Sí fue valorado en su momento, en vida, fue amigo de grandes celebridades, pudo lucrar con su obra, se hizo productor, hizo lo que quiso. Posiblemente fue criticado porque había como una sospecha de lo que arte pop representaría al llevar las imágenes comerciales y, hasta cierto punto, lo que arte venía significando, porque el arte estaba un ambiente más elitista, más solemne y serio, y artistas como Warhol lo que hicieron fue desacralizar el arte, aterrizarlo a un nivel más popular”.
Sí: popular, pero no accesible es cómo fue evolucionando la obra de Warhol en el mercado del arte, aunque se asegura que para la instalación de “Brillo box” no gastó más de 100 dólares en su reproducción, ahora piezas como “Triple Elvis” y “Four Marlons” están cotizadas en más de 120 millones de dólares, ambas piezas fueron subastadas por esta cantidad (81.9 y 69.6 millones de dólares, respectivamente) en 2015 por la casa de subastas Christie’s, que anteriormente había logrado 105 millones de dólares por “Silver Car Crash (Double Disaster)”, la pieza vendida más costosa de Warhol, sin olvidar los 31 millones más que logró en 2014 cuando la casa Sotheby’s vendió seis autorretratos.
“En Andy Warhol es constante la exploración de los íconos comerciales. La descontextualización de todas esas imágenes era algo muy marcado en toda su obra utilizando técnicas que eran más para los anuncios, técnicas publicitarias llevadas a un contexto artístico con ironía, desenfado, la exacerbación de la cultura estadounidense y que llegó a formar parte de la historia del arte”.