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El Cineforo acoge una selección de lo mejor de la cinematografía chilena; nueve películas por día

GUADALAJARA, JALISCO (25/NOV/2012).- Durante los últimos 10 años el cine chileno alcanzó, quizá como nunca antes, éxito y reconocimiento tanto en su país como en el extranjero. La producción, limitada pero regular, ronda algunos extremos, como aquellas películas que desean remedar los contenidos de Hollywood, o las cintas intransigentes con el espectador empeñadas en expresar a su autor y nada más.

También es constante una búsqueda temática y narrativa que no se detiene por géneros ni fórmulas, y que explora las ideas, los acontecimientos, y las contrariedades de su tiempo y de su sociedad.

El panorama de esa cinematografía, que acompaña la presencia del país invitado a la FIL, es una estupenda oportunidad para encontrar opciones en una cartelera dominada por cansinas pugnas ancestrales de vampiros y hombres lobo.

En conjunto son nueve películas, pero me importa comentar tres en particular.

Música campesina es el tercero de los filmes que ha hecho Alberto Fuguet, un escritor conocido en Sudamérica por sus novelas. Tiene un protagonista que conversa con otros personajes, y se mueve por la ciudad de Nashville en los Estados Unidos. Los diálogos son interesantes porque suenan casuales, y no como un mero encadenamiento informativo para  rellenar los huecos de la trama.

El personaje, un joven chileno, descubre su condición de extranjero, y se retrata a los estadounidenses como personas y no como estereotipos. Es la observación de una crisis tras una ruptura amorosa, y la sensación de rumbo perdido que eso provoca. Es una pequeña anécdota que se expande sin dejar espacio al dolor o la nostalgia.

La cinta se exhibe sólo hoy en el Cineforo.

Bonsái procede de una novelita de 60 páginas escrita por Alejandro Zambra. Su director, Cristián Jiménez, hizo antes una película muy curiosa que se tituló Ilusiones ópticas. El gusto por la excentricidad sigue íntegro en Bonsái, lo mismo el humor que la imaginación narrativa. La simple frase: leer a Proust, comprende repercusiones bastante divertidas para la existencia de los dos personajes centrales.

Desde el principio la voz de un narrador advierte cuál será el destino de ellos, al llegar al final la anticipación tiene, como la literatura, como el cine, algo de verdad y algo de ficción. Entre esos dos puntos la historia, que tiene algo de historia de amor, salta en el tiempo con regularidad pero todo se ordena en seis capítulos que evitan rigurosamente el drama o la confrontación abierta.

La cinta se exhibe sólo el martes 27 de noviembre en el Cineforo.

Joven y alocada el primer largometraje dirigido por Marialy Rivas ha sido calificado de sacrílego, de exhibicionista, y de vulgar. Los tres calificativos son justos  pero reducen la película a simple materia de escándalo, cosa que no es.

Inspirada por un blog que fue muy popular por su lenguaje explícito al tratar de sexo, y por un humor corrosivo al tratar de devociones cristianas, la realizadora construye una visión sin prejuicios de lo que significa crecer, tener curiosidad, experimentar y respetar el sexo, y las emociones, aun cuando se viva rodeado de hipocresía y en ambientes sociales cerrados.

La cinta se exhibe sólo el miércoles 28 de noviembre en el Cineforo.
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