Internacional

Puigdemont, el fracaso de la promesa de una Cataluña independiente

Desde Alemania, el independentista anuncia su renuncia a la presidencia de Cataluña

Desde Alemania donde espera conocer si será entregado a la justicia española, Carles Puigdemont renunció volver a la presidencia de Cataluña, echando por tierra la promesa que hiciera de convertir a la región en un país independiente.

Desconocido incluso en Cataluña hace dos años, este periodista de 55 años, con una espesa mata de pelo negro al estilo Beatles, se convirtió en una figura internacional al liderar el fallido intento de secesión de la región española.

Huido al extranjero desde entonces, lejos de la justicia española que ordenó encarcelar a algunos de sus compañeros acusados como él por rebelión, aspiraba a recuperar la presidencia regional de la que fue cesado por el gobierno español tras la declaración de independencia del pasado 27 de octubre.

Pero el gobierno español logró bloquear su investidura al recurrir una reforma legal aprobada por la mayoría independentista en el Parlamento catalán para permitir un gobierno a distancia.

Puigdemont, quien sigue insistiendo en que es el "presidente legítimo", finalmente desistió de regresar al cargo y designó como candidato a un compañero de filas, Quim Torra, quien debe ser investido en los próximos días.

Ahora, esperará la decisión de la justicia de Alemania, donde fue detenido en marzo poco después de cruzar la frontera en su coche, sobre su entrega a la justicia española.

                  
Exilio voluntario                  

En enero de 2016, llegó casi por casualidad a la presidencia de Cataluña, cuando su compañero de partido Artur Mas, un independentista sobrevenido, renunció para favorecer una alianza con los sectores más radicales del separatismo.

Nacido en Amer, un pueblo a 100 km de Barcelona, había sido alcalde de Gerona, una pequeña ciudad burguesa del noreste de Cataluña, y había presidido la asociación de municipios independentistas de la región.

Hijo de pasteleros criado en una de las zonas más nacionalistas de la región, al llegar a la presidencia regional prometió conseguir en 18 meses la independencia en la que creía desde su juventud.

Contra viento y marea, saltándose prohibiciones del Tribunal Constitucional, su gobierno organizó un referéndum de autodeterminación ilegal el 1 de octubre, celebrado sin garantías y en medio de fuertes cargas policiales contra los votantes.

Su convicción pareció flaquear sólo una vez, en la víspera de la declaración de independencia del 27 de octubre, cuando propuso a sus socios convocar elecciones en vez de proclamar la República, evitando así un choque frontal con Madrid.

Pero a última hora se echó atrás, ante acusaciones de traición por parte de los suyos, alegando que el gobierno español no ofrecía garantías de contribuir a calmar la situación.

Un día después apoyó la declaración de independencia, antes de viajar a Bruselas, renunciando a implementar la república independiente y dejando la administración en manos del gobierno español de Mariano Rajoy, que intervino la autonomía regional.

Según sus opositores, todo fue una gran mentira que sólo llevó a la división de la sociedad catalana, la marcha de miles de empresas, la inestabilidad económica y la pérdida del autogobierno por primera vez desde la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).

Construir un país

Aun así, el independentismo volvió a revalidar la mayoría en el Parlamento regional tras las elecciones legislativas del 21 de diciembre, en las que sumó el 47.5% de los votos. La lista de Puigdemont fue la más votada dentro del bloque separatista.

En una biografía de 2016, su amigo Carles Porta lo describe como un hombre "honesto y resiliente", un independentista de toda la vida con el carácter de "un corredor de fondo". Tiene "esta virtud (o defecto, según se vea): es tozudo".

Primero desde Bélgica, donde se instaló tras su salida al extranjero, y luego desde Alemania, con renovado ímpetu desde que el tribunal le otorgó libertad bajo fianza, insistió en ser investido presidente regional.

En el mensaje de este jueves, advirtió que su renuncia no significa una derrota del separatismo: la mayoría republicana en la Cámara regional "tiene la oportunidad de continuar defendiendo el mandato del 1 de octubre y de construir el país de libertades y derechos que millones de personas están reclamando".
 

JA

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