Y ahora ¿qué?

Tengo ante mí una gran hoja en blanco. Lleva unos cuadritos en los que iremos poniendo algo, ¿qué? Son los días del nuevo año en un calendario que todavía no dice nada.
 
Siempre es igual todos los eneros. Nos vamos deshaciendo de los problemas que nos ocasionaron los gastos navideños y entramos en un periodo de tiempo igual al que conocimos. Lo deseamos diferente, es decir, mejor. Con entera salud y sin deudas.
 
Los sueños anticipados que vamos colocando en esos cuadritos, especie de crucigrama anual, varían según la edad del que en ellos escribe. No es lo mismo  el deseo de un niño que el de un papá o el abuelito.
 
El niño quiere juguetes y, si es mayorcito y sensato, buenas calificaciones para pasar al curso siguiente y llegar... llegar a ser arquitecto, ingeniero, contador, médico, escritor, pintor de cuadros famosos, músico-... ¡cómo pueden multiplicarse los sueños en un mes de enero! Los padres sueñan primeramente con el bien de sus hijos. Eso es tarea de los padres, su obligación primordial es convertir al hijo en un hombre de bien, productor exitoso. No hay mejor cátedra que el ejemplo: trabajo y medida de los gastos.
 
Las madres contribuyen en mucho en esta tarea, sobre todo ante las hijas.
 
Este nuestro tiempo marca que las mujeres salgan adelante con sus estudios, que se valgan por sí solas sin tener que depender de un marido, en el entendimiento de ambos.
 
En cuanto a los abuelitos ¿qué decir? En verdad están jubilados y tienen el ‘placer’ y la tarea de ver a los nietos, acariciarlos y enseñarles lo que ellos aprendieron, que no es solo sumar ni restar, las capitales del mundo, los héroes y sabios, sino, sobre todo, atinar ante todas la diferentes situaciones en las que les coloque la vida.
 
He aquí el crucigrama del año nuevo.
 
¿Lo hemos resuelto?  ¿Sabremos hacerlo?
 
No soñemos demasiado alto. Conocemos nuestras fuerzas, apliquémoslas adecuadamente y el Año Nuevo será Año Bueno.
 
Toluca enero 2011
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