La demolición y limpieza de estos predios —aún hay algunos cuyos propietarios se resisten a vender— marcará el parteaguas de la Guadalajara de los siglos XIX y XX, y la del siglo XXI, cuya proyección está basada en devolverle al corazón de la ciudad la vitalidad y el calor humano que le caracterizó, y que con el paso del tiempo fue desapareciendo hasta quedar en lo que es hoy: una zona abandonada por las familias que prefirieron emigrar hacia áreas con tintes de modernidad, aunque sin el sabor ni el calor de una ciudad provinciana que tanto enorgullecía a los tapatíos.
La iniciativa de crear la Villa Panamericana en torno al Parque Morelos, pese a la oposición de varios propietarios de fincas en la zona, fue del todo positiva, sobre todo pensando en que fuera el impulso para revitalizar el Centro Histórico, convertirlo en funcionalmente habitable, con infraestructura moderna, claro está, y el proyecto de esta obra reúne los requisitos para ser la plataforma de lanzamiento de un programa integral para el corazón de la ciudad.
Problemas los ha habido, y muchos, pero paso a paso el proyecto de la Villa Panamericana ha ido avanzando, los obstáculos han sido vencidos, y aunque todavía falta mucho por hacer para consolidar la obra, una vez que el 4 de agosto inicie la demolición de añejas fincas se irá viendo el cambio de fisonomía de esa zona tradicional de la ciudad, que conforme vayan caminando los trabajos, irá metiéndose en el gusto de quienes todavía se oponen.
Precisamente uno de los obstáculos que aún prevalecen, es que por tercera ocasión será pospuesto el concurso para diseñar la Plaza de la Acequia en el Parque Morelos, debido a que el proyecto tendrá que modificarse porque los transformadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de la zona pesan 20 toneladas cada uno, por lo que no pueden ser reubicados. Cuestiones técnicas que sin duda se resolverán a tiempo.
Lo importante ahora, es que el proyecto total avanza, y así como la Villa Panamericana irá tomando forma en los próximos meses, ojalá se encuentren los caminos para de una vez ir cambiando la imagen del Centro Histórico, mediante la demolición de las viejas casonas que están en peligro inminente de venirse abajo, y de las cuales hay muchas a sólo unas cuadras de distancia del corazón de la ciudad.
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