Una debacle económica que fue vislumbrada en sus inicios como si fuera “un simple catarrito”, una dura confrontación entre las fuerzas del orden del Estado y una multiplicidad de grupos delictivos que cada vez actúan con más violencia, y una contingencia en materia de salud que sacudió a todo el país por la inesperada presencia de un agresivo virus de influenza, tienen al país contra la pared.
Por si algo faltara, los resultados electorales de la jornada del pasado 5 de julio están poniendo a prueba la institucionalidad de los partidos políticos, su capacidad de interacción con sus contrapartes y la madurez de los poderes para sacar adelante las reformas estructurales que le hacen falta al país y que no pueden posponerse por intereses de grupos.
En ese contexto, todos los mexicanos tienen frente a sí un enorme reto, el de constituirse en aportadores de talento, de servicio a los demás de entusiasmo a la hora de realizar sus tareas. Pero sobre todo, cada individuo tiene la responsabilidad de buscar la consecución de metas que le sumen a la comunidad, al país.
Desde Roma, Italia, una joven mexicana de nombre Paola Espinosa ha enviado un mensaje de la mayor importancia a todos los mexicanos. Ganó este sábado 18 la primera medalla de oro de Latinoamérica en el Campeonato Mundial de Natación, luego de imponerse en los clavados desde la plataforma de 10 metros con una entereza, disciplina y calidad que no pudieron ser superadas por ninguna competidora, de entre las mejores del orbe.
Espinosa, dicen los despachos informativos, ganó el oro con 428.25 puntos en cinco saltos, para relegar al segundo puesto a la campeona olímpica china Chen Ruolin.
¿Prueba de superación? Desde luego, sólo hay que recordar que Paola ganó medalla de bronce en saltos sincronizados en los Juegos Olímpicos de Beijing. He ahí una lección de esfuerzo, de altura de miras. Que cada quien lo aplique en sus respectivas encomiendas.
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