Sin embargo, Obama perdió una batalla legislativacon el rechazo de derogar la llamada “Don’t Ask, Don’t Tell” (DADT), una política que prohíbe indirectamente el servicio militar a gays y lesbianas.
Durante su campaña presidencial, Obama había prometido una y otra vez que al llegar a la presidencia acabaría con la DADT en el Ejército, en parte porque las opiniones en torno a esta ley han cambiado dramáticamente en los últimos años.
La más reciente encuesta de Gallup revela que hasta 67% de los estadounidenses está a favor de terminar con esta discriminación en contra de gays y lesbianas en el Ejército, al tiempo que hace 17 años 70% de los estadounidenses favorecía dicha ley.
El tema es importante, porque de acuerdo con la Red de Defensa Legal para Miembros de los Servicios Armados, unas 11 mil 700 personas han sido despedidas de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos entre 1993 y 2006, debido a su orientación sexual.
Esos efectivos militares habían sido capacitados como pilotos aviadores de combate, eran doctoras o enfermeros militares con un alto grado de especialización o eran traductores políglotas.
Para la capacitación de los reemplazos de dichas plazas, el Departamento de Defensa ha gastado unos 285 millones de dólares.
A 17 años de su instrumentación, Don’t Ask, Don’t Tell no ha obtenido los resultados esperados.
Por el contrario, los mandos militares han encontrado formas para darle la vuelta a la política y retirar de los servicios armados a gays y lesbianas.
De los 26 miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sólo Estados Unidos y Turquía mantienen una política de discriminación hacia gays, lesbianas y bisexuales.
En Estados Unidos, el Departamento de Defensa es el mayor empleador de la burocracia federal, al tener bajo su nómina directa a unas 700 mil personas, pero es también la única dependencia federal que mantiene una política de discriminación laboral por orientación sexual.
El debate en torno a la participación de los gays y las lesbianas en el Ejército sigue causando divisiones entre los políticos, pero no entre los ciudadanos estadounidenses.
Hoy, el intento por terminar con esta política se quedó a tres votos de ser aprobada en el Senado y los activistas LGBT han iniciado ya una campaña para forzar a Obama a que utilice su poder como comandante en jefe del Ejército para terminar con el DADT.
Obama tiene hoy la decisión de emprender esa batalla y tiene el respaldo de la mayoría de los estadounidenses, sólo es cuestión de voluntad.
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